Teatro 2013. Lo mejor del año

El 2013 fue un año rico en la cantidad de propuestas teatrales, no solo en lo que respecta al teatro independiente sino a lo que es el teatro denominado “comercial”, que tiene su patria chica en lo que sería la calle Corrientes.

«Vago»
Como es costumbre de este blog, fuimos a todos los lados a los que nos han invitado. Este año, tuvimos el record de presenciar ciento ochenta obras (¡Si! ¡180!) de diversa índole. Consideramos que el teatro debe ser inclusivo y que la consideración como tal, incluye tanto a una obra en un barrio periférico, en aquellos que son más propios para tal fin (Abasto, Palermo, San Telmo), el oficial o el de Calle Corrientes. Lejos de considerar a este último como propietario absoluto del término, diremos que la cantidad de bodrios y puestas de un nivel solo sostenible por las campañas publicitarias que han tenido, no se condice con la calidad dicen tener los medios de alta difusión (diarios y revistas, principalmente).

A continuación, haremos mención de las obras que consideramos como lo mejor del año. Igualmente, no incluyen los unipersonales que integraran la nómina de mejores actuaciones masculinas y femeninas respectivamente.

El presente año se abrió con una puesta de suprema calidad como fue “El veneno del teatro”, que trajo al gran Miguel Angel Solá de nuevo a estos pagos. Durante un par de semanas, la puesta tuvo su lugar en el teatro Maipo, donde deslumbró con su historia. También, a principio de año, tuvo lugar el estreno de “Vago”, que dio cuenta que, por fin, el teatro se sumerge en cuestiones netamente sociales y marginales, dejándose de mirar el ombligo del artista incomprendido. Con “Vago”, se trae la periferia al teatro Del Abasto, donde pone sobre tablas preocupaciones que, para muchos, suceden en los diarios o en una realidad que no los incluye.


«Querido Ibsen, soy Nora»
A principio de año, “Noches Romanas” dijo “presente” desde el Centro Cultural de la Cooperación, con una puesta atractiva, donde se reflejan los encuentros entre Anna Magnani y Tennessee Williams. Para la misma época, la excelencia poética de “Pueden dejar lo que quieran” aparecía en Timbre 4.

Por otra parte, hubo puestas que implicaron una adaptación de un clásico. Tal fue el caso de “Un Vania” y “Querido Ibsen, soy Nora”. En la primera, Marcelo Savignone saca de la galera una nueva forma de ver el clásico de Chejov, que incluye a una marioneta para reemplazar a uno de los personajes. Dinámica y con un ritmo frenético, el Vania de Savignone pone a Chejov en el siglo XXI. Lo mismo puede decirse de la creación de la dupla Griselda Gambaro/Silvio Lang, para darle voz a la Nora del clásico de Ibsen, “Casa de Muñecas”, para que dialogue e intercambie opiniones con el dramaturgo noruego. A partir de una puesta minimalista y contundente, “Querido Ibsen, soy Nora” fue lo más destacable de un Teatro San Martín que no se encuentra en su mejor momento, cortesía de los dislates y la inoperancia del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y su poco interés en la cultura.


«Carpa Quemada»
Hubo otras obras que hicieron su fuerte en textos soberbios. Tal fue el caso de “Al servicio de la comunidad”. La dupla Mariano Sabá/Andres Binetti pone la cereza del postre en una trilogía sublime. Con “Al servicio de la comunidad”, la desbordante imaginación de esta dupla ubicó esta puesta en el año del centenario. Dentro de la misma temática, se ubica la excepcional “Carpa quemada”, donde el teatro se convierte en un hecho social (hay que ser necio para no considerarlo como tal). A partir de la quema del circo de Frank Brown por parte de jóvenes de la alta alcurnia porteña para el centenario de la patria, el Grupo de Catalinas Sur creó una puesta sublime, donde política y humor se dan la mano al tiempo que da cuenta de una visión social, extensible a la actualidad.

Por su parte, “Curacó” dio cuenta de textos de Anibal Ford para crear una de las gemas del año. Con una escenografía y una iluminación creativa, junto con una dirección excelente y actuaciones acordes, “Curacó” creó, a partir de la impronta fordiana, un universo absolutamente personal. Aquellas que se ubican en la periferia del teatro y que merecerían una mayor consideración tanto de los medios como de los jurados, que deberían ir a ver TODO lo que es teatro, amén de quedar cerca o lejos de la casa de uno. Y si de periferia hablamos, no dejaremos de nombrar “Ricardo III, crónica de un jabalí”, en el Crisol, donde la pregunta ¿Cómo realizar una versión libre sobre una tragedia de Shakespeare, dotarla de originalidad y mantener el espíritu de su original intacto?, se responde al instante.


«Perro, un cuento rural»
Tampoco dejamos de destacar el retorno de un clásico de Juan Carlos Gené como “Golpes a mi puerta”, pero manteniendo la frescura de su texto, en permanente diálogo con la realidad. Otro texto nacional que fue revisitado fue “Las Boludas” de Dalmiro Saenz donde un hombre y una mujer dan vida a tres situaciones diferentes (pero entrelazadas) donde la violencia, el machismo y los valores juegan su propia partida.

Las historias “tierra adentro” tuvieron su lugar en “Perro, un cuento rural”, la sublime creación del talentoso Hernán Grinstein donde los opuestos se combinan magistralmente: lo salvaje y lo tierno, el amor y el odio, la lealtad y la traición. En cambio, Héctor Levy Daniel creó la sutil y contundente, “Los Hechizados” que desarrolla su acción en el campo argentino donde el amor entre dos seres será jaqueado por el contexto y las necesidades –e instintos- más básicas más básicos del hombre.


«Esquinas en el cielo»

En cambio, en el interior de un bosque, se desarrolla “Hijos del monte”, de Alan Robinson que pone sobre el tapete algunas cuestiones que muchos, al día de la fecha, no quieren ni escuchar hablar: el de los hijos que no reivindican a sus padres como “luchadores” sino que los critican como “padres”, poniendo en tela de juicio el papel de hombres y mujeres militantes de una idea, pudiendo levantar un arma al respecto, pero incapaces de dar una mamadera o contar un cuento. La que pone el dedo en la llaga pero sobre la figura del general Perón fue la creativa y polémica “Limbo Ezeiza” que dividió aguas entre aquellos que la fueron a ver.

En la recta final del año, Martín Flores Cárdenas sacó de la galera su “Entonces bailemos” donde el amor, la danza y las palabras se combinan en una fuerte catarsis. También hicieron su aparición la intrigante “La misma sangre”, la sutilmente corrosiva “Mau Mau” o la poética y tensa “Esquinas en el cielo”.

Parrafo aparte, para los aportes de la Compañia de Funciones Patrioticas donde humor, política y teatro se conjugan en las fechas patrias, con producciones propias, independientes y de calidad.

La semana que viene será el turno de las actrices….

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