Pau Vincent: “La fotografía tuvo que ver con mi recuperación”

Oriunda de la localidad bonaerense de Maipú, se dedica a la fotografía de familia y de retrato. Su sello personal es el uso peculiar del color. Con motivo de su primera exposición en Buenos Aires llamada «Verme al verte», Pau Vincent nos cuenta los detalles de la muestra, sus comienzos, su rol docente y cómo la fotografía la ayudó a sanar.

Por Cecilia Inés Villarreal.

– Pau, ¿cómo surge realizar esta exposición?

– El año pasado me tocó dar una clase en el Congreso Nómade de Fotografía y Video en la ciudad de San Nicolás de los Arroyos. Allí conocí a mi gran amiga y talentosa fotógrafa Julia Cairo, quien trabajó retratando presidentes y grandes personalidades. Entre charla y anécdotas, le cuento el fallido intento de una exposición en Bariloche. Julia me contactó con Daniela Zattara, curadora de arte y es quien hoy lleva mi trabajo a Diputados. Me ofreció como fecha de inauguración el día de mi cumpleaños. Esto lo tomé como una señal. Aunque no tuviera el dinero en ese momento, dije que sí. Ya veremos cómo.

-¿Cuál es la temática de «Verme al verte»?

– Es una invitación a ver el niño que llevamos dentro nuestro, para recordarlo y soñarlo. El que sigue necesitando nuestro abrazo todos los días tanto como sentirse amado y validado. Nos vemos en cuerpos adultos y lo olvidamos. Si lo tuviéramos más presente a ese niño, nos trataríamos con más amor y cuidado.

Por otra parte, ‘’Verme al verte’’ invita a liberarnos de los juicios y prejuicios sociales y culturales que nos detienen y limitan. Hoy, luego de mucho trabajo interno, creo que tiene que ver con todo lo que trae un niño a la sesión. A veces, despliegan su calma y tranquilidad y otras, una alegría alborotadora. Son ellos mismos con autenticidad, conectando con el presente de forma inmediata.

– ¿Cómo es volver a ser niña, al menos por un ratito, en tu rol de fotógrafa?

– Cuando los retrato me siento un poco niña. En ocasiones, juego a la par de ellos pero también lo hago detrás de la cámara. Los observo desde lejos. Amo verlos en su mundo.

-¿Qué sentís durante las sesiones de fotos?

– La escena me remite a mi misma siendo niña, jugando en soledad, o conectando con los demás para jugar. Siempre he sido sumamente sensible. Por algún motivo que desconozco, tengo facilidad para prestar la oreja a conocidos y desconocidos que me cuentan sus historias. Algunas con final feliz y otras no. Eso, me afectó un montón durante mucho tiempo. Más allá de mis propios problemas, sentía como propios a aquéllos que eran ajenos a mí. Hoy estoy emocionalmente mejor y estoy más preparada para retratar adultos. Es poder sumergirme a fondo en ese mundo de historias que somos y creamos constantemente.

– ¿Cómo fue el proceso de selección de las fotografías?

– Un desastre. Tenía ochenta fotos elegidas y pude imprimir sólo veinte. De las que elegí, algunas me arrepentí. Me hubiera pasado igual porque en realidad las quería imprimir a todas. La decisión final la tomé en conjunto con amigos y seguidores que me dieron su opinión por redes y ellos eligieron las últimas diez. Yo no podía seleccionarlas (risas)

-¿Cómo vivís tu primera exposición en Buenos Aires?

– ¡No caigo! (risas) .En mi vida cotidiana pasan cosas que siento surrealistas, trágicas o dramáticas. En otras, como estas, son un hermoso momento para compartir y disfrutar. Para mí es un regalo hermoso, en un momento clave de mi vida. Después de muchos ‘’recalculando’’,me encuentro con la oportunidad de hacer este acto simbólico en el que puedo agradecerme el camino recorrido y a las personas que fueron parte, en especial a mi hijo.

Sin filtro

-¿Cómo fueron tus inicios?

– Cuando comencé en la fotografía no tenía idea de lo que estaba haciendo. Mi casa, que aún lo es hoy, tenía un ombú de unos 30 metros que atraía muchas aves, entre ellas, picaflores. Me gustaba perseguirlos con la ilusión de tomarles fotos. Le robaba la cámara a mi mamá y salía corriendo al patio cuando escuchaba que alguno andaba cerca. Al lado de mi casa vivía mi abuela. Ella y su amigo Hugo, que cada tanto venía a visitarla, hacían chistes respecto a lo que es «estar de gusto’’. Me preguntaban por qué no me ponía a limpiar la casa, u otra cosa más provechosa. Aunque no le prestaba mucha atención a sus comentarios, me molestaban.

– Era un proceso muy personal…

– Quería entrenar mi habilidad para conectar con el «aquí y ahora». Lo cierto es que sólo lo lograba al agarrar la cámara para hacer fotos. En ese instante, no existían los problemas, no había infierno del que escapar, no había trampa donde caer. Era casi como un acto de magia. Todo lo que Hugo y la abuela no entendían. Tampoco tenían por qué entenderlo…

En aquel entonces tenía 19 años y estudiaba Psicología. Atravesaba uno de los peores momentos de mi vida, que ya llevaba más de 6 años de duración. En mi adolescencia buscaba excusas para seguir viviendo un día más o desaparecer de una vez. Por suerte primó la primera opción. Era una Pau que atravesaba grandes dolores, con los que no sabía qué hacer. La ilusión de ‘’algún día vivir mejor’’ me mantenía en pie, o bueno, algo parecido. Conocí la ira, y aunque no se lo deseo a nadie, aprendí mucho de ella.

-¿Cómo fue eso?

– Un simple pensamiento podía ser la chispa que iniciara el fuego del mismísimo infierno. No soportaba habitar mi cuerpo. Fue en aquel entonces que entendí la importancia de dominar nuestra mente, y no que los pensamientos nos opriman. Tenía en claro que necesitaba ayuda pero, a mis 19, con ira de por medio, no quería mencionar nada del pasado. No lo soportaba. Me imaginaba a mi misma como una versión de Hulk, rompiendo el escritorio de la psicóloga después de alguna pregunta a la que estaría poco receptiva.

-¿Cómo lidiaste con todo esto?

-Acudí a la terapia cognitivo conductual, la medicación para moderar mis respuestas hormonales a las emociones y mucha lectura. Todo esto me ayudó a dominar mis pensamientos y mis emociones para poder vivir con más paz y equilibrio. Todo proceso personal que atravesamos tiene que ver con quienes somos como artistas. Puedo decir que la fotografía tuvo todo que ver con mi proceso de recuperación.

-¡Qué interesante el cruce entre fotografía y salud mental…!

– Sí. Me interesa todo lo que tiene que ver con salud mental. Considero que sería hermoso que se enseñara fotografía en las escuelas, sobre todo por su valor terapéutico y sanador. Potenciaría la capacidad creativa de los chicos y su energía transformadora. El año pasado estuve en SanArt, un proyecto solidario de arte y salud mental. Terminaron trabajando 70 personas a pura voluntad. Hicimos entrevistas y charlas en las escuelas, alquilé un teatro y armamos actividades gratuitas de diferentes ramas del arte.

-Ahora que ya sos adulta, ¿qué te dicen tu abuela y Hugo sobre el camino que recorriste?

– Hoy en día la abuela ya no me dice que pierdo el tiempo, ni me manda a hacer cosas productivas. Creo que ya perdió las esperanzas de que le haga caso… Tristemente Hugo ya partió de este plano, pero no sin antes decirme que aún recordaba esos días donde me hacía chistes. «¡Miráte ahora! ¿Quien iba a decir que ibas a viajar por el mundo haciendo lo que te gusta?’’.

Definiciones detrás del lente

-Si tuvieras que elegir una palabra, frase,  para definir a la fotografía, ¿cuál sería?

– Vida.

-¿Cuándo se despertó tu vocación fotográfica por el retrato? ¿Exploraste otros géneros previamente?

– Arranqué con fotografía de pajaritos y aprovechaba a hacer fotos de naturaleza cuando acompañaba al papá de mi hijo a trabajar al campo. Un día encontré un grupo de fotografía infantil en Facebook. Cuando vi el trabajo de unas fotógrafas rusas, ¡aluciné! Si eso era real, quería hacerlo también.

– ¿Cómo es trabajar con niños (y los padres) en las sesiones? ¿Con qué desafíos te encontrás?

– En mis inicios los desafíos fueron muchísimos. No sólo en lo técnico sino en el trato con los clientes. Recuerdo un noviembre en que 15 clientes me dejaron «plantada», después de haberme pedido un cupo para su sesión. Armé el set más de 15 veces en la casa de mi mamá que era mi estudio. Después de esto, empecé a cobrar más, todo por adelantado. Nunca más me «plantaron». Por otra parte, a veces los papás solían pelearse mucho durante la sesión. Era un momento super incomodo. Como soy muy observadora, noté cuál era el motivo del estrés. Con el tiempo, fui planteando mis propias estrategias para las sesiones, y ya no se pelea nadie. Hablo mucho con los padres. Los ayudo a bajar la ansiedad y les transmito confianza lo cual es clave. Si ellos están tranquilos, ¡los peques también!

¿Tenés alguna anécdota de una sesión que hayas atesorado por algún motivo en especial?

– Tengo anécdotas graciosas, surrealistas, bizarras, amorosas y algunas llenas de nostalgia.
Desde estar en el aeropuerto por viajar a hacer fotos y que haya amenaza de bomba y nos desalojen, hasta quedarme varada en una estancia abandonada sin agua ni comida. Que aparezca una manada de ciervos salvajes durante una sesión hasta caminar 11 km. para pedir ayuda pasando por viajar 1200 km. y no nos dejen entrar a la locación. También están las experiencias emocionales. Familias que llegan un año y al siguiente ya no están vivos los papás. Acompañar y retratar a niños que están en procesos médicos y tratamientos de años  y hoy  ya están sanos.

La cámara lúcida

¿Cuáles son tus proyectos actuales?

– Escribiendo lo que quizás llegue a ser mi libro. Estoy disfrutando de la maternidad. Mi salud me pide que me quede un poco mas quieta y me priorice. Tengo muchísimas ganas de poner un estudio fotográfico en Maipú y sea mi ‘’taller creativo’’. 

 ¿Cómo se dio el hecho de llevar tu arte al exterior, de dar clases de mentoría y shoots fotográficos?

– En 2019 fui por primera vez contratada para ir a dar mis clases y enseñar mi técnica a Lima y Cusco en Perú. Desde entonces viajé 5 veces más. Hice muchos amigos y a algunos de ellos, los siento mi segunda familia. También he dado clases presenciales en Costa Rica y este año sumamos Colombia, a donde probablemente vuelva el año que viene. También me vine de allá con familia colombiana y ya los extraño.

-¿De qué manera influyeron las redes sociales en la fotografía y en el “ser fotógrafo”? ¿Considerás que las redes sociales banalizaron a la profesión, en el sentido de que con un celular uno toma fotos al instante?

– Mirá, tengo 29 años. No soy quizás la mejor testigo del paso de una cosa a la otra, porque siento más natural que cualquiera pueda sacar fotos. Sí, creo que, estas posibilidades cambiaron el mercado. Nosotros, como profesionales, debemos aprender a transmitir el valor diferencial de contratar a un fotógrafo. Si no vemos la diferencia entre las fotos sacadas por cualquiera con un teléfono y lo que en realidad nosotros hacemos,¿cómo vamos a esperar que el común de la gente lo entienda?

-¿Creés que se “democratizó” la fotografía con la llegada de las nuevas generaciones a las cámaras y a los celulares?

– Me parece que se debería democratizar el arte completo (risas). No tengo idea si estoy errada, pero ¿te imaginas si guiáramos a las nuevas generaciones a que, en vez de hacerse selfies o fotografiar su comida, creasen imágenes para comunicar lo que sientan injusto, lo que aman, lo que desean cambiar o aquello que los motiva?

Lo antiguo y lo moderno, realidad y ficción

-¿Cuál fue tu primer equipo? ¿Con qué cámara trabajás actualmente (cuerpo,lentes, flash)

– Mi primera cámara fue una Nikon D 7000 con lente kit. Hoy en día trabajo con una D7200, un 70-200 2.8 y un sigma 35 mm. que amo. Casi todo lo hago con luz natural.

– ¿Lo analógico y lo digital son formatos opuestos o pueden reconciliarse?

– Nunca hice fotos con cámara analógica. Admiro a quienes sí y me parece un arte aparte. No veo lo de ‘’formatos opuestos’’.Simplemente creo que son herramientas para hacer fotografía. Cada una con sus prestaciones y limitaciones, con su propia técnica.  

-¿Qué opinás de los programas de retoque fotográfico?

– Uso Lightroom y Photoshop. Disfruto de la edición. Me gusta llegar al limite entre lo real y la fantasía; que lo real se vea tan bello que uno se pregunte si será o no ficción, pero que sea real.

-¿Qué opinás del uso sabio o desmedido de la edición? ¿El excesivo retoque atentaría contra lo genuino del retrato?

– Hasta donde es ‘’mucha edición’’ o no lo decide el autor. Hay quienes son más adeptos a la fantasía y las pieles plásticas que dan por resultado una estética de dibujo. Si es lo que les gusta, me parece perfecto. No hay un ‘’está bien o mal’’. Que cada uno haga lo que tenga ganas, no para seguir la fórmula, sino porque así realmente lo quiero y me hace feliz de esta manera. Por ejemplo, no modifico los rasgos de los niños, aunque sabemos que muchos fotógrafos, lo hacen. Sé que es mi propio límite y conozco mis motivos por los que decido esto.

Docencia y distancia focal

-¿Cómo te sentís en tu rol docente?

– Es lo mejor que me pasó  en la vida (risas) El enseñar me ha hecho aún más feliz que el hacer fotos. Soy una bendecida por el amor que recibo de los colegas, que, se vuelven amigos y los llevo en mi corazón. Enseñando soy mi yo más auténtico. Me divierto mucho. La gente se sorprende y después me siguen en mis locuras.

-Sos retratista y mentora de fotógrafos ¿qué te piden tus alumnos? ¿Qué buscan en tus clases?

– Hace poco empecé a hacer entrevistas y dar formularios a mis alumnos. Les pregunto qué es lo que esperan de mis clases. Las respuestas van desde cuestiones estrictamente técnicas, búsquedas de creatividad, dominar el color hasta disfrutar, compartir, conocernos y crecer juntos. A veces vienen buscando fórmulas, yo trato de hacerlos pensar.

-¿Cómo se entrena el ojo fotográfico? ¿El talento se aprende, se nace o se lo modela?

– El ojo se entrena haciendo fotos, prueba y error constante. En medio de eso, aparece el talento, no como una cuestión innata ni inmediata, sino como parte de un proceso de aprendizaje y resultado de la constancia y compromiso.

-¿Consideras que una foto tomada con un automatismo es «menos auténtica»? ¿El tiempo quizás sea un enemigo de la fotografía en modo manual?

– Simplemente va a ser una foto distinta. Una cosa es el pensar una idea, armarla, buscar modelos, guiarlos y plasmar un concepto. Otra es una foto en medio de una manifestación. Ninguna vale más que la otra, sólo son formas. No creo que se termine el ‘’modo manual’’ mientras haya alguien con una idea detrás de la cámara.

-¿Qué opinás de la frase «Tu cámara saca buenas fotos»?

– (Risas) Es hermosa…Se habla con una total inocencia o desconocimiento de lo que implica hacer fotos. La persona que pronuncia esas palabras no tiene el conocimiento para decir algo diferente a la hora de elogiarte las fotos.

– Muchos creen que una cámara de última generación, garantiza per se unas buenas fotos…

– Depende el tipo de fotografía que realizamos. El equipo ayuda o limita muchísimo. Pero lo importante va a ser siempre el mensaje y ejecución. Incluso una foto ‘’mal sacada’’ puede ser una foto de impacto, histórica o emocionante según su contenido, y lo que transmita.

-¿Sigue existiendo el prejuicio de considerar a la fotografía como hobby en vez de un oficio o una profesión?

– Si, claro. Sin embargo, aunque a veces es prejuicio, otras es realidad. Hay gente para la que genuinamente es ni más ni menos que un cable a tierra y no un comercio.

Revelaciones

-Tus fotos tienen un aura de cuento de hadas por el uso aterciopelado de la luz. ¿Tenés referentes fotográficos o del mundo del arte, la literatura?

– Podría nombrarte a Elena Shumilova, Mariola Glajcar, Rarindra Prarkasa, etc. Lo cierto es que he dejado bastante de ver redes sociales y seguir a fotógrafos que antes me volvían loca con sus trabajos. Hoy en día, busco autores documentales, fotoperiodistas, fotógrafos conceptuales. Sólo cuando leo alguna entrevista sobre su carrera y conozco sus trabajos. Paso más tiempo pensando qué fotos quiero hacer y hacia dónde va a ir mi búsqueda. Lo que muestro en las redes hoy es un 25% de lo que en realidad hago.

– ¿Cuál es, a tu criterio, el componente esencial de una fotografía a nivel compositivo?

– El mensaje es la clave, luego la luz, el color y las reglas de composición (sea que las sigamos o no).

-El color en tus fotos juega un rol fundamental y la elección correcta de la paleta puede desencadenar diferentes emociones en el espectador. ¿El revelado y la edición de una foto tiene fin? ¿Cómo nos damos cuenta cuándo parar y estar satisfechos?

– Al color lo tengo en cuenta desde la estilización de la sesión. Para mí, es super importante. La edición me ayuda a terminar lo que empecé cuando pensé la foto. En algún momento, me detenía muchas horas en una foto esperando corregirlo todo. Hoy, ya no me interesa ese perfeccionismo. No me interesa si tiene errores. Si la foto transmite, mi trabajo está cumplido y si no, habrá una próxima foto.

¿Tenés varias versiones de una misma foto?

– Sí. Tengo muy versionadas algunas sobretodo desde la pandemia.  Las fotos que eran cálidas las transformé en frías y viceversa (risas) . Jugar con la edición me gusta, de vez en cuando.

Instantáneas

-¿Tenés algún hobbie, pasatiempo,deporte?

– Amo escribir. Lo hago cuando me siento inspirada. Amo la música, voy a clases de canto y de guitarra. Me gusta pintar, hacer huerta, ver documentales y entrevistas y escuchar podcast de astrología. También estoy incursionando en lo que es video y creación de cortos. Me gustan muchas cosas y un poco con eso tiene que ver que cada vez edite menos. No quiero pasar mi vida detrás de la computadora.

-Si no hubieras sido fotógrafa, ¿qué habría sido de tu vida?

– Y… probablemente hubiera continuado con la carrera de Psicología que dejé en el cuarto año. Pero me siento más afortunada de fotógrafa y mentora.

– Te dan un formulario y te preguntan “profesión”. ¿Qué respondés?

– Soy fotógrafa y enseño fotografía de retrato.

– Si por la puerta de tu casa, entrase hoy tu yo adolescente, ¿qué le dirías? ¿Le aconsejarías algo?

– Le diría ‘’Lo logramos’’. No le aconsejaría nada.Todo lo que atravesé y a lo que sobreviví sin dudas lo tenía que pasar. No cambiaría nada porque todo lo que viví me hace ser quien soy, independientemente del precio que pagué. Hoy, me enorgullezco de la mujer en la que me convertí.

Pau Vincent. Exposición fotográfica «Verme al verte». Del 4 al 22 de diciembre. Congreso de la Nación. Av Rivadavia 1841. Anexo A. De 8 a 20 h.

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