Bafici 2022. Toma VI. Con acento irlandés.

El BAFICI llega a su fín. El placer de ver una película como “The cry of Granualle” pone punto final a un festival con buen número de producciones, en especial cortos de calidad que pudieron disfrutarse a lo largo de su 23° edición.  
 
The Cry of Granualle
 
Mito y realidad de la reina pirata irlandesa.

Las idas y vueltas a través del tiempo, para reconstruir un pasado con anclaje en el presente. Esta puede ser una de las hipótesis sobre las que gira la nueva producción de Donal Foreman que presenta en el BAFICI.
Una de las tantas. Foreman toma como inspiración a la mujer icónica irlandesa para que otras dos desarrollen sus vidas a su alrededor mientras deben sanar sus propias heridas. Tal es el caso de Maire, una directora de cine independiente norteamericana que llega a Irlanda para presentar una película suya en un festival y, de paso, buscar información para su proyecto sobre la propia Granuaile. Todo atravesado por el duelo por la muerte de su madre. En cambio, Cait es una profesora que se suma a Maire como su guía y ayudante por sus conocimientos sobre historia. Al igual que la estadounidense, también está pasando por un momento de tristeza ya que está separándose de su pareja.
 
A partir de ese momento, se inicia una gira mágica y misteriosa por Irlanda en la que empiezan a verse las personalidades de ambas. De a poco, se ven sus imperfecciones personales con los respectivos momentos de implosión. Será durante ese viaje en el que la figura de Granualle es la sombra que cobija a ambas mujeres para que, de repente, la poesía del folklore irlandés tome por asalto una película con diversas capas a descubrir. Lo onírico y la realidad, el mito y la coyuntura actual forman ese par dicotómico domina la atmósfera de lo poco más de 80 minutos de estar frente a la pantalla.
 
Con una estética que dividirá aguas en tanto el famoso “me/no me gusta” de los espectadores, exige la atención mínima necesaria para que pueda lograr un tipo de impacto, yendo más allá del mensaje lineal que es moneda corriente a la fecha. Los cambios rotundos en la narración son poderosos en tanto creación de sentido. Se podrá construir un rompecabezas de múltiples capas que dejará espectadores en camino o que cautive, justamente, por esa “confusión” de sensibilidad y reivindicación histórica. Tampoco pasa desapercibido que, en pleno siglos XXI se ponga la lente en una mujer de armas tomar.
 
Dale Dickey y Judith Roddy ponen su talento a disposición para los dos personajes principales a los que dotan de sensatez y sentimientos. La fotografía es excelente, poniendo a la campiña y los paisajes al alcance de la mano, con enormes ganas de transitarlo.
 
Tan pretenciosa como creativa, exigente como poética, “The cry of Granualle” no pasa desapercibida por admiradores y detractores que batirán sus argumentos para sostener sus posiciones. Donal Foreman da cuenta que gusta de transitar por sinuosos caminos, lo cual se aplaude y respeta.
 
Ficha técnica.
 
Guión, dirección y edición: Dónal Foreman. Con Dale Dickey, Judith Roddy, Fionn Walton, Rebecca Guinnane, Cillian Roche y Andrew Bennett. Fotografía: Diana Vidrascu. Diseño de Arte: Nina McGowan. Sonido: Peter Nicell y Simon Bird. Música: Nick Roth y Olesya Zdorovetska. Producción:  Dónal Foreman, Edwina Forkin y Liam Beatty. Producción Ejecutiva: Mike S. Ryan. Compañía Productora:  Zanzibar Films y Alice Productions. Título en castellano: El grito de Granuaile. Nacionalidad: Irlanda. Año: 2022. Duración: 82’. Idioma: Inglés. Edad recomendada: 13
 
Al finalizar la función del sábado a la tarde, en el CCSM, Donal Foreman charló con los presentes en la sala 2. Hete aquí, fragmentos de la misma junto con el diálogo que mantuvo Foreman con ECDL
 
-Donal, ¿cómo se te ocurrió hacer este film?
– Quería hacer una película en el oeste de Irlanda y sus paisajes. Paralelamente, tenía la idea de hacer una película con Granualle.  Después apareció un productor con la idea de un actor/actriz norteamericano/a en Irlanda. Entonces empezamos a formar la idea a partir de ahí. Además me interesaba la relación con la pérdida y el dolor. Cait, en una parte de la película, dice que “la historia de Granualle es una historia de proyección”. Me quedó mucho esta idea en tanto se proyecta en personajes mitológicos y hacemos que significan lo que nosotros queremos. También hacemos esto con las personas en nuestras relaciones. En relación con el dolor, no solo perdemos a la persona en sí sino nuestra propia idea de esa persona. Perdemos una parte de nosotros mismo y debemos hacernos cargo
 
-¿Cuando surgió tu interés por Granualle?
-Conocía la historia de chico pero también me fascina mucho conocer los lugares. Tal como esta zona de Irlanda por la que tuve el placer de viajar. Nadie había hecho una película sobre ella lo cual fue muy interesante para filmar al respecto.
 
– ¿En qué fue filmada la película?
– En Super 16 mm salvo la secuencia de películas de Maire que son fragmentos de películas que había filmado el tío de mi madre en los años 60 en Nueva York, en Super 8. En mi film anterior, “The image you missed”, que formó parte del BAFICI, hay partes de este metraje. De ahí la conexión entre ambos films.
 
-¿Cuanto tiempo tardaste en filmar?
– Fueron veinte días pero la estuve editando durante año y medio. Además, hubo un año de investigación. Los ensayos con los actores fueron por varias semanas previas al comienzo del rodaje.


 

Donal Foreman (izq), en diálogo con el público.

-¿Cómo fue la filmación en Irlanda? ¿Pensas volver a proyectarla allá?
– Vamos a ir a Claire Island en septiembre porque hay un festival de cine. Hay una población de 150 personas por lo que con nuestro equipo la vamos a incrementar en un 20%.  Fue una pesadilla filmar ahí, bastante traumático. Se que parte del equipo la pasó bien pero para mi fue muy estresante. Estábamos en un lugar muy alejado y remoto, con un tiempo muy acotado para filmar. Valió la pena pero fue muy difícil.
 
-¿Por qué, como director hombre, decidió hacer una película sobre una mujer, con protagonistas femeninas
?
-Las dos últimas películas que hice, se centraban mucho en figuras masculinas. Una sobre un hombre joven en Dublin y la otra sobre mi padre. Pensé en hacer una película sobre Granualle, la reina pirata y también acerca de madres y pérdidas. Tenía sentido enfocarse en personajes femeninos. Además, muchos están basados en gente que conozco. Por eso, en algunos casos, es tan personal.
 
– ¿Cómo fue el trabajo con el sonido en la película?
-Desde el principio, quería hacer un trabajo especial con el sonido. Creo que es tan importante como la imagen. Deben trabajar de manera complementaria y no repetir lo que dice la imagen. Sabía que los sonidos ambientales iban a ser importantes al igual que los sonidos de orquestas. La superposición de las voces en off también iba a ser importantes. Los detalles se resolvieron en posproducción. Estuvimos varios meses trabajando con un ingeniero de sonido para llevar a cabo esta tarea.
 
-¿Tenés algún tipo de identificación con Maire?
– Siento que me relaciono con las dos protagonistas, en tanto las discusiones que tienen y sus charlas filosóficas. Me siento representado por ambos lados. Soy mucho más timido que Maira por lo que no creo que me confundan con ella. También pienso en los norteamericanos en Irlanda, un tema que ya venía pensando para la película. Conocí un productor en Nueva York que me dijo “si se te ocurre algún personaje norteamericano en Irlanda, te consigo la plata para la película”. Pensé que era una idea terrible porque hay una tradición histórica de actores o directores famosos de Hollywood yendo a Irlanda a filmar películas. No quería caer en ese cliché. Quise jugar al respecto y subvertir esta tradición. Mi film anterior era sobre mi padre que filmaba documentales en el norte de Irlanda. Sentía que, siendo un “outsider”, eso brindaba tanto beneficios como inconvenientes. Era un poco naif, con un punto de vista romántico pero también lo podía hacer más fresco. Quería jugar con esa complejidad y esa relación amor-odio con los norteamericanos.
 
-En momentos de discusiones de Maira y Cait se iba con el montaje a imágenes de paisajes. ¿No bajaba eso la tensión dramática? ¿Fue esto una decisión poética al respecto?
-Quería que fuera una mezcla entre un drama de relaciones personales y un aspecto más poético. Muchas películas clásicas, los ambientes y paisajes están para servir a los personajes en sus viajes. Aquí, tiene que ver con lo que los personajes quieren que signifiquen las cosas y lo que proyectan. Que tengan una vida propia. El film tiene la estructura que se transforma en diversos estilos a medida que avanza. Quería que el estilo y el sentido de la realidad cambien al final de la película. Al principio, están los personajes, los paisajes y los fragmentos de libros aunque todos separados. Al final, se mezclan todos en una especie de sopa de fantasía y géneros.
 
-Hiciste mención a la relación amor-odio con los norteamericanos. Incluso, en la película hay una situación con un periodista que le dice a Maire “que viene a hacer una norteamericana a Irlanda”. ¿Cómo te sentis con esa idea respecto a la banalización y comercialización que harían los norteamericanos respecto a determinados temas?
-Creo que es una simplificación. Decidí que el personaje de la directora norteamericana lo sea de cine experimental y de hecho, el crítico que aparece, es uno muy reconocido y famoso de un diario irlandés. En Irlanda, esperan que los personajes norteamericanos estén llenos de mierda. Por lo general, cuando van para allá, si son mujeres es para buscar un amor y si son hombres, en pos de su pasado o comprar tierras si son cínicos capitalistas. Este es el perfil más simplista que hay de los personajes norteamericanos. En mi caso, quería elegir uno que no fuera fácil de descifrar. Maire es molesta pero divertida. No es fácil de descifrar. Una tangente de esto es que el grupo más popular de Irlanda es uno sobre los Simpson. La gente postea memes de los Simpson con temas irlandeses muy específicos pero con términos muy norteamericanos. Pero se enojan a veces y dicen “váyanse de aquí yankees de mierda que esta es una página irlandesa”. Pero todo gira en torno a los Simpson. Este es un buen ejemplo de la relación confusa que hay.
 
-Quería preguntarte sobre el contexto histórico de Granualle. ¿Cuánto hay de realidad? Veo la intención de que haya una visión, a través de la historia de este personaje, plantear la historia de Irlanda.
-Hay poca información acerca de Granualle y la que hay, viene de informes coloniales ingleses. La última sección de la película, los diálogos son tomados de textos literarios acerca de ella. Hay mucho diálogo robado de novelas del siglo XIX. En un momento importante entre Maire y Cait, ambas como Granualle, lamentándose por la muerte de su hijo Owen, está tomada de una petición a los ingleses escrita por Granualle. Probablemente sean sus palabras pero nadie lo sabe en realidad si son de ella o si lo tradujeron. Más allá de esto es folklórico respecto a ella. Me fascina ver cómo fueron mutando a través de los siglos y cómo interactúan entre ellos, tal como la historia del príncipe perdido en el mar. La gente hoy lo cuenta como un cuento folklórico pero viene de una novela de hace 200 años de la que todos se han olvidado. Igual hay una biografía escrita acerca de ella que recopila toda la información que existe.
 
-En la película se ven dos formas contrapuestas de encarar la historia a través del mito.
-Estoy de acuerdo con lo que decís. Igualmente, está la posibilidad de tomar estos ingredientes y hacer tu propia torta. La película empezaba con el punto de vista de Cait que tiene las cosas más reguladas y en su lugar. Las historias hablan de eso, desde un marco puntual. Al final, es el mundo de Moira el que aparece entremezclado. Hay sentimientos encontrados porque Moira se la llevó a otro lado o que abrió el universo de Cait. Es para que la sigan descubriendo los espectadores.

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