Agustin Rittano: “Me fascina observar, criticar, construir, destruir”

Actor de pura cepa, Agustín Rittano se prueba el traje de dramaturgo y director en “La oveja abandonada”, una obra que cuenta con varios puntos a favor, para disfrutar un domingo por la tarde. Rittano le cuenta al ECDL la génesis de la obra asi como recuerda sus pasos como actor en “Siglo de Oro del Peronismo”, “De mal en peor” y “Marat Sade”.
-¿Cómo surge la posibilidad de hacer «La Oveja Abandonada»?
-La oveja…” surge de un deseo irrefrenable por escribir y dirigir teatro. Si bien yo había escrito desvergonzadamente algunas minucias siempre las guardé bajo siete llaves y nunca me había animado exponerlas. “La oveja…” afianzó ese deseo. Se trata de un rejunte de recuerdos de infancia, algunos exactos y otros, obviamente, exagerados. Cuando me puse a escribir surgió la complicación de combinar todo ese anecdotario que no parecía tener un hilo narrativo en consonancia. Entonces convoqué a los actores para que esto ocurriera y para traducirlas a un lenguaje teatral y la obra fue apareciendo hasta consolidarse en La oveja abandonada.
– ¿La conformación del elenco?
-A Fernanda Bercovich la conocía desde las épocas del conservatorio. Es una actriz completísima. Me pareció justa para “la Majo”. “La Shirley” requería ciertas «condiciones» físicas. Pensé en Fernanda Perez Bodria que tiene un estilo propio muy determinado, además de ser muy sugestiva. Entonces llevó adelante a “la Shirley”. Alejandro Alvarez es “el abuelo”. Apenas lo ví quedé maravillado por su potente imagen. Por último está Rodrigo Martínez Eguizábal que me lo recomendó una amiga. Yo le comenté el tipo de actor que la obra necesitaba y a ella se le ocurrió su nombre. Perfecto para “el Eugenio”. Nos asiste Florencia Blejer (que también hace el vestuario) y a quien convoqué casi al mismo tiempo que imaginaba la obra. Los rubros técnicos aparecieron cuando la gran faena estaba casi lista: Fernando Lancellotti hizo la escenografía y Natalia Sordi, la música mientras que la gran Fernanda Balcells que nos iluminó el camino, desde su rol de iluminadora.
– Sos el director y el dramaturgo de la obra, ¿te costó no actuar en la misma?
-En absoluto. No me considero un dramaturgo-director sino un actor que eventualmente dirige y escribe. Entonces como actor ocupo el rol de director y listo el pollo. No hay deudas. Me fascina observar, criticar, construir, destruir. Uno como creador de la obra siente una omnipotencia enorme. Esa tentación  puede ser fatal. Podés timonear el barco para un lado interesante o también podés hacerlo naufragar y nos hundimos todos.
– ¿»La Oveja» juega con distintos temas a los que aborda con sutileza, como la ancianidad y el deseo de una «libertad»que está por llegar….¿ya tenías todas esas ideas para la obra?
-Esos tópicos que vos describís fueron apareciendo en el período de las improvisaciones. Teníamos algunas hipótesis básicas para abordar el laburo, además del campo temático, y que eran los silencios, la omisión, el uso de acciones mínimas, la quietud, ciertas epifanías y sobretodo la idea del estancamiento.
– ¿Llevó mucho tiempo hacer la puesta?
-Nos tomamos la libertad de trabajar muy tranquilamente. Fueron tres etapas: En la primera empezamos a bosquejar las escenas posibles, todo aquello que tenía posibilidad de ser actuado, navegar en lo caótico, armar hilos narrativos, etc. Luego yo anduve con mucho laburo y cortamos un buen tiempo. Después escribí 2 capítulos, volví a convocar a los actores y una vez que retomamos, le dimos duro hasta el final. Desarmé el dormitorio de mi casa y ensayamos allí. A fines de diciembre hicimos una muestra para que nuestros criteriosos amigos opinaran al respecto. Recuerdo que la obra duraba dos horas y veinte minutos y aún faltaba el final. Pesadísima. El trabajo que vino a continuación, y que se puede llamar tercer  etapa, fue básicamente recortar o censurar todas las escenas que estaban de mas y  que no aportaban y , por supuesto, meternos meticulosamente con el ritmo.
– ¿Influyó el cambio de teatro en «La Oveja»?
-Si. En el teatro anterior, El Anfitrión q es precioso, tiene una sala mas amplia, con mucho fondo y gradas muy, muy altas. Esto demandaba a los actores mayor proyección. En El Excéntrico el público está mas cerca y se logra ese efecto de  cámara q es imprescindible para nuestra obra.
– ¿Cómo recordás «Siglo de Oro del Peronismo»y «De mal en peor»?
-Debuté en teatro en el 2004 con “El siglo de oro…”. Fue la primera vez que actué para el público. Tengo un recuerdo muy grato de esa obra y una gran enseñanza, obviamente. Además contaba con la dirección de Rubén Szuchmacher que es un consagrado. “De mal en peor” fue una experiencia muy, muy intensa. Venía entrenando con Bartís y luego empecé a ensayar para “De mal en peor”. Cuando debutamos, estuvimos tres años en cartel. La genialidad de Bartís, las funciones agotadísimas, las giras a Europa. Todo muy raro. La primera vez que me subí a un avión fue para actuar en Berlín. Fue una de las experiencias mas fuertes que hice como actor.
– ¿»Marat Sade» fue un antes y después en tu carrera?
-No lo tomo como un antes y un después. Fue una laburo del que pude aprender mucho, mucho, eso si.
– ¿Cuales son tus próximos pasos?
-En teatro voy a empezar a ensayar “Macbeth”. La va a dirigir Javier Daulte en el San Martín. Un personaje precioso: Banquo. Tengo entusiasmo porque nunca trabajé con este director. Empezamos pronto, pronto.
“La Oveja Abandonada”. Excéntrico de las 18. Lerma 420. Domingos, 18.30 hs.

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