Martín Ortiz & Pablo Razuk. Teatro argentino rumbo a España.

Con sendos unipersonales a presentar, la dupla Martín Ortiz– Pablo Razuk cruza el Atlántico para llevar sus recientes creaciones a España (“Argentino hasta la muerte” y “Glub” respectivamente). Entre valijas y pasaportes dando vueltas, el dúo de actores/directores tienen mucho que contar no solo respecto al viaje sino sobre sus respectivas visiones sobre la coyuntura artística actual.

Pablo Razuk y Martín Ortíz, dos representantes del teatro argentino independiente

– Martín, Pablo, ¿cómo surge esta gira por España?

Martín Ortíz: Con Pablo Razuk hacía muchos años que queríamos concretar un proyecto juntos. Cuando nos juntamos por su propuesta para dirigir GLUB, apareció el deseo natural de hacerlo en España. Pablo viaja periódicamente a Madrid y otras ciudades españolas a dictar seminarios y realizar funciones de varias de sus obras. En mi caso, tengo una historia con España, sobre todo con Zaragoza y Aragón. Además, la última gira que hicimos con «La noche se está muriendo» por varias ciudades de España fue un éxito. Volver a trabajar siempre es una fiesta. Esta confluencia de historias con España nos permitió armar una gira hermosa con siete funciones en distintas ciudades y seminarios que daremos cada uno en distintos lugares.

Pablo Razuk: Hace seis o siete años que viajo dos veces por año a España generando una especie de vínculo. Primero fue afectivo porque me enamoré de Madrid en una gira con “Padre Carlos”. Fui sumando funciones de otras obras que estaban pensadas para viajarlas y me empezaron a llamar de diferentes escuelas de actuación en Madrid. Al poco tiempo, empecé a dirigir obras que están en cartel en este momento allá.

Por otra parte, hay una sala que fue el primer lugar a dónde hice pie, que es “El Umbral de Primavera” conducida por Vivi e Israel que ya son dos amigos entrañables. Ella es argentina y él, español. Cada vez que voy para allá, me siento en casa. Como ya estrené cinco obras en su espacio, no quería que “Glub!” fuese la excepción. Nos planteamos con Martín hacer una serie de preestrenos acá en Buenos Aires en El Crisol y estrenarla oficialmente en “El Umbral”. También estamos llevando a ese espacio «Argentino hasta la Muerte» de César Fernández Moreno, actuada por Martín y dirigida en este caso por mí.

– Contame de “Argentino hasta la muerte”.

MO: Surgió en 2003 de mi interés de hacer un trabajo sobre Poesía en Escena, por lo que me puse en contacto con Luis Felipe Alegre, director del grupo El Silbo Vulnerado, especializado y enfocado en realizar ese tipo de trabajo por más de 30 años. Cuando le hice esa propuesta, Luis Felipe ya tenía hacía tiempo la idea de hacer un espectáculo para el que necesitaban un actor argentino y me propuso trabajar sobre la poesía de César Fernández Moreno, uno de los hijos de Baldomero. Leí su poesía y quedé maravillado. Me instalé tres meses en Zaragoza y en mayo de 2004, lo estrenamos. Hicimos varias giras y lo realicé por mucho tiempo.

Ahora, venía con ganas de retomar la actuación. Estaba más dedicado a la escritura y la dirección, por lo que la actuación quedó un poco de lado. Cuando hablamos con Pablo del viaje con “Glub!”, le dije a Pablo que era el momento de hacer “Argentino” y concretar la gira con los dos espectáculos. De esta manera, nos dirigimos mutuamente por varios meses. La verdad, fue una gran decisión porque concretamos varias funciones allí. En abril de este año falleció mi amigo Luis Felipe Alegre y la reposición de esta obra terminó siendo, al mismo tiempo, un homenaje a su memoria y su legado de amante de la poesía.

– ¿Y “Glub!”?

PR: Nace en pandemia, cuando era uno de los ilusos que estaba convencido que íbamos a salir mejores, como seres humanos y como humanidad. En ese momento, sentía que después de hacer varios personajes históricos (Scalabrini Ortiz, el Padre Mugica, Germán Abdala, Federico García Lorca, Bolívar, Severino de Giovanni, etcétera), quería hablar de ciertos temas desde un lugar más poético, pero especialmente absurdo. Deseaba reencontrarme con el juego de la actuación. Ese juego genuino que tiene la primera niñez a dónde todo prácticamente es absurdo. Conviven cosas imposibles y corridas del espacio tiempo, con otras de la más genuina inocencia y sensibilidad.

Desde ese lugar se fue haciendo “Glub”, primero como una idea en imágenes, después como un cuento (ya como una puesta en escena que empecé a fantasear en mi cabeza) y finalmente, empecé a sumarle los textos definitivos que terminamos de moldear con Martín. . Si bien “Glub” nació en pandemia, con una sensación de encierro, la respuesta de los espectadores es de una profunda sensación de libertad. Por ende, el objetivo está cumplido

– ¿Qué sería “ser argentino” hoy, de acuerdo a lo que planteas en tu obra?

MO: Debemos lograr que prevalezca una forma de ser argentino que no es una manera impuesta sino parte de una batalla, como la del Dr Jekyll contra Mr Hyde. Estamos en un momento en el que Hyde tomó el protagonismo. Parecería que está tambaleando y, como al genio de la lámpara, hay que lograr encerrarlo de nuevo. A poco de estrenar “Argentino hasta la muerte”, salió la película “Homo argentum”. Más allá de las enormes diferencias en producción y convocatoria, no dejó de sorprenderme que se produzcan dos cosas tan disímiles para hablar de lo mismo. La diferencia fundamental está en el punto de vista, el lugar desde donde se mira “lo argentino”.

 La obra de César Fernández Moreno no es condescendiente pero tampoco es cruel. Es amorosa. Lo que en la película se señala como defecto -exclusivo de los argentinos-, en la poesía de César se señala como una característica más. Un detalle más de nuestra personalidad que nos define y constituye. En mi caso, comulgo con esta visión y con la certeza de que el cúmulo de virtudes que tenemos es mucho más valioso y constitutivo de la “argentinidad” (en el caso de que eso exista). Esto me enfrentó a ese cinismo facilongo y tonto de los que están convencidos y venden que ser argentino es tener una enorme cantidad de taras y defectos que nadie más tiene en el mundo. Por supuesto, tampoco los cree tener el argentino que opina así de los argentinos.

– Pablo, ¿qué sería “sobrevivir” hoy? ¿Cómo se puede construir un personaje sin caer en estereotipos?

PR: La palabra “sobrevivir” puede significar, desde algo literal, como salir atrás de la supervivencia. Que te falten cosas primordiales como la comida, el techo y la salud que hoy están faltando a muchos seres humanos de nuestro país y del mundo. “Sobrevivir” también en diferentes planos: el de la comunicación con el otro, de lo intelectual, lo político, lo social, lo artístico. También es un verbo que nos puede dejar con vida pero muertos de algo que es vital. Por ejemplo, sentirse representado por una sociedad que elige el “sálvese quien pueda”, el individualismo. Pierde lo comunitario donde la cultura parece ser una especie de capricho que le correspondería a unos pocos y donde la sensibilidad se confunde con debilidad. La empatía hacia el prójimo, lejos de ser una debilidad, es una fortaleza que nos hace sabios. La sabiduría pasa por reconocer al prójimo y, especialmente, su necesidad.  

–  Martín, ¿te costó volver a actuar, a estar “arriba del escenario”?

MO: Sí y no. No me costó porque es como andar en bicicleta; uno nunca se olvida. Solo hay que revivir o ir despertando todo eso que está medio dormido en el cuerpo. Al dirigir, uno mantiene lo vivo de otra manera. También me ayudó trabajar sobre una puesta que está ahí latente y empieza a tomar vida. Lo que me costó fue el primer encuentro con el público. Hicimos una función para unos pocos amigos y, en la previa, estaba nervioso como si ese fuera el estreno frente a un auditorio de 1000 espectadores. Empieza la función y eso desaparece. Con el correr de las funciones que hicimos en El Crisol retome la confianza y el placer de la actuación.

– ¿Cómo se dio este vínculo de “cruces” en la dirección con sus respectivas obras?

MO: Con Pablo actuamos juntos en “Los hechizados” dirigidos por Héctor Levy-Daniel allá por 2013. Pegamos muy buena onda, siempre nos dijimos de hacer algo juntos y nunca lo habíamos concretado. Este año lo pudimos hacer y encarando un proyecto particular que es el de dirigirnos mutuamente en obras muy distintas. Lo que tienen en común los proyectos es que los tenemos desde antes, en el caso de Pablo es un proyecto que el empezó a generar en la pandemia. La conclusión de este vínculo la dio una vez Pablo: no sé por qué no hicimos esto antes. Ahora tenemos ganas de imaginar otro proyecto, quizás más grande, para arrancar de cero pero no tenemos nada en concreto aún.

PR: Hacía tiempo que teníamos ganas de trabajar juntos. Estaba con este unipersonal escrito y el teatro necesita de un director o una directora. Alguien que esté afuera viendo para que el que está dentro, pueda soltarse a la actuación y ponerle todo lo que tiene. Martín se ofreció para trabajar como director de “Glub y yo, de “Argentino hasta la muerte” que había que aggiornarlo a estos tiempos, sin perder la esencia de aquel que hizo hace 20 años. Hoy hicimos un montaje para sacarlo a las pistas. La verdad es que que el trabajo que se ha logrado tanto en una obra como en la otra estamos muy satisfechos.

Sinceramente, Martín me dio una mano fundamental en la dirección. Me ayudó a decidir que sí y que no; le dio ese toque final que es determinante en una puesta en escena. Ha sido un excelente compañero y el resultado es muy bueno.

La última, ¿cómo ven la situación actual del teatro independiente?

MO: En términos de producción, el teatro independiente no descansa, pero en lo que es apoyo oficial, está en el peor de los momentos. El Instituto Nacional del Teatro pasó de ser cerrado por decreto a, aparentemente, ser reabierto por el rechazo de ese decreto. A todo esto, no se ha dado un solo peso en lo que va del año. PROTEATRO de la ciudad corre por un lugar bastante parecido, replicando –sin decirlo- la política nacional contra la cultura. Recién la semana pasada sacaron las actas con subsidios de producción del primer semestre. Con suerte las cooperativas o grupos cobrarán eso en noviembre; obras que quizá se estrenaron en marzo, abril o mayo.

A esto hay que sumarle la reducción en la afluencia de espectadores, la necesidad de generar promociones y ofertas que permitan al público acceder y, al mismo tiempo, generar un ingreso tanto a salas como producciones. Creo que la derecha, en el fondo, piensa que va a eliminar la cultura o el arte si lo desfinancian. Esto habla mucho de su grado de ignorancia y torpeza. Evidencia que están convencidos que los artistas o las salas “viven” de los subsidios. Los artistas crean con un impulso que existe más allá de cualquier subsidio y que será siempre crítico del sistema por más subsidio que le den.

PR: El teatro independiente no está exento de la situación económica y de la crisis cultural que está viviendo en este momento el mundo y el país. No solamente porque se han tergiversado muchos elementos fundamentales para la creación -especialmente en teatro- sino también para el financiamiento, tal como del INCAA o del INT. Pensemos que, sin el apoyo del Estado, hay mucha gente que jamás podría haber montado sus espectáculos. Por otro lado, si hay algo que sorprende a los españoles es la capacidad que tienen los argentinos de que, a pesar de estar en crisis, el teatro sea una usina permanente de proyectos y de estrategias y tácticas para que todo llegue a buen puerto.

De alguna manera, parece que, lo que nos hace tan especiales a los artistas argentinos es que, ante estas crisis que ocurren cada 10 años, hay mucha inventiva para poder llevar adelante los proyectos. Esa pulsión de vida, de acción hace que tengamos una fibra especial a la hora de construirnos como artistas. Eso se respira en función o en los cines a la hora de ver una obra de teatro o una película argentina.

“Glub! Ejercicio de supervivencia”.

Sábado 25 octubre y 1 y 8 de noviembre. El Umbral De Primavera. Calle Primavera 11, Madrid. A las 19 h.

“Argentino hasta la muerte”.

31 de octubre. Centro Cultural Manuel Benito Moliner. Av de Martine de Velazco 4. Huesca, Aragón. A las 20 h.

1 de noviembre. Corral de García. Cam. Tejar 1. Santa Eulalia de Gállego, Aragón. A las 20 h.

6 de noviembre. El Umbral de Primavera. Calle Primavera 11. Madrid. A las 20.30 h.

7 de noviembre. El Umbral de Primavera. Calle Primavera 11. Madrid. A las 19.30 h

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