Ubicado en el centro del escenario, un cocinero desarrolla su tarea en alta mar. Es italiano y cocina lo que sería un rico tuco. Él habla. Cuenta y relata historias que pueden ser las de cualquiera de nuestros abuelos mientras el barco se bambolea de un lado al otro. ¿Estará navegando a través del mar de su propia historia o la de su colectividad? Metáfora exacta para la puesta, Giampaolo Samá pondrá cuerpo y alma a un relato sensible, histórico y descriptivo que no cae en clichés y estereotipos. El texto es disfrutable de principio a fin, con personajes entrañables y situaciones que todos hemos escuchado de nuestros abuelos pero sin el dejo romántico con que las dotaban ellos, para hacer más digerible el dolor que sufrieron ellos. Ellos vinieron a “hacerse Lamerica”, a trabajar y a encontrar un hogar donde echar raíces para crecer y vivir en libertad.
El sueño por la libertad y el trabajo atraviesa la obra ya que forman parte del equipaje con el que vienen los personajes interpretados por Samá. Con sabiduría, retoma los vaivenes que tuvieron los recién llegados a estas tierras para construir una historia que llega al corazón. Tiene el gran tino de no omitir esos grises que brindan los matices entre los blancos y negros con los que fácilmente se cae en muchas de estas historias. Los presenta como hombres y mujeres con sus virtudes y defectos, sus deseos y sus miedos para con lo que les deparará el futuro.
