Ivor Martinic: “El teatro no necesita ser simple”

El próximo martes 1 de marzo, se presenta “Sería una pena que se marchitaran las plantas”, la nueva creación de Ivor Martinic, autor de la exitosa “Mi hijo sólo camina un poco más lento”. El reconocido dramaturgo croata, zoom mediante, analiza su reciente estreno al tiempo que reflexiona sobre los cambios que trajo la pandemia al teatro –incluido el público-, la ayuda estatal y su deseo de ser mago.

 

– Ivor, contame sobre “Sería una pena que se marchitaran las plantas”…
– La escribí hace tiempo. Indagaba mucho en su estructura por lo que hay muchas versiones de esta obra. Es más, me parece que es la que puede inaugurar una nueva forma de crear ya que es lo primero que escribí tras dejar mi país, Croacia y partir a España, hace cinco años. Esto fue un gran cambio en términos culturales y de lenguaje. No sabía cómo presentarme como autor y qué hacer. Por eso, necesité hacer algo muy extremo para tener una diferencia entre lo que soy como autor dramático y lo que hago en el escenario, casi como director. Por quince años, no tuve ideas para hacer algo sobre un trabajo mío. Tomaba una distancia del proceso teatral porque quería que los directores tuviesen la libertad de hacer lo que quisiesen con mis textos. Ahora, quiero cambiar cosas y estar en escena para presentarlo en vivo, estableciendo un vínculo con el público. La pregunta que tenía cuando me mudé a España es a qué público escribo. En esta obra, que tiene una estructura tan abierta, tengo la idea que es como escribirla en el mismo momento que se realiza. Todo esto es una nueva etapa para mí.
 
-Imagino como habrá cambiado la obra desde su concepción a como está ahora…
-Empezamos a ensayar en diciembre de 2020 y el estreno fue en marzo del 2021 en Barcelona y en Croacia. Cambió muchísimo por no poder presentarla en una sala llena, sumado al uso del barbijo. Quería hacer una obra super simple y no necesitáramos mucho para hacer teatro. Solo somos dos actores y un texto. Es bastante tanto como compartir emociones. Cuando estrenamos en marzo, me di cuenta que hubo gente que olvidó el expresar sus sentimientos por las mascarillas. No se ven sonrisas ni otras expresiones. De ahí que fue muy importante presentar nuestro trabajo y decirle a la gente “aquí estamos y vamos a hacer una historia muy emotiva».
 
– ¿Por qué decidiste ser parte de la obra?
– Era buscar la verdad dentro del texto. Quería tener presente todo respecto de la obra. Así surgió la idea que esté en el escenario y le presente la obra al público. “Es lo que quiero decir”, mostrar el texto en mano mientras se lleva a cabo la puesta. “Soy el director”, “él es actor” y “este es el espacio en el que va a salir la obra”. Es la primera vez que hago esto y es en la obra que inicia mi nueva etapa creativa, en la que deseo realizar algo tan simple como volver a lo básico, a las raíces del teatro.  
 
– El título da pie a jugar con que no se marchite “el amor”. Inclusive, si tiene fecha de caducidad.
-Es algo que hablamos durante la obra y los ensayos. Ver qué tipo de amor hay al tiempo que jugamos con la historia de cómo compartimos la vida juntos. Creo que el amor es un secreto y no podemos decir si hay caducidad del mismo ya que depende de las personas. El texto es la plataforma para escribir sobre el amor. Todas las preguntas que tengo sobre este tema las incluyo allí y voy a incluir algunas más porque la obra es abierta. O sea, se pueden cambiar los actores y pueden ser dos hombres, dos mujeres o de mayor edad. En la versión actual, hay algo que ocurre tras seis años de estar juntos.  
 
– Con actores del mismo sexo o mayor edad tendría una resignificación muy importante del texto…
-Sí, es cierto. No es lo mismo cuando una frase la dice un hombre que una mujer o incluso de acuerdo a la edad que tiene. Cambia todo a través del lenguaje. Lo mismo con los diferentes vestuarios -se modifica la atmósfera si la actriz está de blanco o de negro- y con el espacio. Una vez la hicimos en un festival en Cataluña al aire libre y fue completamente diferente a hacerla en un teatro cerrado.
 
-Además, hay un planteo en volver a lo artesanal del teatro. Se habla del amor sin que haya tecnología de por medio, algo que pareciera ser una obligación en las obras para dar cuenta que estamos en el 2022…
-Hay dos cosas. Lo hicimos con la producción de mi propia compañía independiente por lo que no teníamos mucho dinero al respecto (risas). Lo otro es cierto. Queríamos hacer un teatro narrativo. Usar texto, actores y ver que se puede hacer. Tampoco usamos música sino que nuestro propio altavoz. La mecánica y las luces son nuestras, no las del teatro. Esto también forma parte de esta nueva etapa de mi producción. Quizás, en mi octava puesta use algo de multimedia (risas). Ahora, de principio, me parece bien tener algo simple.
 
-¿Qué te dice el público cuando termina la obra?
-Queda muy emocionado. Hay mucha gente que viene más de una vez. Se conectan mucho con lo que ven. Lloran, por ejemplo. Me han contado que viene muy bien para cuando se termina una relación porque ayuda a que todo termine. ¡Una chica invitó a su pareja para finalizar la relación! “Ok. Ahora si vamos a terminar”. Más allá de esto, también hay partes realmente divertidas. 
 
Destino, Argentina
 
– ¿Cómo te imaginas la recepción en Argentina, teniendo en cuenta que tenes un actor de aquí (N de R: el elenco lo conforman Victorio D’Alessandro y Julia Ferré) y el éxito de tus trabajos previos?
– El público argentino me da mucho amor. No pasa una semana sin que tenga algún mensaje que me diga algo sobre alguna de mis obras. Espero que les guste este trabajo ya que saben mucho de teatro. No hay muchos países donde tenga tanta cantidad y calidad de propuestas teatrales. Cuando empecé con esto nuevo, quería ir a Buenos Aires para presentar el nuevo material. Es un trabajo muy sincero que se vincula con la gente. 
 

-Nuestra manifestación del amor es diferente que en Europa
-Claro. Cada versión es diferente y depende mucho de los actores. Vico es argentino y Julia es catalana. Hay algunas cosas no autobiográficas pero que se comparten como el vivir el amor.  
 
-En Argentina ya hemos visto con “Mi hijo solo camina un poco más lento” y “Mirjana”. Elencos numerosos y ahora, solo tres. ¿Esto también tiene que ver con tu cambio en la forma de hacer teatro?
– Es una nueva etapa. Hay una versión con elenco croata. Además, estoy en Madrid con una obra llamada “Drama feliz de un joven del país más violento del mundo” en la que estoy en el escenario junto al protagonista Guillermo Miranda, de El Salvador. Como autor busco la manera de escribir y narrar la historia. Hay una versión de “Mirjana” con tres actrices en la que soy un hombre que vive afuera y recibe una llamada en el escenario. Con éstas producciones se abre una nueva línea en mi trabajo.

Pandemia y Estados
 
-¿Cómo viviste/vivis al día de hoy, la pandemia?
– Es muy difícil. Todos los que hacemos teatro vivimos una pesadilla. Nunca pensé que iba a ser tan fuerte, con cierre de espacios y se extienda tanto en el tiempo. Pero también esto da una nueva esperanza para empezar cosas nuevas. Ver que se puede hacer y de qué manera. Con Nikolina (Zidek, traductora y productora de Martinic) hicimos algunos videos en la pandemia para “Mi hijo”. Trabajamos de la manera que podíamos al tiempo que buscamos otras maneras. Creo que ahora se puede ver un fin. Ojalá podamos volver pronto a cierta “normalidad”. La pandemia cambió la forma de ver la libertad y surgió una especie de «miedo» a estar juntos en un mismo lugar. Esto se ve mucho en el teatro. El público está con barbijo y no se ve si se ríe o no…
 
– Cambió hasta la ceremonia de ir al teatro.
– Si, es muy duro. Por eso es importante hacer teatro ahora para volver a generar e intercambiar emociones. Intentar todo lo que se pueda hacer. Todavía no es del todo fácil viajar pero desde el teatro tenemos que hacer de todo para compartir historias.
 
– ¿Cómo afectó -y afecta- la pandemia al teatro en España y en Croacia? ¿Hubo apoyo del Estado frente a los cierres?
-Fue muy difícil. En Croacia, fue fatal. Hubo una ayuda sincera, al principio. Era la primera vez que el gobierno brindaba una asistencia aunque duró solo tres meses. Después no hubo mucho interés en apoyar al teatro independiente. Hay diferentes auxilios pero sin público no podemos vivir. Además en Croacia hubo tres terremotos, lo cual fue muy grave.
Algo similar ocurrió en España donde hubo ayudas aunque no fueron son tantas. Se sabe ahora que el arte ocupa una porción pequeña dentro de las prioridades de los gobiernos que no saben cómo funcionan estos temas. Lo bueno es que el público que gusta del teatro, busca diversas maneras de verlo, ya sea por streaming u otros medios.
 
– Justamente te iba a preguntar por el “teatro por streaming”
-Fue una ayuda pero solo temporal. No es teatro “puro”. No se puede comparar como el teatro ni reemplazarlo porque es algo completamente diferente. Por más que podamos hacer algo en vivo, no hay un espacio común. No creo que tenga mucho futuro y además, estamos cansados de ver cosas en la pantalla. Queremos salir y compartir el aire con el público.
 
– No me imagino una gran cantidad de obras que hablen de la pandemia pero tampoco un mundo muy paralelo con un “acá no pasó nada”.
-Es muy difícil censurar a la pandemia. Cambió nuestras vidas y afectó mucho a la gente a nivel personal y emotivo. Si hace dos años te hubieran dicho que no ibas a poder salir a la calle, los barbijos y todo lo que íbamos a atravesar, parecía que era una película. Podemos imaginar cosas más graves que antes que han ocurrido en la realidad. No es posible escribir sin contar algo de la pandemia pero también se necesita que pase el tiempo para contar lo ocurrido y procesarlo. Hay una necesidad de los autores para hablar de esto pero hay que dejar pasar el tiempo. Que se establezca una distancia histórica.


 -¿Pensas que ahora hay un público que no tolera una obra de más de una hora de duración, como si fuese el capítulo de una serie de Netflix?
– Está pasando mucho esto. Es una gran pregunta para quienes hacemos teatro. Creo que el teatro necesita decir todo el tiempo que “es arte” y eso implica obras de tres horas, teniendo su sentido. Necesitamos luchar por eso. Ahora, con Instagram, Tik Tok y demás, podemos tener obras de cinco minutos junto con las cosas que hace la gente en estas plataformas. Hace muchos años que existe el teatro con reglas que van cambiando. Que la gente sea impaciente, no significa que vamos a simplificar las cosas. Me han preguntado varias veces el porqué de los títulos largos de mis obras pero para mi eso también es teatro. Son parte de mi obra. Necesitamos agudizar nuestro pensamiento. Hay un público con preguntas productivas. El teatro no necesita ser simple sino jugar y cambiar. Tiene que provocar.
 
– Si no eras sido dramaturgo, ¿qué hubiera sido de tu vida?
– ¡Uhhh! Cuando era chico, quería ser mago. Era mi sueño. Después de un momento en que escribí algo, con un ataque de adrenalina, me di cuenta que no podía ser otra cosa que autor. Fue tan grande esto que, cuando pensé en cambiar de profesión por diversos momentos de dificultad, me di cuenta que nada me da tanto amor y pasión como esto. Es mi vocación en la vida y no hay nada que lo pueda cambiar.
 
– Si por la puerta de tu casa entrase el Ivor Martinic que tenía quince años, ¿qué le dirías?
– Ese momento, de los quince años, ya tenía claro lo que quería hacer por ese ataque de adrenalina. Podría decirle que tiene una buena intuición y que deberías seguirla. Durante la vida tuve mucha gente, como profesores y amigos que decían que escribía bien. Me alentaban al respecto por lo que estoy muy agradecido. Nunca tuve demasiadas contras en relación de plantar cierta inseguridad respecto de mi vocación. Le diría que este tranquilo y que confíe en la intuición para hacer lo que quiera hacer.
 
“Sería una pena que se marchitaran las plantas”. Moscú Teatro. Ramírez de Velasco 535.  Miércoles 2 al viernes 4 de marzo, a las 21.30 hs; domingo 6 de marzo, 18 y 20.30 hs y domingo 13 de marzo, 18 hs.

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