La posibilidad de ver dos recitales que, seguramente, quedarán en el recuerdo, es para destacar y relatar. Más aún, con artistas tan disímiles, pero con búsquedas permanentes. De esta manera, llegamos a ver al virtuoso guitarrista Greg Howe al ND Ateneo y a Los Quietos, banda de poderosos nombres pero de efímera presencia en los escenarios, a Boris
Greg Howe en Argentina. El delicado sonido del trueno.
Digamos que el “público masivo” no conoce a Greg Howe. Se les puede tirar la pista que fue guitarrista de Michael Jackson, Justin Timberlake, Christina Aguilera o Enrique Iglesias pero tampoco lo van a sacar de nombre.
Greg Howe es de esos monstruos que viven bien en las mieles del reconocimiento de unos pocos a los cuales su maestría con las seis cuerdas ha tocado en su fibra más íntima. De esta manera, se concurrió a ver la presentación de Howe en el ND Ateneo.
El concierto fue anunciado para las 20.30 hs, en la cual subió la subió la Maycown Reichembach Band, integrada por Maycown Reichembach en guitarra, Gustavo Meli en bateria, Andrés Pellican en bajo y Mauro Hernán Laiolo en Hammond. Puntuales como pocos, subió la banda con su pelilargo lider que fue un exacto aperitivo con respecto a lo que se venía. Con buen gusto en sus melodías y velocidad supersónica en los dedos, Reichembach dio cuenta de que el prestigio que lo antecede no es en vano asi como la influencia de Steve Vai en su interpretación. Pasan temas con influencias “funky”, dos baladas “épicas” dignas del metal más clásico y un cierre con aires “latinos” que contrastó un poco con el clima y la interpretación previa. No obstante, lo de la Maycown Reichembach Band fue de calidad acorde al artista principal.
A las 21.30 subió Greg Howe que está presentando su disco “Sound Proof” el cual recibió excelentes criticas tanto del periodismo como del público. Lo acompañaron Stu Hamm en bajo y Gianluca Palmieri en batería. Antes de continuar con la crónica del show, haremos los honores correspondientes a estos dos músicos excelentísimos. Stu Hamm tocó con todos y siempre con una sapiencia descomunal al tanto que Palmieri era un metrónomo pero con sentimiento y versatilidad. Asimismo, digamos que Howe dejó que sus músicos se luzcan con lo cual el show creció en intensidad y excelencia. No hizo lo que hacen muchos virtuosos de dejarles solo “la presentación para que se luzcan” sino que a lo largo del show todos sonaban en la misma sintonía como si fuera un trío y no una banda que acompaña al solista, en este caso, Howe.
Si bien el motivo de la visita de Howe es “Sound Proof”, no le impidió presentar temas de sus otros álbums como “Proto cosmos”, “A Delicacy» y «Bird’s Eye View» de su álbum “Extraction”. Howe aprovechó también para dedicar un tema a uno de sus músicos favoritos, el genial Stevie Gonder. Es el motivo por el que suena una excelente versión de “Tell me something good”.
La técnica de Howe es sublime pero va mas allá del hecho del virtuosismo en si. Aquí, su calidad es la que le permite viajar por distintos estilos de música sin sufrir sobresaltos. Va del funk hasta el jazz fusión pasando por el rock sin escalas, lejos de esa velocidad tan impresionante que se vuelve fría. El recital no cayó en ningún momento en esa monotonía de ver a un guitarrista de seis dedos y preguntarse “¿Y ahora que más?”. Por eso destacamos el protagonismo que le dio al resto de los músicos. Suena “Kick in all over” y el bajo se apodera del climax de la canción, después de haber tenido uno de los tantos momentos de brilo, al bajar Howe y Palmieri, dos minutos del escenario.
Como no podía ser de otra manera, el colmado ND Ateneo aplaudió a rabiar cada interpretación y el “ole, ole, olé, Greg Howe, Greg Howe”, no se hizo esperar. El público le pedía temas y Greg sonreía, agradeciendo el calor del público pero no desde esa demagogia sino desde el afecto y la gratitud por estar allí, compartiendo su arte. En las primeras filas, estaban los fans de la primera hora. Teléfonos celulares y algunas camaritas toman parte del show al tiempo que muchos mueven dedos y cabezas al ritmo de lo que ocurre en el escenario. Muchos músicos y estudiantes entre el público denotan un conocimiento exhaustivo de la obra de Howe.
El show va llegando a su fin. Suena “Jump Start”, el ultimo tema de la noche, perteneciente al album “Introspection” del año 1993. Ovación completa. Greg se acerca al público y les de la mano. Todo con respeto y tranquilidad. Es la satisfacción de haber realizado un recital memorable para un público caliente y conocedor de quien es realmente Greg Howe, en el universo de la música.
Quietos y Revoltosos
La superbanda de Melingo, Samalea, Willy Crook, Patán Vidal, María Eva Albistur y Luis Ortega se presentó en Boris con un muy buen show el viernes 26 de agosto, con presencia completa en las mesas y escaleras.
Mucha gente se hizo eco del anuncio que daba cuenta de la presentación de los Quietos. Para las 22 hs, hora anunciada del comienzo del show, entraba la gente y se ubicaba en las mesas. Con el correr del tiempo, el número de concurrentes fue “in crescendo”. Chicas lindas palermitanas junto con oídos deseosos de escuchar buena música esperaban con calma el momento en que subiera el combo debutante al escenario.
A las 23.15 hs, aproximadamente, fueron subiendo uno a uno los integrantes de los Quietos. Samalea, aparece con corbata, Willy Crook con un traje rojo, María Eva y Patán, de negro, Melingo de chomba y Ortega con remera roja y buzo con capucha. Toman sus instrumentos y comienza el show. Bajo, teclado, batería y tres guitarras fue la disposición inicial, siendo el solista Luis Ortega. Sus canciones mostraban una temática urbana, con buenas melodías y guiños a Lou Reed. De fondo, se ven secuencias de distintas películas que crean un clima de cierta intimidad con la música sonando, de fondo.
El ritmo cambia cuando Melingo se hace cargo de las voces y saca de su arcón de gemas a “Ulises y las sirenas”, de los Twist, del disco “Cachetazo al vicio”. Lo mismo ocurre cuando presenta “Corazón y huesos”, un tema adelanto del que será su próximo disco solista. Este tema mantiene el aura tanguero pero con un sonido más rock con lo cual se espera con ansias su nuevo material.
Por su parte, Willy Crook crea esos climas tan personales que son marca de fábrica de sus Funky Torinos. Soul y funk son las fuentes de las cuales se supo nutrir mientras que los Quietos mantenía a Patán, María Eva y Samalea en sus instrumentos originales e interpretación metronómica. Paralelamente, Willy y Melingo intercambiaban guitarra, saxo y clarinete. Justamente, cuando Crook le entraba al wah-wah de su guitarra, Melingo hacía las delicias con su clarinete o saxo o, directamente, pelando solos de guitarra ante el aplauso de la gente. Entre risas, su amigo Crook lo presenta como “Brian Melingo”.
La noche era agradable y se veían caras famosas dando vueltas. Joaquin Levinton iba de un lado para el otro, mientras Julieta Ortega veía el show desde las escaleras un par de escalones debajo de este cronista. Promediando el show, llegaron Leo García y Fabián Quintiero.
Mientras tanto, arriba del escenario, Willy Crook también se dio el gusto de dar cuenta de su talento cuando, saxo mediante, endulzaba las melodías que iban saliendo de temas que se extendían para dar paso a creaciones conjuntas musicales.
El show va llegando a su punto final. Para los bises, vuelve Melingo para cerrar todo con una versión rockera de “Narigón”, uno de los hits de «Tangos bajos», su primer disco de tango.
Los Quietos bajan la cortina y se pone punto final a un muy buen recital de música que navegó entre varios ritmos con exquisitez.