La paternidad, ¿un fin, un deber o una consecuencia?

Hace poco leí una nota escrita por una respetada y estimada colega como Clarisa Ercolano, despotricando un poco contra el tan mentado designio de la “maternidad”.  Más allá de mi adhesión a su postura, también me inspiró a las siguientes líneas.

 

Hay gente (hombres y mujeres) que no desean ser padres/madres. Como es una elección, cuenta con la responsabilidad de aquél que la toma. Tampoco hay “egoísmo” como dicen muchos. El egoísmo sería si uno quisiera seguir haciendo la misma vida pero con un niño a tu lado, lo cual hablaría muy mal de vos, por tu irresponsabilidad. Por eso, si no elegí ser padre, no estoy siendo egoísta con nadie. Si eventualmente fuese egoísta….es mi pura y exclusiva decisión sobre mi propia persona. De más está decir que esto se habla siempre con la pareja que uno tenga.
En otro orden de cosas, pareciera que hay niveles en lo que sería el crecimiento de la persona.  Niñez, adolescencia, estudiante….y padre/madre. Esto es un craso error porque el ser padre/madre no te exime de culpas o te pone en un lugar de santidad, por llamarlo de alguna manera. No te brinda un aura de respeto instantánea. Es decir, por ser padre/madre, no te volvés bueno, serio y responsable, con la cuasi obligación de consentir todas las pelotudeces que se te ocurren. Hay madres/padres idiotas en igual medida que hay madres/padres piolas, gente sin hijos/as idiotas y gente sin hijos/as piolas.
Esto mismo es extensible a los ancianos que, pareciera, hay que respetarle la sarta de idioteces que dice porque es “una persona mayor”. A ver, si una persona fue turra a los 15,  22, 35, 43, 55, 64 años, no se vuelve “un venerable anciano digno de consulta y respeto” porque haya llegado a los 75 años. No! Es un viejo turro. Y como tal, deberá bancarse (recoger los frutos de su vida de turro) lo que le toque o explotar los complejos de culpa de la gente que lo rodea…..
La cuestión de la elección es fundamental. A la frase “cuando tengas un hijo, vas a entender”, siempre respondo con una pregunta “¿Qué tengo que entender?». Y si elijo “no entender”, ¿estaría mal?. ¿Por qué me ponen en un lugar en el que no me interesa estar?  Es allí donde aparece el “no respeto” a aquél que no desea seguir el camino que –supuestamente (vaya uno a saber quien fue el cráneo que lo dictó)- “debería” tomarse. Muy malamente digo que, si voy a tener un/a hijo/a, es por deseo consensuado con mi pareja y no para asegurarme la jubilación a los 75 años. He escuchado a padres/madres decir a sus hijos “ya me vas a tener que cuidar tal como yo te cuidé a vos”. ¡Gente de mierda! ¡¡Ya le estás inculcando la culpa de niños!!
Cito la frase textual de Ercolano en su texto original: “Lo primero es tu hijo. Aha, ¿y yo pasaría  a ser lo segundo? Me da caspa pensar ese tipo de relaciones simbióticas sea con quién sea. ¿Cómo puedo yo amar a alguien si me voy a amar menos a mí? Dejo de ser una persona, una sujeta con deseos, ganas, planes; para convertirme en ameba”. Personalmente, no pienso dejar de lado mi propia individualidad como ser pensante bajo ningún concepto. ¿Dejo de existir como persona? Lo siento pero eso no me interesa en lo más mínimo. Lo patéticamente gracioso es que esto que decimos Erco y quien esto escribe, lo sostiene mucha gente pero no lo dice porque “está mal”. O sea, no es “políticamente correcto” o peor, porque tienen hijos.
 
A más de un amigo le he dicho, después de escuchar sus quejas porque a su hijo le pasaba tal o cual cosa, “el ser padre no implica que renunciar a ser persona”. Hay muchos/as que ponen el ser padre/madre en lo más alto de su escala personal. Ser padre no es más importante que ser persona por la simple razón que siempre se es persona pero no padre/madre (tal es mi caso).
Finalizo este artículo sosteniendo que la decisión personal no se somete a comicio público. En mi caso, de momento, no figura el tener hijos en el escalón más alto de mis prioridades. El día que cambie de opinión, lo haré pero con la responsabilidad que amerita esa decisión. Eso si, exijo el mismo respeto que aquél que decidió tenerlo porque la decisión de un individuo, en tanto y en cuanto sea personal y no afecte a terceros, es absolutamente respetable.

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