Analía Fedra García: “Siempre encaro proyectos distintos”

Es una de las directoras más interesantes que se pueden encontrar en el teatro ya que no tiende a repetir la fórmula sino a volver a crear a partir de una nueva obra. Dirigió la excelente “Chiquito” y ahora reestrena “El nombre”. Analía Fedra García le cuenta al Caleidoscopio sus impresiones sobre el teatro.
– Vuelve “El nombre”!
– Si. El año pasado la habíamos estrenado a mediados de agosto. Hicimos quince funciones pero tanto el elenco como el teatro teníamos ganas de hacer algunas funciones más.
– ¿Cómo te llegó la obra?
– Mirá, primero me puse a leer muchas obras. Como no escribo lo que dirijo, trato de leer la mayor cantidad de obras. Aquellas que me gustaría dirigir ahora o más a largo plazo. En esta búsqueda, en la biblioteca del Goethe, saqué muchas obras de teatro y entre esas, estaba “El nombre”. La leí y me encantó por lo que decidí traducirla y hacer el montaje.
– Sabrás que es difícil trasladar la idiosincrasia de los textos nórdicos la nuestra ¿Te pasó?
– Si, se que es algo que circula y más en Fosse en particular. Con Ibsen o Strindberg, no pasa eso… pero con él que es muy particular, si. Me pareció que, más allá de la diferencia cultural, había algo nodal en la obra, que tiene que ver con los lazos familiares. Eso fue lo que más me interesó. No reproducir como se relacionan los noruegos sino como se relaciona esta familia en particular, en un ambiente bastante aislado y desolado en el que viven.
– Cuando vi la obra, no noté ese desfasaje que en otras obras, se puede apreciar.
– El encare fue partir desde lo que son los actores y lo que somos nosotros. Ni siquiera hicimos una investigación de cómo se relacionan allá o como son las reglas de convivencia. Me parecía, que, podría ser tranquilamente de una familia de acá, que vive en el campo o la Patagonia. Es muy personal la obra. No es una obra de ciudad y en Argentina está lleno de espacios asi, con la soledad del espacio y la naturaleza que lo circunda. Y esto en relación, con lo que pasa con esta familia y esta comunidad.
– ¿Y cómo ves esa crítica de la que hablábamos al principio?
– Cada uno mira lo que quiere. Quizás es verdad pero seguramente habrá otras obras donde eso es más fuerte y no haya posibilidad de encarar desde otro punto de vista. Supongo que puede ser asi. Además, me parece interesante buscar esos lazos y contrastes sin que todo tenga que ser como “somos nosotros”. Ver otras cosas también hace que vos te abras y puedas ver desde otro punto de vista. Ahora todas las obras que se hacen, tienen que ver con  la ciudad de Buenos Aires, como somos nosotros, que comemos carne y tomamos mate. Sería muy limitado eso.
– Es un tema eso como que después de “Coleman”, uno dice basta de familias disfuncionales
– Bueno, a partir de esa, salieron un montón de réplicas. Personalmente siempre quise encarar textos que fueran siempre distintos y diversos. Desde “Chiquito”  hasta “El nombre”, hay un cambio. No hay una repetición o una vuelta sobre lo mismo.
– Me ganaste de mano porque justo te iba a preguntar por los cambios que se produjeron desde “Chiquito” a “El nombre”.
– Las dos tienen mucho laburo. Es mi pasión y me dedico mucho a cada proyecto. Para pasar de “Chiquito” a “El nombre”, me tomó un tiempo porque “Chiquito” había sido mi primera obra. Le fue muy bien y tuvo  nominaciones, premios y viajes. Fue muy fuerte para mi porque no esperaba esa repercusión. Es una obra que quiero y siempre deseo volver a hacerla. Entonces me costó volver a encontrar una obra que me movilizara o me diera mucho impulso para hacerla. En el medio hice un semimontado en el Goethe en el ciclo de “Nueva dramaturgia” pero hasta que encontré “El nombre”, no había encontrado otra obra para decir “me lanzo y hago esta”. También tenía ganas de hacer algo distinto porque soy cambiar y probar lenguajes asi como trabajar con actores distintos. El encare actoral para lo que fue “Chiquito” y el de “El nombre” es diametralmente opuesto. En “Chiquito”  llegaba un momento en que todo se acumulaba y estallaba, con una expresividad muy marcada por todos los actores. En cambio, en “El nombre”, se da esa acumulación de tensión y cuando parece que todo va a estallar, implosiona. Se desmoronó hacia adentro. No tenía esa violencia hacia afuera pero estar, estaba. Después, desde la textualidad, los dos textos tienen una calidad poética y literaria intensa pero también distinta en sus lenguajes. La literatura de Cano va por un lado y la de Fosse va por otro pero si hay un cuidado de la expresión de las palabras. No la escribieron en dos horas, para hacer un textito más. Eso también me gusta, el poder elegir una obra con un autor atrás, dedicado y que cuida lo literario.
– Con un sustento, no?
– Claro. Los dos eran desafíos ya que te plantean problemas del teatro. Son problemas concretos teatrales y para mi, como directora, son desafíos desde la dirección. También está ver qué pasa con el público. Cuando leí “El nombre” me emocionó mucho. Esa escena donde lo ponen el nombre al bebe me parece la perla de la obra. Si bien “Chiquito” se muestra como algo muy ligado a nuestra historia, y de manera bastante corrosiva, en “El nombre” quería la sutileza total, algo muy delicado. Me interesan cosas distintas. Es más, ahora voy a empezar a ensayar un nuevo proyecto.  Voy a hacer un texto de Steven Berkoff, que es otro desafío. Los tres comparten que hay una gran dramaturgia contemporánea.
– Sutiles, no? Vos sos de laburar mucho con la sutileza…
– Textos muy elaborados, que los lees y te dan ganas de leerlo; los escuchás y te dan ganas de escucharlos. Me parece que si tenés una buena obra, hay mucho trabajo a favor porque sino estás, desde la puesta, peleando o tratando de salvar falencias que tiene la obra. Ni siquiera son del director, de los actores o la puesta, es de la obra en si. Como que ese texto no te da mucho aire para probar.
– Con lo de Berkoff, ya estás pensando el proceso o necesitás estar con los actores.
– Estuve trabajando bastante en el análisis del texto. Estoy leyendo la versión en inglés por la calidad de la expresión. Esta obra es muy de actores y tienen que actuar un montón. Si bien hago un trabajo desde la dirección, es una dirección de actores y en esta obra, es muy particular su forma de escribir y lo que plantea, que también lo usa. Hay un lenguaje actoral a construir y a descubrir. Como para investigar. Me gusta hacer una investigación no del punto de vista intelectual sino en lo que sería en la puesta. Me gusta tomarme el trabajo con cada proyecto, con cada grupo que armo, ver las particularidades del texto y como enfocarlos. Ahí siempre es como un ida y vuelta. Me creo un montón de formas para abordarla y quizás no funciona pero después descubrimos otra que si sirve. Es una manera muy artesanal y muy grupal aunque tengo el rol de directora! jajajajaja
– ¿Las mujeres están produciendo más teatro que los hombres? ¿Cómo lo ves?
– No sé si es tan asi. Tendría que pensarla más esa respuesta. Me parece que se está produciendo mucho más y es cierto que las mujeres se están ocupando cada vez más. En la época de la Boero, no se cuantas directoras mujeres había. Ahora hay un montón. Está más equilibrado todo. En las clases de actuación, son más mujeres que hombres. Hay muchas cosas de calidad hechas por mujeres. De lo que yo conozco, veo que hay defensa de género pero no sé hasta qué punto son tal. Habría que ver cada caso en particular.
“El Nombre”. Teatro La Carbonera. Balcarce 998. Viernes, 21 hs.

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