Continuamos dando vueltas por el Festival de Cine Ruso para Argentina, Chile y Uruguay, que se puede ver manera online y gratuita, del 11 de junio al 4 de julio, en la plataforma digital Qubit. En este caso, contamos con la visión de la actriz y escritora Yael Frida Gutman que brinda su parecer sobre la inquietante “Mas adentro”.
Por Yael Frida Gutman
Roman Petrovich, un director de teatro al que atajamos en el momento justo en que su futuro se desmorona, parece un personaje de Gogol, un típico perdedor melancólico que acepta pasivamente el destino que se le acerca. Un Bartleby del teatro; un ser que parece menos un incomprendido que uno que no comprende los tejes y manejes del mundo.
Su humanidad candorosa me acarició el corazón de actriz en pandemia. Su búsqueda de la verdad en las actuaciones me volvió a encender la misma llama de igual manera que en el 2009 al ver la película argentina “Entrenamiento elemental para actores”, de Federico León y Martín Rejtman. Un director que desde la imagen del afiche ya sabemos en qué va a caer. Lo lindo es ver cómo. Y en esta película rusa ese “cómo” está teñido de la identidad teatrera, literaria, del alma eslava: el individuo incorporado a los vaivenes caprichosos de su sociedad contemporánea.
Rusia es esta comedia y es Chéjov; técnicas de teatro y sus espacios majestuosos. Es mafia y una sociedad de control. Pero también es un país moderno igual que Argentina, con nuestros cafés, nuestros dispositivos electrónicos y también, nuestra desconexión.
Su humanidad candorosa me acarició el corazón de actriz en pandemia. Su búsqueda de la verdad en las actuaciones me volvió a encender la misma llama de igual manera que en el 2009 al ver la película argentina “Entrenamiento elemental para actores”, de Federico León y Martín Rejtman. Un director que desde la imagen del afiche ya sabemos en qué va a caer. Lo lindo es ver cómo. Y en esta película rusa ese “cómo” está teñido de la identidad teatrera, literaria, del alma eslava: el individuo incorporado a los vaivenes caprichosos de su sociedad contemporánea.
Las actuaciones son naturales. Conservan la frescura y la esencia de los personajes aunque por momentos, salvo en Aleksander Pal -Roman Petrovich-, vemos una actuación un poco forzada. Tal es lo que ocurre con Lyubov Aksyonova como la joven actriz porno, que se torna poco creíble. En actores y actrices a veces no hay fórmula mejor que el paso del tiempo: cuanto más grandes, mejor actúan. Oleg Gaas, el joven actor porno, sin embargo, despliega una cálida inocencia que se va enriqueciendo hasta el final.
La dirección es dinámica y los planos detalle se disfrutan como en cualquier comedia. No hay misterio. Hay sentido. El atractivo y gancho humorístico es el pedido de ir más adentro, que se aplica tanto en la industria porno, como en el teatro o en la política. Hasta que la pasión se funda en el arte.
La película trae al presente el feminismo como tema pero no problematiza el rol de la mujer en una industria tan controvertida como la pornográfica. Y deja por fuera cualquier representación que no pertenezca a la heteronorma. Entonces, en la superficialidad del porno tradicional aggiornado por un disfrute en el trabajo (todo muy lavado a mi parecer) nuestro director aplica su profesionalismo y pasión que pueden ser su salvación y su perdición. Con esta incertidumbre moral que presenta el personaje, nos toca el corazón si atendemos a su búsqueda de libertad y de contacto con la verdad.