Campo minado (Teatro)

Get back

Dramaturgia y dirección: Lola Arias, Con Lou Armour, David Jackson, Sukrim Rai, Gabriel Sagastume, Rubén Otero y Marcelo Vallejo. Investigación: Sofía Medici y Luz Algranti. Producción: Sofía Medici, Luz Algranti y Lucila Piffer. Escenografía: Mariana Tirantte. Composición Musical: Ulises Conti. Diseño de luces y dirección técnica: David Seldes. Asistente de iluminación: Facundo David. Asistente de dirección técnica: Martín Fernández Paponi. Video: Martin Borini y José Jimenez. Sonido: Ernesto Fara y Roberto Pellegrino. Vestuario: Andy Piffer. Asistencia de dirección: Erika Teichert y Agustina Barzola. Asistente Técnico: Imanol López. Asistente De Producción: Melisa Santoro y Malena Schnitzer. Asistente de vestuario: Federico Castellón Arrieta. Asistente En Gran Bretaña: Kate O’Connor. Producción en Gran Bretaña para Lift: Erica Campayne, Carolyn Forsyth y Matt Burman. Productora asociada: Gema Films

Teatro San Martín. Av Corrientes 1530. Jueves a domingos, 20 hs.

Tras su estreno en el Royal Court Theatre de Londres, su presentación en Buenos Aires en noviembre del 2016 y su recorrida por veinticinco ciudades y presentación en diversos festivales, “Campo minado” retorna a Argentina para presentarse hasta fín de septiembre en la sala Casacuberta del Teatro San Martín.  

Habíamos tenido la oportunidad de ver “Campo minado” en su presentación en el Centro de las Artes de la UNSAM. Ahora, queríamos verla en el Teatro San Martín, con la resignificación que esto implica. La posibilidad -quizás, eso esperamos-, de una mayor visibilidad por parte del público y un intercambio sobre lo acontecido en 1982. 
Es menester recordar que, en este caso, Lola Arias pone sobre tablas a seis ex combatientes de la Guerra de Malvinas con la particularidad que tres son argentinos (Marcelo Vallejo, Rubén Otero y Gabriel Sagamuste) y tres son británicos (Lou Armour, David Jackson y Sukrim Rai –nepalés de origen pero servidor de la Corona Británica al ser uno de los temidos “gurkas”).

El escenario amplio de la sala Casacuberta será el teatro de operaciones en el que cada uno de los seis protagonistas contará su propia historia tanto en relación con el conflicto, el motivo por el cual se enroló en el ejército asi como en su posterior devenir tras la finalización de las hostilidades.La puesta en sí, tiene de todo. Dos paneles que se abren a la platea, se convertirán en la pantalla del mundo personal de los protagonistas. Guitarras, una batería, un bajo, cámaras y micrófonos son algunos de los elementos que se ven a primera vista pero que, ubicados en tiempo y espacio, son fundamentales para la conformación de un texto singular y de fuerte contenido. Al respecto, no estoy “spoileando” nada, mi estimado/a lector/a ya que, lo que sucederá a posteriori será un vendaval de sensaciones y sentimientos encontrados que nos llevarán a diversos lugares a partir de una puesta tan sensible como contundente.
Música en vivo, teatro, texto, que conforman una creación de sentido poderosa e impactante. 

Desde el preci(o)so instante en que los seis protagonistas se presentan (los ingleses, subtitulado mediante –gran ejercicio para el que sabe inglés, ver como se  realiza la traducción-), la guerra se mixturará con sus propias existencias ya sea antes o después del estallido del conflicto. 
A partir de la presentación de cada uno de ellos al público, se inicia un “tour de forcé” en el que los propios protagonistas desnudan sus mundos internos y las vivencias. Pero también lo será para los propios espectadores que viajarán a través del tiempo para recordar donde y qué estaban haciendo el 2 de abril de 1982. Ese viaje constante impactará a través de las imágenes y las palabras que brotan de la puesta. Inclusive, como fue variando su visión respecto al conflicto, Dictadura de por medio y la utilización del mismo. 

Cada historia reconstruirá el rompecabezas de un conflicto que tuvo diferente eco en los bandos en pugna. Historias que dan paso a una más grande. Actual campeón de triatlón, Vallejos realiza trabajos de pintura y albañilería pero fue apuntador de mortero. Armour cuenta que saltó a la fama cuando apareció en primer plano, con las manos en alto, en el momento en que los argentinos tomaron las islas al tiempo que Otero recuerda como fue sobrevivir al hundimiento del crucero General Belgrano.
Dentro del recorte realizado entre los ingleses, dos de ellos vivieron la guerra para después tener vidas en relación directa en la ayuda para con el prójimo (Jackson es psicólogo y Armour es profesor de niños con problemas de aprendizaje) mientras que Rai trabaja en seguridad. Al respecto, es particular la forma en que el “personaje” Rai es tratado. Es quien, prácticamente, habla menos del conflicto y se lo lleva hacia lugares de mayor empatía.

La relación con su contexto político-social, amén de las razones que dieron lugar al conflicto bélico es otro punto que se tiene en cuenta. Más allá de la satirización del ex presidente de la Dictadura argentina, Leopoldo Fortunato Galtieri con una máscara junto a la de Margaret Thatcher, serán los ingleses los que harán mayor hincapié en las diferencias políticas con el gobierno conservador de la “Dama de Hierro”. En esta línea, el historiador Eric Hobsbawn dijo que “Argentina perdió la guerra pero ganó la democracia, Inglaterra ganó la guerra pero perdió con la reelección de Thatcher”. 

Otro de los puntos fuertes de la puesta es la forma en que se toma al conflicto en sí. Las batallas y los combates de los que fueron protagonistas. Un mapa ubicará donde estuvieron los protagonistas en los momentos previos a la caída de Puerto Argentino y las distancias asustan. Los otrora enemigos, ahora exorcizan sus fantasmas en un escenario, dando cuenta que la guerra no tiene absolutamente nada que ver con los hombres. Los mismos que estuvieron, trinchera y fusil de por medio, tocan una ruidosa y muy emocionante versión de “Get back” (de hecho, Otero tiene una banda de tributo a los Fabs Four con la que tocó en Liverpool), uno de los tantos clásicos de los Beatles. Ese “volver a donde una vez perteneciste”, ¿será volver a Malvinas? Porque ahí también está la forma en que cada uno tomó el conflicto. Mientras que los británicos lo toman como una guerra “menor”, en Argentina no fue así, más allá del destrato que recibieron los ex combatientes. Inclusive, la mención de los “estaqueo” de los soldados queda en un lugar en el que, palabras más, palabras menos, fue un “lo que se hizo en Malvinas, quedó en Malvinas”, respetando esos códigos –ni buenos ni malos, simplemente códigos-, que siempre están y permanecen a través del tiempo.

Cada uno de los espectadores podrá construir su propio “Campo minado” a partir de la propuesta de Lola Arias y determinados momentos por demás elocuentes. Tal es el caso del imperdible y conmovedor el diálogo entre Vallejo y Jackson, como en una sesión de terapia. La vuelta a casa tras la finalización del conflicto, el olvido, el vivir con los recuerdos de los amigos muertos y la camaradería perdida. Los recuerdos se toman y se unen en un patchwork de sensaciones encontradas que son el nervio motor de la puesta.

Mientras suenan los aplausos frente a lo vivido –es una obra que se “vive”-, se puede sentir y recordar, reflexionar y pensar, sobre las guerras. Ver a los seis abrazados, al término de la función, es un bálsamo frente a la barbarie de quienes invocan reivindicaciones que implican la muerte de semejantes. 
La continuidad de lo visto sobre tablas, se refleja en la inevitable conversación que despertará la obra, una vez concluida. Ahí es donde se ve el impacto real de la obra. 

Lola Arias realiza una puesta imperdible donde los hechos se toman como tales y se los describe en el marco de una obra de teatro sin banalizarlos. Por el contrario, los acerca al público sin caer en discursos patrioteros o didácticos. Si se emociona, no se prive de ese sentimiento tan puro. Si quiere volver a leer sobre lo ocurrido (ni que hablar de volver a ver la obra), no será el único. Por el contrario, será una nueva forma de ver, reflexionar e interactuar con esa herida llamada Malvinas.

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