En lo que sería un seleccionado de lo mejor de la comedia musical de nuestro país, “Casi normales” desestructuró al género con una excelente propuesta en la que conviven el amor, la esquizofrenia y la familia. Alejandro Paker cuenta como fue hacer este proyecto, que es la comedia musical y deja atrás su presentador de Cabaret.
-Ale, ¿cómo surge la chance de hacer “Casi Normales”?
– Surge por un casting que me llamaron para hacerlo. No conocía la obra. Le pregunté a mi profesora de canto de que se trataba y me pasó un video. Pensaba “Uh, debe ser una americanizada tremenda”. Que están buenas…no es que reniego del género pero bueno, vamos a ver de que se trata. La vi y dije “Está buena!”. ¡Qué raro que estén haciendo esto allá….! ¿Qué personaje me correspondería? ¿Sería el de Dan, el padre? Justamente me habían llamado para ver si podía hacer ese personaje. Ahí investigué, la escuché… y bueno, fue por eso. Me presenté, me dieron el material y así fui quedando. No fueron muchas audiciones. Ellos fueron bastante concretos en lo que querían y en lo que estaban buscando. Me refiero tanto el Indio Romero como Gaby Goldman, los directores de la obra. No dieron muchas vueltas para nada.
– ¿Te costó mucho meterte en el papel de Dan?
– A ver…como a la gran mayoría de los personajes, lo trabajo mucho. Este tenía algo, -no quiero ponerme ni místico ni mágico-, que uno siente que va entrando en el cuerpo en la medida que va trabajando las diferentes áreas. O vas buscando, primero lo externo y después lo interno… Investigamos tanto el tema de las enfermedades psiquiátricas en general y la bipolaridad pero a mi no me interesaba saber solo eso sino como le afectaba a una familia. Siempre teniendo en cuenta que mi personaje es el padre. Después tenía líneas de recurso que tenía el personaje como el de la negación. Es un tipo que cree que está todo bien y sabe que no es asi. Es el que contiene, tranquiliza, concilia. Pobre, a veces es como una pelotita de ping pong, que va de un lado a otro entre el médico, la mujer, la hija y el hijo. Está en un estado de desesperación contenido por lo que había que trabajar esa contención. Mis personajes suelen ser extrovertidos y hacia afuera; ahora, tenía que trabajar el adentro y el contener. Se agarra todo el tiempo sus manos para que no le salga esto que quiere decir. O sea, su verdad. Tiene un estado de nerviosismo constante ya que no duerme desde hace casi 16 años porque no sabe si la mujer le va a clavar un cuchillo en el medio de la noche. Está abierto a todo tipo de situaciones. Además, indagué una situación familiar en la que el marido de mi madre –al que conozco de toda la vida-, había tenido una relación con una mujer esquizofrénica. Siempre admiré de ese hombre el entrañable amor que tenía por esa mujer hasta que puso un límite y no pudo soportar más –intentos de homicidio, etc-. El tipo siempre puso el hombro porque había un profundo amor hacia esa persona que está enferma.
– Eso lo plantea también la obra, el tema del amor y la enfermedad…
– El amor y la locura…Lo hemos analizado mucho con el Indio porque nos planteábamos si Dan, mi personaje estaba loco pero bueno, a mi no me servía juzgarlo. Eso fue cayendo en el cuerpo desde la investigación, la observación. También hablé con varios terapeutas para saber que es lo que les pasa a los que acompañan. Me decían que hay varias etapas. Primero de enojo, después el entender, aceptar…
-Cierta compasión…
-Si, y también perdonar para seguir. A la medida que el paciente se va estabilizando, el que acompaña empieza a creer y sigue como a esa zanahoria, como que se va a curar. Pero no. Ésta era otra cosa que teníamos que trabajar. Hay una ilusión que el otro se va a sanar pero hay algo que te hace reaccionar en tanto no va a ser asi. Es la ambivalencia constante y empiezan a tener este tipo de problemas…
-Toda la familia…
– Y si! Cuando hay una enfermedad de este tipo, afecta a todos y terminando todos, casi tan locos como el loco. Sobre todo los más niños. Crecer con una madre de estas características, es muy duro. El adulto tiene otro back up….
-La pilotea más como quien dice…
– Es que tiene más info pero el niño crece en eso. Todo eso lo fuimos trabajando con el Indio, que nos dio material de todo tipo. Nos contuvo muchísimo y después nos dejó crear. En la obra original, en el video, no se quiebran nunca.
-¿En serio? Qué raro…
– Si, ¿viste? Pero el americano tiene otra idiosincrasia. Se saludan y no se tocan. El afecto va por otro lado. Nada de beso y abrazo. No se puede entender y tiene que ver con nuestra idiosincrasia. Le preguntamos al Indio que caminos tomar y nos brindó total libertad. Ahí tuvimos momentos muy fuertes como la escena del relato con la cajita de música. Tardamos una semana entera en hacerla. Empezaba la música, teníamos que decir el texto ¡y se nos quebraba la voz! ¡Me acuerdo y me pongo mal! Entonces el Indio nos decía “Bueno, vamos a correr por el escenario!!”. Volvíamos y otra vez…no podíamos. “Pasamos esta y hagamos la que viene”. Creo que la simpleza que tiene el texto lo coloca en un lugar de universalidad que….
-No cae en el golpe bajo
– Para nada. Hay gente que ha dicho que cae en un melodrama…
– Si. Mirá, nosotros y también el Indio..tuvimos la suerte de charlar con Brian Yorke que vino a Buenos Aires. Lo exprimimos…(risas). Muy pocas veces se tiene la suerte de hablar con el autor. Teníamos tantas dudas con los personajes y algunas “trampas” que tiene la obra…Me dijo “elegí lo que quieras. Lo que a vos te sirva”. Sabe que la dramaturgia es contundente, que no tiene fisuras. El cuento va para un lado y el interprete va relatando ese cuento en la medida –y nos lo decía él- en que nosotros “nos veamos honestos”. Siempre nos dijo “sean verdaderos. Van a agarrar un relato que debe tener una emoción verdadera. Eso va a ser lo que verá y tomará el público. Si se quiebran, quiébrense; si no se quiebran, no se quiebren”. Ese fue el proceso de los otros personajes.
Intermedio: Llegamos a la casa de Alejandro, casi llegando al mediodía. Siempre es un gusto hablar con alguien que no se pone el cassette y dice lo que piensa. Café –y humoradas varias- de por medio, hablamos de la obra que, según Alejandro, le brinda un personaje que lo aleja del presentador de Cabaret. Ale dice que, “Casi normales” se va de gira. “Sería por Rosario, Mendoza, Córdoba, San Luis Tucumán y Mar del Plata. Falta confirmar otras ciudades. Además, no va a ser una gira que vamos solo un día. Se monta el escenario y lo hacemos viernes, sábados y domingos”.
– ¿Cómo fue el manejarte con los tres niveles de la escenografía?
– Cuando la vi en video, me gustó porque le dio también, esa libertad de la que habló el autor, quien la trabajó con el director original. No es que trabajaron por separado. La obra empieza en el off y después va al “on” con otra estructura. Trabajaron mucho en equipo tanto el compositor, el autor y el director. Esa estructura también te da la libertad de elegir que queres ver. Porque hay momentos en los que pasan tres cosas a la vez. Vos elegís con quien te quedas.
-Inclusive podría ser, cielo y tierra…
– Si, puede ser. Es que, en realidad, te diría como nos decía Yorke frente a nuestras dudas, “es lo que vos pensaste, entonces es asi”. No hay una verdad absoluta. Porque, justamente, no es casualidad que la banda esté arriba y nosotros abajo y podría ser la cabeza de Diana. De ahí, viene la música que tiene todos los ritmos y estilos. Por eso, la cabeza que pasa por todos los estadíos y colores. De algo tenue, dulce a algo más violenta y rockera. Es la cabeza? Lo de los espacios lo vivi como los espacios de la casa, nuestro ámbito. Viste que es muy ascética? Solo hay un par de elementos. Lo genial es que es una obra de actores. Entrás, ves la escenografía y decís “Uhhhh, que bueno los tres pisos”. Le preguntamos si tenía que ver con Agosto y él me respondio que ninguno sabía que el otro tenía una casa de tres pisos. Si bien en Agosto, la casa es absolutamente naturalista, aca no. Diana y Dan son arquitectos, por eso es tan acética. Y justo le había preguntado por los tres pisos. Nosotros lo vivimos de esa manera, con los pocos elementos. Eso está bueno cuando tenés un buen cuento y te ayuda a poner las actuaciones en primer plano. Cuando un espectáculo no está apoyado en la parafernalia –porque después te olvidas de los tres pisos una vez que entraste en código-, empezás a focalizar en la actuación, las oscuridades y luminosidades. Rescato que el Indio quiso seguir haciéndolo de esa manera.
-¿Y laburar con la banda?
– Nosotros trabajamos desde el primer día con Gaby Goldman, el director musical. La obra tiene un 85% es de música. Entonces arrancamos con el piano, que toca el 80%. Inclusive es muy exigente para el director musical y es él quien está al frente de todo, en las funciones y quien lleva el timing. Aquí tuvimos que empezar a negociar. En las partituras, siempre el compositor te pone un timing ideal. Pero aca vemos que suceden cosas emocionalmente, de acción, de emoción y de espacios. Seguro que el tipo escribió ocho compases y después empezaba la canción pero esos ocho compases servían para correr una mesa únicamente. Entonces hubo que hacer modificaciones por lo que hubo que negociar con el director musical. También el tema de los silencios y las emociones. Le decía esto a Gaby que se necesitaba decirlo con un timing determinado que no estaba escrito en el pentagrama. Entonces eso fueron situaciones negociables. Cuando empezamos a ensayar, le respetábamos todo porque estábamos sentados, trabajando y tomando notas con nuestra arregladora, Ana Carfi –que hizo el trabajo vocal-. Lo primero fue tener los colores de esta paleta y después fuimos a la sala de ensayo, con todo aprendido –voz y arreglos-, había que ponerlo dentro del cuerpo. Fuimos con el Indio y con Gaby. Esta obra está musicalizada todo el tiempo y lo bueno es que la música…los que somos musicales….también siento que hay gente que dice “la vida no es una comedia musical”. Ok, pero la vida está musicalizada. Siempre asocia las emociones con una música en particular. Todo el tiempo hay una musicalidad una vida. Pero el autor nos decía…por qué estos personajes cantan y no hablan si la obra tiene partes habladas, y él nos decía que los personajes están tan desbordados emocionalmente que necesitan cantar.
– ¿Una vía de escape?
– No, sino un estadio emocional más alto que el común. Es un estado de exacerbación tan grande que tenés que cantarlo. Porque habrá alguno que te dirá por que no la hiciste hablada….
– Pero el que sea cantada, es una riqueza también…
– Si, para mi también. Hay muchas personas que me dicen “no es una comedia musical”. El otro día vino Juan Taratuto y de paso te digo, que viene mucha gente del cine….
– Si, si. Vino Lucia Puenzo, Deluque, y demás…y Taratuto me decía “No me gusta el género musical pero esto no es una comedia musical” pero si lo es.
– ¿No hay también un prejuicio al respecto?
– Si, está entendido que el actor o la actriz está departamentado a lo largo de la obra. “Ahora canta”, “ahora baila” y después “actúa”. Nunca hay una integración, por llamarlo de alguna manera. A mi me molesta en general –y yo me lo exigo mucho- que la voz cantada no sea igual a la voz hablada. Eso lo trabajo muchísimo en mis personajes. Que el discurso de mi personaje no se quiebre en esos lugares que al espectador le hace ruido. Ok, después te acostumbrás pero te hace ruido cuando habla de una manera y canta con otra voz. ¿Qué pasó? Le cambió la voz!! Lo mismo con la manera de caminar. Tiene un cuerpo el personaje a la hora de andar y moverse y cuando tiene que cantar o bailar lo hace de otra manera. No! Si es jorobado, tiene que bailar jorobado. Porque cuando baila, canta divino. Lo mismo al hablar. Soy obsesivo con eso y me lo exigo mucho. Estos directores de cine, no lo podían definir. Es…teatro cantado?
– ¿Habría que definirlo acaso?
– No, pero si lo querés meter en algún lugar….será una opera moderna, una opera rock, teatro cantado? Ponelo de esa manera, también hay tragedia cantada. Lo bueno es que esta obra desestructuró el molde allá…y aca está haciendo lo suyo. Empezó a venir gente que no le gustaba el teatro musical. O sea, generó algo. Una intriga, una curiosidad, que el cuento, los actores, vamos a verla. Generó eso. Y Taratuto me contó que a los diez minutos se olvidó que estábamos cantando. No me di cuenta pero porque el texto está bueno, es decible para el actor, tiene un vocabulario simple, habla de una familia –que es universal-, es muy fácil de identificar con alguna de las situaciones.
– ¿Cómo es la salida del teatro?
– Hay de todo. Un jueves de julio, una chica tuvo un ataque de asma y vino una ambulancia. Hay gente que se ha ido en el primer acto o en el entreacto porque se sintió mal, porque no podía bancarla. “Esto me supera, tengo una situación familiar parecida”. Hubo gente que nos ha esperado a la salida y me han llegado a decir “me ayudaste a entender a mi padre”.
-Que fuerte!
– A la mierda. Hay gente que vino más de tres veces a ver la obra. “Prefiero venir a ver la obra antes que pagar terapia”.
-Se te acercan más hombres o mujeres?
– Tanto hombres como mujeres aunque es cierto que, en general, las mujeres se acercan más. Lo que me ha sorprendido de esta obra es que los hombres vienen a charlar –sobre todo, hombres grandes, padres algunos- y me han dicho “ahora espero que mi mujer me entienda”. Pero también me sorprendió verlos emocionados.
-Hay mucho llanto…
– Uno está acostumbrado a que la mujer sea más demostrativa con respecto a la sensibilidad. Aca he visto tipos tapándose las caras cuando se encienden las luces y estamos cantando en el final. Los ves y notas que los tocaste, con los ojos rojos. Hubo tipos que me dijeron “te quiero saludar pero no puedo decir nada. No puedo hablar”. Brian Yorke, una vez más, dice que es una obra tramposa tanto para el interprete como para el espectador. La obra empieza de una manera tipo “otra comedia musical, todo bien, todos felices” y pensás que te va a llevar por ese lugar de la cotidianeidad, del “estamos todos bien” y craso error. Ese es el trazo grueso, lo que nosotros mostramos, en primera instancia. Si querés ver más adentro de esta casa, hay lugares oscuros, miserables y dolorosos. Esto muestra lo que nosotros nos esforzamos en mostrar y que no es lo que realmente somos. Solo lo demostramos a los que queremos y tenemos intimidad. Lo más interesante de este espectáculo es que muestra lo que no hablamos, lo que se oculta. Hay muchas cosas que no están en texto, lo que no se dice. Qué provoca esto? Mucho dolor. Hay otro texto pero ves que estos personajes se van desnudando a medida que pasa la obra y al final, los ves completamente en pelotas y no son los divinos y erguidos del comienzo sino que han tratado de sostener algo que es insostenible.
-La otra vez que habíamos charlado, estabas por sacar “Sotano” y estabas con querer salir del “actor musical”. Cómo estás ahora al respecto? La prensa tiene algo que ver al respecto?
– Si, me sigo peleando un poco con eso. Me considero que no soy un actor solo de musical. Inclusive siento, es mi percepción que voy al género de visita. Voy porque me gusta el proyecto, está bueno el personaje, me meto y lo hago, pero ahora también estoy haciendo un infantil donde canto una sola canción y el resto es de texto. La prensa, que diga lo que quiera, que sirva para vender. También entiendo la cuestión comercial pero a mi, como artista, soy curioso. Me gusta buscar estilos diferentes de teatro. Thriller negro, suspenso, ahora el próximo proyecto que estoy planeando va a ser un gran desafío, que es “El hombre elefante”.
– ¿Para cuando sería?
– Para el año que viene, mitad del 2013. Una obra emblemática que se hizo treinta años y después no se hizo más. Además, no voy a estar solo como actor sino como productor. Empecé a ver todo esto y comprendo más a los productores –un poco, nada más-, jajaja. Ahora voy a querer que digan que soy “productor”. Esto también tiene que ver un poco con la curiosidad que uno tiene como artista. Más allá de hacer números como productor, me interesa la producción artística. Que los recursos reunan condiciones artísticas para estar en el proyecto.Ahora estamos armando el equipo creativo, elencos tentativos, trabajando sobre la adaptación. Es una obra con más de treinta años por lo que hay que remozarla. Igual vamos a llevarla más hacia el lado de la película, con mucho de este material, porque es lo que más ha quedado en el inconsciente colectivo. En el 79, se estrena la obra en Broadway y la hizo David Bowie, en el 80 se estrena aca con Miguel Angel Solá y en el 81, se estrena la película. Es de culto casi, entonces investigamos que todo se hace referencia a la peli, que se vio muchísimo. Estamos trabajando simultáneamente con el texto original y el de la peli.
– Dan te alivia un poco lo de Cabaret, como hito personal, como personaje?
– Si, creo que si. También para mi fue el reconfirmarme en la medida en que tuvo aceptación este personaje, que se entendió y percibió. He recibido devoluciones en las que me decían “Después de ‘Cabaret’, este chico va a quedar estigmatizado a este personaje y va a ser difícil que le llegue otro para superar a aquél”. Pero vino Dan. Lo que pasa es que el personaje de el maestro de ceremonia es muy grande! Inclusive hoy, lo veo y digo que lo haría de otra manera. Me veo los hilos muchas veces. Pero bueno eso tiene que ver con el crecimiento. Me han dicho que vieron como he crecido como actor. También digo que, cinco años atrás, podría haber hecho a Dan pero no tuve la oportunidad. Ese es el tema de que se juzga a los artistas y no les diste la oportunidad. Y si no se la diste….Entonces, por qué vamos a decir que no lo podía hacer? En “Cabaret”, me dieron la oportunidad de hacerla. Es como que se juzga a partir de algo que no se ha dado. Si no lo vimos en otra situación….