Eduardo Calvo: Del Off a la masividad

Viene a paso lento hasta mi mesa en el bar. Lo miro y me lo imagino caracterizado en alguno de sus personajes como Tranquilino o el popular Heavy Re-Jodido. Está presentando “Por todo lo que no(s) diste, Eduardo Calvo, mucha gracia”. Eduardo Calvo se pide un cortadito y nos cuenta sus vivencias teatrales y “re-jodidas”.

– ¿Cómo surge en vos el actor y la faceta cómica?

– Surge a los 16 años yendo a un curso de Ricardo Pasano que daba clases en Congreso, en la Sociedad Italiana. A mi me gustaba ya el teatro; era espectador y me llamaba mucho la atención la actuación. Me acerqué al curso y me encontré con la práctica escénica. Veía que los actores trabajaban y ensayaban cosas. Al principio, tenía mucha timidez de actuar. Varios compañeros del curso hacían poemas teatralizados lo que me llamó mucho la atención. Me gustó un poema, lo ensayé y lo hice. Ahí hubo como un clic. A los 18 hice el examen de ingreso para entrar en la Escuela Municipal. Entraban 20 nada más y yo quedé en una lista de espera. Estaba Pablo Aubel, hermano de Raúl, que quedó conmigo para esperar. Finalmente, entré. Hice actuación y me quedé en la escuela para hacer un curso de dirección. En las clases tenía una tendencia hacia el humor. Hacíamos ejercicios donde teníamos que inventar cosas y las mías se acercaban al humor. Un profesor me dijo que tenía que desarrollar esa veta del humor. Empiezo a trabajar esto actuando y dirigiendo. Hice una obra en el 82, en el Teatro de la Fábula llamada “Aún estamos vivos”. Después dirijo un espectáculo de humor para dos actores que nunca habían hecho humor Patricia Fernández y Roberto Basile. Es mi segundo espectáculo de humor. En la escuela hacíamos como peñas y reuniones y yo era el encargado del humor. Ahí hice mi primer personaje que era el hijo de Martínez de Hoz. Hice una caracterización de un chico con una crítica muy fuerte a la economía. Tenía las orejas grandes y la ropa chica
– Siempre se habla de los actores cómicos…no se si decirle prejuicio pero que utilizan el humor para expresar su timidez.
– No tanto….Yo tengo un costado dramático y melancólico. Me encanta y me gustaría hacer drama.
– ¿No tuviste la chance de hacerlo?
– Mirá, trabajé como actor en el Teatro San Martín en obras dramáticas pero haciendo personajes cómicos. Sobre todo en las obras de Shakespeare que tienen esos personajes cómicos. En “La Tempestad”, dirigida por Luis Pascual y con Alfredo Alcón que hacía de Próspero, hice del bufón. Después estuve en una obra de Peter Hancke que dirigía Roberto Villanueva, que era un dramón y yo hacía el personaje cómico. Trabajé en el «Misántropo» de Moliere donde también hice un personaje cómico dirigido por un director francés. También trabajé en un personaje tragicómico en el “Rey Lear” en otro dramón. Todavía me falta eso. Igual mis personajes cómicos tienen su lado grotesco, de tragedia. El Heavy es más ingenuo y netamente cómico pero hay otros que tienen un trasfondo dramático.
– Tranquilino por ejemplo…
– Exacto. Es como una víctima del sistema, del stress y la alienación. De lo que le ocurre a un tipo en una ciudad como Buenos Aires. Después hago un marciano que tiene un final dramático porque hay una sucesión de cosas. No puede volver a su planeta por un montón de trabas burocráticas y al final se muere. Es muy dramático el final. Casi todos los personajes que hago podrían ser dramáticos pero están llevados a un punto que provoca risa.
– Esa risa ¿apela a la carcajada o es más algo irónico?
– A veces si y a veces no. En el espectáculo hay cosas blancas y negras. El humor negro es lo más cercano al drama. Deja algo, que no está bien y lo marca desde lo que dice. Te lo deja picando.
Intermedio: Nos encontramos en un bar “de los de antes” en Rivadavia y Larrea, pleno Once. Sus famosos ojos claros miran con timidez debajo de una gorra negra. Es difícil hablar con él y no recordar a alguno de sus personajes. Recordamos los tiempos en que estuvo en el teatro Bululú y Liberarte, donde lo fui a ver.
– Vos estuviste en el Bululú
– Si.
– Con Alfonso, con Campi….
– Antes. Es más, Campi venía a ver mi espectáculo. Hacía un espectáculo que se llamaba “Muchas Pelucas para un solo Calvo” que lo estrené en el Vitral y después lo hice un tiempo en el Bululú.
– Y después te fuiste a Liberarte.
– Si. Estuve en un montón de lugares. Hice más de mil funciones. Me invitaron de festivales. Me fue muy bien con ese espectáculo.
– Muchos terminaron en la tele como Campi, vos, el otro muchacho que Nico Repetto lo bautizó como Charanguito y en realidad era el Salvabache….
– Si, me acuerdo. Alejandro…y tenía un apellido difícil. Bueno, Las Pelucas son de esa época. Me acuerdo que la estrené el 3 de diciembre del 88, el día del levantamiento de los carapintada. Hacia un calor impresionante y era un día muy conflictivo. Era todo un despelote. Estaba lleno de gente pero no sabía si hacer el show y todo.
– Todos ustedes tuvieron acceso a los medios masivos. ¿Cómo se sintieron por haber llegado a ese “techo”?
– A mi, particularmente, los medios en general, no me parecen un techo. Es otra manera de expresar lo que uno hace. Los personajes tienen la misma energía. No lo veo como un final. Cada proyecto es un escalón de crecimiento. Siempre me dediqué a muchas cosas a la vez. Crecer en todo, en las clases, la tele, el teatro o la radio como con Beto Casella a quien conocí en un programa “Crónicas Picantes”. Él fue quien me dio la posibilidad de hacer radio cosa que me encanta. Es un medio mágico. Yo había hecho radio en Mar del Plata.
– ¿Cómo surgió el Heavy?
– Surgió en «Muchas Pelucas….», mejor dicho, en los preparativos. Antes de «Muchas Pelucas» hice varios unipersonales como “Siempre el Mismo Cuento”. Ahí empieza una unión. Tengo un equipo de trabajo con Pedro Cano, que es autor y actor a quien conocí en la escuela municipal. Se dio una conexión para la escritura. Y también con Claudio Lafalce, que es un músico impresionante con quien componemos música desde hace veinte años. Fue el director musical de «Historias Re-Jodidas». Yo probaba cosas con mis personajes en los bares como en el Café del Jazz en San Telmo. En el descanso de las bandas subía y hacía los monólogos de mis personajes. Hice este espectáculo de “Siempre el mismo cuento” en un lugar que era una peluquería de día y teatro de noche, en la calle Bolivar. Después de eso, tenía en la cabeza un personaje de comic, de dibujo animado, que tuviera ingenuidad y cierta prepotencia. Armé este personaje y es el presentador de todos los personajes que hacía en los bares. Así surgió «Muchas Pelucas» y él fue el presentador de todos. Ahora esta muy cambiado el personaje pero mantiene la esencia. Era un presentador y de repente se pone heavy metal. Salió con su manera de pararse y con la voz como antítesis de lo que dice ser. Me acuerdo que en la escuela municipal tenía un profesor de música que retaba a los alumnos con su voz chiquita y yo lo imitaba. Eso fue creciendo y terminó siendo la voz del heavy. Tiene mucho de ese profesor.
– ¿Cómo viviste la explosión de popularidad del Heavy?
– Sorprendido. Tenía mucha confianza en ese personaje porque tiene vida propia y pensaba que podía ser masivo. Después surge lo de Videomatch. Me llaman para una audición y ese mismo día trabajo a la noche y quedé. Me sorprende gratamente la gente que arma frases con las estructuras que yo hacía. Ir a Bolivia y que salgan como alegatos contra el presidente anterior con mis frases y cosas así…Es una cosa mágica.
– Es muy querible…
– Es tanto para grande como para chicos. Me pasa que voy por el subte y la gente me saluda. El otro día un muchacho me corrió por el subte y me pidió que le diga un “yo si quiero”. Me gusta porque es cariñoso. También me resulta raro como me reconocen porque uno está caracterizado y todo pero la gente es muy fisonomista.
– Y Tranquilino?
– Tranquilino tiene como una historia paralela al Heavy. Incluso estuvo en tele antes que él, con Leonardo Simmons en “Ta-te-show”. Ahí debutaTranquilino aunque antes lo había presentado en programas como “360” o “Estudio 13” pero no tuvo continuidad. Si te cuento como salió es mucho más extraño que el Heavy.
– Contame…
– Formé parte de la primera liga de improvisación con el Mosquito Sancineto y Pedro Cano. Fuimos los discípulos directos del francés que nos dejó la organización y armamos los primeros match. Inclusive di cursos de match de improvisación durante un tiempo. Y en un match especial que hubo en Palladium donde vinieron a jugar las creadoras y actrices que formaron parte de la liga de improvisación de Canadá (donde se originó todo). Hicimos un espectáculo impresionante. Viste como es el juego? Te toca un tema y tiene una duración. Tuve que hacer una improvisación de ocho minutos, individual y se llamaba “Mis proezas sexuales”. Armé un personaje que daba una conferencia y tomaba al público como partícipe de esa conferencia que daba sobre un libro que se llamaba “Mis proezas sexuales”. Y este personaje tenía el tic de “tengo los nervios alterados” que surgió ahí. Se llamaba Nanin Tensionanda. Da la conferencia y contaba todo. La gente preguntaba cosas y respondía pero después confesaba que tenía graves problemas sexuales. La improvisación tuvo mucho éxito. En ese momento fue la primera vez en los match esto de la comunicación con el público. Después el personaje me quedó y se me ocurrió que era profesor de yoga. Empezó a fumar en un gesto característico. Lo hice en el teatro y me llaman de Ta-Te-Show. Lo empiezo a hacer en el programa y en broma Scalise y Marchetti, que eran los autores del programa, creo que fue Scalise, me dijo Tranquilino. Y empezó a sonar y así quedó. El Heavy originalmente, se llamaba Charly pero todo el mundo le empezó a decir Heavy-rejodido y así quedó. Lo de Charly no era por Charly Garcia. Nada que ver. Después le quedó lo de la frase y así quedó.
– Vos hablaste de Palladium, como recordás esa época más aún que ahora hay tanto revival?
– Se produce este revival porque fue una etapa muy efervescente. Había mucha acción, hacer teatro y presentarse en cualquier lugar. En los 80 estaba el Parakultural pero tenía prensa. Era conocido. Yo trabajé en lugares que no los conocía nadie como un boliche en la calle Bolivar con seis mesas. No había ni escenario. Te quedabas dos meses o más y arreglabas con el dueño. Había una movida cultural impresionante y una gran creatividad. Sobre todo en el humor y en el surgimiento de grupos y la creación colectiva. Había como una energía impresionante que cae en los 90.

– Después de todos estos años, si tuvieras la chance de hablar con el pequeño Eduardo que iba a preguntar al instituto, le dirías algo? Algún consejo?
– Le diría que luche, que no abandone la lucha que es parte de la vida. Que luche por lo que le gusta. Que no abandone su vocación que está bárbaro de vivir de lo que es uno. Que no pierda la esencia ni el corazón independiente. En un momento me molestaba esa cosa de “under” porque no creo en la separación de teatro grande y eso. El teatro es único. La separación hace una cosa elitista. Es de aficionados o de segunda categoría. Lo que vale son las grandes producciones y no es así. Vi cada bodrio de grandes producciones y cada joya en teatro off…. Hay cosas que no son comerciales porque está en determinado lugar y no llega a tanta gente pero si estuviese en otro lugar, sería comercial. Es como una definición hecha por los grandes productores. Inclusive hay espectáculos under que proporcionalmente andan mejor que las grandes producciones.
“Por todo lo que no(s) diste, Eduardo Calvo, mucha gracia”. Teatro Porteño. Corrientes 1630. Sábado, 23.30 hs.

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