FIBA 2017: Más allá de “Nathan!?” y sus implicancias.

Después de presenciar los ciento veinte minutos de “Nathan!?”, varias cuestiones atraviesan esta escritura.

Antes que nada, recordar como fue el momento previo al inicio de la función. El público presente, charlaba animadamente en el hall del Teatro General San Martín. Se lo ve llegar al ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Angel Mahler ataviado de elegante negro. Algunos periodistas revolotean por ahí, previo a hacer la cola para ingresar a la sala Martín Coronado donde se desarrolla la función. Daniel Hendler y Gustavo Garzón son de la partida para ver «Nathan!?», que ha despertado buenas expectativas. Dos chicas señalan que faltan pocos minutos para el comienzo de la obra por lo que se sugiere que “si se tiene la entrada, haga la cola para ingresar”. 

Ya instalados en la sala, se realiza el consabido pedido por apagar los celulares, el cual no es respetado, como siempre, por algún cráneo –Que mal queda que gente relacionada estrechamente con el teatro lo prenda en medio de la función. Si tanto queres chequear el FB o estas aburrido, levantate y andate-. En medio de ese silencio se escucha desde un lugar de la platea, el pedido por Santiago Maldonado, despertando los aplausos inmediatos del sector en el que me encuentro. Nunca voy a entender como hay voces que desean quitar lo político de lo teatral en tanto y en cuanto se realiza en el marco de una sociedad pero es una charla para otra ocasión.


Comienza “Nathan!?” pero cierto desconcierto invade a la platea que mira los subtítulos durante los primeros quince minutos. De a poco, las luces hacen su presentación. Como si fuera una línea de defensa de fútbol, se ve en cada extremo a los dos músicos y  a los actores en el fondo, diciendo sus parlamentos. En el centro, se ubica un megáfono blanco. Parece que esto no tiene mucho que ver con el espectáculo teatral pero si. Más de uno pensará que concurrió a una función de teatro leído. ¿Será posible en el FIBA?


A partir de este planteo, se desarrollará el relato de la historia del sabio judío Nathan que, tras perder a su esposa e hijos en un incendio, ve como Recha, su hija adoptiva, es salvada por un caballero cristiano, no muy proclive a relacionarse con los judíos.

Será un texto interpretado tras un atril por los actores. Las palabras de Lessing, que propugnaba la amistad y la buena relación entre judíos, cristianos y musulmanes, siempre bajo el marco de la tan mentada Ilustración, se liga directamente con una actualidad que no responde a estas nobles ideas. El dolor, el odio, la venganza asi como la reflexión y la redención salen de los subtitulados para instalarse frente al público presente.

Desde el momento que se plantea como “un juego de tolerancia”, ahí empieza a llamar la atención. ¿Tolerancia? ¿Por qué no respeto? Las preguntas que salen son profundas en su concepción y con una respuesta que sería interesante de escuchar. “¿Se es cristiano o judío antes de ser hombre?”


Con tanta palabra e interpretación, el ritmo de la puesta es lento. Mejor dicho, se aprecia cierta incomodidad por parte del público. ¿Han perturbado al soberano? Oh! ¿Qué actitud tomará este?


Nicolas Stemann ha construído una puesta que será un patchwork completo de resignificación de los textos. Esa búsqueda se ve hasta en los signos de interrogación y admiración del título. En este caso, el optimismo de Lessing se corta de cuajo con la irrupción de  “Crassier”, de Elfride Jelinek que pone los dos pies en el siglo XXI. Ni hablar cuando aparecen los retratos de líderes mundiales como Donald Trump, Angela Merkel, Kim Jong-un, Marine Le Pen o nuestro líder Mauricio Macri. Esas caretas desfilando por el escenario en medio de la verborragia de Jelinek destrozan lo postulado por Lessing con la más absoluta realidad. Esta imagen es una poderosa construcción de sentido. Lessing buscaba recuperar la fe en la humanidad de un hombre que ha sufrido mucho pero si el mundo golpea, ¿qué se puede hacer? ¿Acaso el “poner la otra mejilla” ha quedado solo como una linda expresión más que una acción a realizar? Jelinek lo describe con contundente ironía. Más con los líderes que tenemos que buscan imponerse sobre el otro, en algunos casos, cortesía de la utilización de los gurúes de la comunicación que le dulcifican la píldora al soberano para su consumo con alegría.


Todo lo descripto es muy elocuente y poderoso…..para la lectura o una conferencia. ¿Lo será en el marco una obra de teatro? El tono cansino de la primera parte aletargó a un público que se despertó con la irrupción del texto de la Premio Nobel austríaca para después volver a un cierre que tarda –demasiado- en concretarse. 

Estará quien destaque la actualidad y vigencia de los textos de Jelinek que cuentan con una crudeza tan desgarradora como ponzoñosa para el espectador medio, que aborrece la cuestión social y política enmarcándose en la denominada pureza del arte. Por como este argumento es usado como excusa para pasteurizar todo, más de uno se perderá -¿o deseará dejarse llevar?- por las imágenes que salen de la pantalla con fuego, tomas de rehenes y capuchas. La ironía es palpable y Charlie Hebdo sobrevuela el escenario. Tras ver esto, el espectador que continúa en su butaca podrá volver a su casa con la conciencia tranquila de haber consumido algo de arte. Esta salida fácil es facilitada por una puesta que se termina regodeando en su propio discurso.


Una buena cantidad de público se retiró. Obviamente, nosotros no. Los juicios de valor que hemos escuchado con respecto a lo presenciado son elocuentes pero queremos ir más allá del “me aburrí”, “me pareció larga”, etc.

Es aquí donde este cronista recuerda frases dichas por las autoridades y allegados al FIBA respecto a la búsqueda por “nuevos rumbos y lenguajes”, sin poner tanto énfasis en la cuestión del “gusto”. Un deseo por demás valorable pero vale la pregunta desde que lugar se busca “abrirle la cabeza al público”. Este es un interrogante que nos deja pensando. 

Igualmente, la experiencia «Nathan!?» es para vivirla. También servirá para preguntarse el porqué se desarrollan estos temas en Europa, de neta actualidad y aquí……..no.

Mientras tanto, seguiremos recorriendo un FIBA lleno de actividades y una programación que se condice con una idea llevada a cabo en diversos lugares de la ciudad de Buenos Aires.


“Nathan!?”


Origen: Alemania, Suiza y Francia. Autoría: G.E.Lessing y Elfride Jelinek. Compañía: Theatre Vidy-Lausanne. Dirección: Nicolás Stemann. Elenco: Lorry Hardel, Lara Khattabi, Mounir Margoum, Segre Martin, Elios Noël, Véronique Alain, Laurent Papot, Lamya Regragui, Waël Koudaih y Yann Pittard. Música: Waël Koudaih (Rayess Bek). Diseño de iluminación: Mattias Bovard. Diseño de vestuario: Marysol del Castillo. Producción: Theatre Vidy-Lausanne. Duración: 120 minutos. 

Sábado 14 de octubre. Teatro General San Martín. Sala Martín Coronado.

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