Alan Robinson- Martín Ortíz: “A ‘Un Psiquiatra’, se le pide una respuesta sobre problemas de salud personales”

Dentro del universo de los unipersonales, Alan Robinson encaró “Un psiquiatra”, un proyecto teatral con la dirección de Martín Ortíz. Tras realizar presentaciones en el Museo Evita y en varios teatros del interior del país con éxito, la dupla Robinson-Ortiz pone sobre el tapete cuestiones varias referidas al teatro, la locura, la alienación asi como la búsqueda del público en una obra fuerte y polémica.

 

Martín Ortíz y Alan Robinson

-Alan, ¿cómo está “Un psiquiatra” al día de hoy? 

Alan Robinson: Está creciendo la obra. Como actor, me hago bastante preguntas al igual que como productor. Muchas preguntas se las traslado a Martín que dirige la obra.  Soy de la idea, en mi laburo como director, que la obra empieza el día que la comenzas a ensayar y termina el día en que la dejas de hacer. En el medio, la vas haciendo la obra. Como actor y director, soy un poco susceptible a los cambios. Como actor siento que es una etapa muy linda, que hay que compartirla con el público y que el público también sea partícipe. Que se conmueva, se emocione. También como actor voy tanteando por donde va la risa y como conmueve. Después, Martín dirigirá la cosa. 
Martín Ortiz: Con Alan encontramos una forma de trabajar que nos vino bien. Soy muy obsesivo a la hora de dirigir y empecé dirigir así con Alan. Después encontramos un lugar en el trabajo cotidiano, donde pudiese bajar mi nivel de obsesión y sea útil para los dos. Decidimos ensayar una o dos veces por semana, tranquilos. Si no se podía, no nos calentábamos porque no significaba que nos desentendiésemos del trabajo. Alan trabajó mucho solo por lo que no se enfrió el laburo. Le iba tirando directivas que supo aprovechar o cosas que a él se le iban ocurriendo y eran muy útiles a lo que estábamos desarrollando.

-Los dos son actores y directores. ¿Cómo fue trabajar juntos sin que no se interpusiese el rol que estaba quedando fuera del trabajo? 
MO:El temor o el conflicto que puede aparecer es que el actor invada espacios que no son de él. Espacios de la puesta o el lenguaje que le corresponde al director. Respecto a la puesta fuimos abiertos y lo charlamos. Fue consensuado todo. Sabíamos que tenía que ser una puesta sencilla. Lo raro de este espectáculo es que, antes de ponernos a ensayar, sabíamos que teníamos funciones vendidas. Teníamos que pensar una puesta que entrase en una valijita. Más que nada si se daba la ocasión que no pudiese ir. La verdad fue que, de mi parte, hubo una sensación o necesidad de decir “Alan, pará acá. Este es un problema mio, que lo defino yo”. Si hubo alguna invasión, fue mía en el rol de actor de Alan. 
AR:Lo vengo disfrutando mucho esto de que ambos seamos actores, directores y escritores. Te diría que es uno de los procesos más disfrutables que he tenido. Cuando dirijo, no disfruto tanto. Me cuesta disfrutar. Pero este proceso lo vengo disfrutando un montón. Con Martín nos conocemos desde hace mucho. Creo que vi todos los espectáculos que hizo como director y actor. Cuando estudiaba, un colega de Marín era profesor mio y lo iba a ver actuar a Martín….


MO: Era Diego Cazabat, director de El Periplo, grupo en el que estaba en ese momento 
AR:….y el laburo de Martín siempre me gustó muchísimo como actor y los temas que elegía para interpretar. Después, en los ensayos propiamente dichos, me pareció una experiencia mágica y muy divertida porque como los dos estudiamos mucho, había mucha complicidad en el rol de actor/director y también de humildad. Como actor, no lo dirigí este espectáculo. Me esforcé a actuarlo en vez de dirigir. Me esforcé… 

-¿Te esforzaste o te forzaste? 
AR: La verdad, no lo sé y es buena la pregunta porque no es lo mismo. 
MO: Pasa igual esa batalla interna, de meter el freno de mano por querer plantear algo. “Che, me parece que tendría que ir para este lado”. Es meterse en el laburo del otro. 
AR: Me forcé y me esforcé a actuar. En esta obra, quise poner una hipótesis con respecto a mi trabajo como ensayista y director que tiene que ver con una concepción muy personal mia del teatro, relacionada con una idea un tanto metafísica del teatro, el personaje, que es una entidad que existe por fuera del cuerpo del actor, del texto y las ideas del director. Ahí quise intentar meterme en el universo de la actuación. Hay que hacer estas búsquedas estéticas con personas de mucha confianza. Personas que sepan que el otro está ahí, y las necesidades de ser dirigido.
 

Robinson y Ortiz, en «Soy Fijman»
-Martín, ¿le diste muchos volantazos a la actuación de Alan? 
MO:Si, sobre todo al comienzo, cuando uno ve que hay cosas que no están bien. Lo que si seguimos buscando son los matices que va transitando y tienen que ver con distintos lenguajes actorales. Son esos momentos que se diferencian de otros momentos. 
AR: Cuando Martín me propone hacer un trabajo teatral, me dice de una performance a través del libro. Las performances exponen mucho al artista. En el libro, doy un testimonio de mi vida y en esta obra, tenía muchas ganas de trabajar con él. Pero ir de viaje a la ficción, que te cuida del canibalismo de la sociedad. 

-¿Como lo crearon a Facundo, el protagonista de “Un Psiquiatra”? 
AR: El proceso arrancó, para crear a Facundo Valle, con un texto que publicó el psiquiatra Federico Pavlovsky llamado “Te tengo bajo mi piel”. Ahí hay un cuento “La vida en un consultorio. Crónica de un encierro”. A partir de ese texto empezamos a trabajar a Facundo Valle como escritores. Luego, llegamos a un consenso, empezamos a trabajar Martín como director y yo como actor. Ahí apareció la idea del apellido, el bautizarlo. Me pintó como actor y como escritor, ponerle Valle en honor a un médico que está recluido en el Borda. Este médico defiende una mirada más holítistica de la medicina. Más sistémica y generalista. El apellido fue fundante. Otra parte importante fue tener como actor, libertades respecto al texto. Además, Martín me garantizó esa libertad. Un director no es quien impone una puesta en escena. Eso es un puestista, que le pone al actor la estética. El director de teatro logra manifestar la estética de la obra, dirigiendo al actor. Y Martín es un director de teatro, no un puestista. Me dio libertades en el texto para crear el personaje. 

-¿Te dejaste la barba por el personaje? 
AR:Si. En la medida que puedo, trato de llegar asi a la función. Eso también es parte del proceso artístico. La barba me da una sensación de dejadez y abandono. Fue una decisión de construcción de personaje.

-Haces mucho hincapié en la cuestión de la confianza y la relación con el director. ¿Con otro director no hubiese sido lo mismo? 
AR: Con Martín nos tanteamos en tanto el tipo de obra que queríamos hacer y producir. Ahí nos dimos cuenta que queríamos lo mismo. Hacer una obra para llevarla de gira, con un texto trabajado juntos, al que le vamos metiendo mano. Hay un respeto del rol del otro y el trabajo artístico. 
MO:Quiero decir que, si bien el disparador de la obra fue el libro de Alan, “Actuar como loco”, no es una obra testimonial. Valle es un psiquiatra que el nombre fue tomado de un psiquiatra verdadero pero que construimos nosotros. No es un testimonio basado en Alan o personas reales. 

-Fue fuerte el nivel de exposición que a través de la obra, ¿no? 
MO: Si, ya que disparó preguntas a nivel personal. Hay quienes buscan respuestas, con interrogantes como “Vos estuviste ahí. Cómo hiciste para salir?”. Cual es la fórmula o la mecánica para salir de tal o cual situación o lugar. Uno no sabe como es eso. Fuimos haciendo a ese psiquiatra. Fuimos encontrando en el proceso de ensayo, el verdadero sentido de la dramaturgia. La fuimos modificando y al final del proceso encontramos “Ah! Estamos contando esto” y no lo sabíamos antes. A veces, va a ver la obra gente que se siente identificada con la situación y cuando hay una charla posterior, te piden una respuesta. “Mi mamá está así. ¿Que hago?”. 
AR:El libro da cuenta de una historia personal en mi trabajo como profesor de teatro, actor, director y accidentalmente, en la tapa, pongo que soy una persona que sobrevivió a unos cuantos manicomios. Es muy importante decidir donde se posiciona uno en las diversas etapas de su trabajo teatral. Una chica llamada Efi, muy militante de la cuestión de género, hacía performances todo el tiempo. Hay mucha exposición en la performance. Siguió con la temática de género y lo trans y se terminó suicidando. Uno creo que tiene que cuidar –de esto habla Ure- su salud mental como artista. Uno tiene que tomarlo responsablemente, como una ética del laburo.  Como director, no puede exponer al actor ni un actor no tiene que exponerse a determinadas cosas porque es “teatro” y es “la libertad”. Está en juego su salud mental. En mi caso, en los procesos de creación teatral, trato de acercar un psicólogo social para que funcione como contenedor. Un director o un actor no puede vehiculizar la cantidad de emociones que se ponen en juego en un proceso artístico. Ure lo explica pero no lo resuelve en “Sacate la careta”. Un proceso artístico, en teatro, pone en movimiento una serie de cuestiones personales que tienen que ver con la propia particularidad del trabajo artístico. Uno tiene que asumir cierta responsabilidad sobre el trabajo. Ponerse en el lugar del otro es muy difícil. Y nosotros, trabajamos de eso 

-¿Como viven ustedes esa necesidad de la gente de “cantame la posta”, después que el público ve la obra? 
MO:Me sorprendió esta reacción y también es una consecuencia no prevista de la obra. También aparecieron psicólogos y psiquiatras que defendieron su posición un poco culpógenamente. En todos los ámbitos se busca el atajo. Me acuerdo de haber estudiado dramaturgia con Kartún y que haya gente que le decía, “Mauricio, decime como hago para escribir una obra que este buena”. ¿Qué le va a decir? Hay gente que quiere que le la receta del éxito o la locura. 
AR: En La Pampa me pasó. Después de la obra, al día siguiente di un taller y se acercó gente con una angustia, una ansiedad tremenda. Acercándose a pedir una respuesta, mostrando los demonios de tener un familiar o amigo “loco”, proyectando todo. Entiendo lo que pasa a la gente. Con esta obra, se pone en evidencia lo que pasa en la sociedad en referencia con la locura, con la alienación. Se pone de manifiesto que hay mucho malestar con respecto a la alienación, la salud mental y la medicina capitalista. A como nos relacionamos con la locura. Si a esto le agregas que alguna persona sabe que escribí un libro llamado “Actuar como loco”…..tendría que venir el Tato Pavlovsky y Vicente Zito Lema  a darnos una mano con esto para entender todos estos procesos. Es muy fuerte como viene la gente después de la función, no a darte una opinión de lo que vio o compartir como se siente después de la función, sino que te pide una respuesta sobre problemas de salud personales. 
MO: El loco es un exponente de una situación más compleja. No es solo “Uh, el pibe se volvió loco!”. Hay un entorno familiar que ha empujado a eso…. 
AR: La otra vez vino un chico de dieciséis años con la madre. Me dice la madre, con el libro en la mano, “Mi hijo es esquizofrénico. Dedicaselo a él”. El chico estaba al lado de la madre. Lo dedico y le digo al muchacho, “cuando termine de leerlo, quiero tu opinión. Sos joven y quiero saber que te pareció”. Se lo dije a él y no a la madre. Pero la mamá toma la palabra y me responde “Pero él no lo va a leer. Lo voy a leer yo”. No le respondo a la mama sino que le hablo al nene. “Tomate tu tiempo, leelo y cuando lo termines de leer, escribime porque me interesa mucho tu opinión”. Eso es alienación social. 
MO: Señora, quiere curar a su hijo? Internese usted y déjelo solo! (risas).


«Actuar como loco» los unió para «Un psiquiatra»

Una anécdota tremenda…. 
AR: De esas, me cruzo todo el tiempo. Te cargan con mucha presión. Por eso voy con Martín para preservarme más. Es una cuestión física la demanda. Otra es “Que bueno, vos!”. Y pregunto…¿Yo qué? Soy actor y estoy actuando. 
MO: A veces la obra queda en un segundo plano. Inclusive la obra no habla de alguien que pudo salir. No es muy optimista en ese punto sino que habla de alguien víctima del sistema. No ven aquello que ven y dicen que cualquiera puede enfrentarse a esto. 
AR: La obra habla de que tenes que tener un tiempo para con tu familia, tu gente…. 
MO:También de la alienación que produce el sistema. Tampoco somos ingenuos al poner un psiquiatra como personaje principal. Pero puede ser un tipo alienado por el trabajo y por las necesidades impuestas. El dar cuenta de términos económicos y de status. 

-¿Se le va a dar una vuelta de tuerca al personaje? 
MO: La vuelta de tuerca tendrá que ver más que nada con el encuentro en escena. La rosca que le faltan tendrán que ver con las funciones y el transitar el espectáculo. Fuimos encontrando el personaje y el entender lo que pusimos. Estamos hablando de esto.  A veces, descubrimos las sutilezas que, a veces, por mirar de manera tan general, no la vemos. La obra es en tiempo real
AR: Todavía igual, tenemos preguntas al respecto. ¿Cuanto mostrar? ¿Lo llevamos al grotesco o lo tiramos al realismo? 
MO: Lo que tiene de realismo el espectáculo es que el que está alienado, no se da cuenta. No tiene conciencia de la situación en la que está. Y si toma consciencia, sigue igual para adelante. 

-Martín, estas laburando con otro unipersonal. ¿Cómo ves el boom del unipersonal? 
MO: No se con qué tiene que ver. Tampoco es que sea más fácil escribir unipersonal. Me pasa una cuestión de preguntarme el porqué este tipo o esta mina está hablando solo/a durante una hora. ¿Por qué? Esto nos importó mucho en “Un psiquiatra” y creo que le encontramos la vuelta para entender porqué este tipo cuenta todo lo que cuenta. Cuando veo un unipersonal, me interesa que tenga su lógica interna. ¿Por qué se le ocurre contar todo esto a esta persona? Ahora estoy escribiendo un texto para una actriz, que lo va a hacer Marcela Fraiman. El texto lo venía haciendo y ella lo vio y le gustó. Además quería que la dirija un hombre. En el caso de “Ella nombra” –asi se llama la obra-, el tema es el amor y la búsqueda de la necesidad y la frustración de no encontrarlo. El público se puede identificar al respecto. En relación con “Un psiquiatra”, hay una cuarta pared y salvo algunas cosas muy específicas, que hay una provocación muy puntual. En “Ella nombra” es “necesito contar esta historia” y le cuenta a la gente lo que le pasó.
El unipersonal brinda una mayor empatía con el público, respecto a aquello que «le pasó». En «Un psiquiatra», la temática es la locura y estamos todos cerca de eso. Convivimos con eso. Todos tenemos «un loquito en el barrio» o vimos como el PRO cagó a golpes a los locos en el Borda. Es un estigma y un temor la locura.
Pero, retomando la pregunta, en mi caso,no es una “necesidad” específica de hacer unipersonales. Simplemente se dio…..


«Un Psiquiatra». Domingo 8 de agosto. 12° Feria del Libro de Cipolletti.  Circulo Italiano de Cipolletti. Hipólito Yrigoyen 777. A las 21 hs.
Contacto «Actuar como Loco»: https://www.facebook.com/Actuarcomoloco

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