Bafici 2018 (VIII): Distintos tipos de parejas

De a poco, la vigésima edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), va llegando a su fín. Esto no implica que dejemos de recorrer sus diversas sedes para ver varias películas de calidad. Inclusive, en el Village Recoleta, te podes topar con Beatriz Sarlo. 

En esta crónica, tomaremos un estreno y un «clásico» que giran alrededor de las parejas, aunque en el segundo caso, de manera secundaria. Nos referimos a la muy interesante y corrosiva «A horrible woman» y la inglesa «The Acid House» en la que pudimos cruzar algunas palabras con Ewen Bremmer en Caballito, lugar donde se proyectó el film. 

A Horrible Woman

Dos a quererse

Guión: Christian Tafdrup y Mads Tafdrup. Dirección: Christian Tafdrup. Con Anders Juul, Amanda Collin, Rasmus Hammerich, Carla Mickelborg. Director de fotografía: Joshua Beckford. Dirección de arte: Christian Tafdrup. Productor: Thomas Heinesen, Marta Mleczek. Produccion ejecutiva: Henrik Zein, Lena Haugaard. Compañia productora: Nordisk Film Production. Sonido: Bo Asdal Andersen y Thomas Huus. Edición: Nicolaj Monberg. Año: 2017. Formato: DCP. Titulo original: En Frygtelig Kvinde. Idiomas: Danés. Color: Color. Minutos: 86. Pais: Dinamarca

El título, de por si, es un tanto condicionante asi como llama a la curiosidad. Más aún por la coyuntura en la que estamos viviendo. No obstante, el atravesar este tipo de condicionamientos es la primera parte de vivir la experiencia de una película que mezcla la parodia a las comedias románticas, la crítica a la forma en que se encaran las relaciones y, por elevación, la pertenencia a un grupo determinado.


Todo comienza cuando se ve como es la vida de un querible y simpático Rasmus. Divertido y amigo de sus amigos, en el marco de una fiesta en su casa, conoce a la bella y encantadora Marie. El flechazo es inmediato y la relación tiene un ritmo vertiginoso en tanto y en cuanto se suceden los hechos….y hasta aquí vamos a contar.

Diremos al respecto que es una película que exige un poco más al espectador promedio. Obviamente que, si uno quiere quedarse en la superficie del planteo y ubicar todo entre “buenos” y “malos”. Pero si uno quiere profundizar el planteo, se puede llevar una gran sorpresa. El guión es de calidad. Es tan atrapante como tramposo, en tanto y en cuanto permite la “salida fácil” de la que hemos hablado. Más allá de poner “la maldad” de un solo lado, también debería llamarse la atención en el comportamiento del otro. La confusión entre mantener la esencia no implica tener un complejo de Peter Pan eterno. Madurar no es convertirse en un amargo asi como tener personalidad no es gritar ni ser bueno/a, un/a dominada/o. Ahí es donde reside la cuestión.
El adquirir conocimientos o vivencias de la pareja permite un enriquecimiento personal. Atrincherarse detrás de cierta “autenticidad” deja de ser divertido para empezar a atrasar años.  Por ende, la tan mentada “victimización” deja de ser tal para ser un capricho frente al paso de los años. Esto no quita que haya, desde la otra parte, una manipulación sobre estas “dudas existenciales”. El camino fácil de convertirse en un “adulto respetable en la sociedad” gana la partida para los ojos externos en detrimento de la felicidad interna de la misma pareja. La manipulación es tal en el marco de una relación casi adictiva, no exenta de estar atravesada por el axioma “el fín justifica los medios”.
Otro punto es donde se ubican los grupos de pertenencia como la familia y los amigos. Nuevamente el mantener las normas sociales de la cortesía no siempre brinda una contención a los momentos difíciles que se pueden atravesar.
Con un fuerte anclaje en la sociedad moderna, el guión juguetea entre la crítica, la mordacidad y cierto aire de “seriedad” con respecto a lo que está mostrando. Pero, para evitar eso (o quizás….potenciarlo), tenemos a una Amanda Collin que, como se dice en teatro, “rompe la cuarta pared” para volver al eje central de la peli y poner la pelota directamente en el espectador. Justamente, Collin y Anders Jull conforman la pareja protagónica con actuaciones creíbles. La primera, como esa mujer que sabe lo que quiere y cuenta con las herramientas para llevarlo a cabo (¡y lo dice!) y Juul, como ese hombre que busca agradar constantemente, más allá de sus propias limitaciones y un corazón enorme.

Corrosiva, polémica y sarcástica, “A horrible woman” va más allá de su título para dar cuenta de una historia que podría ser como la de cualquier pareja. Una historia cautivante que merece ser vista y discutida asi como valorar el muy buen momento cinematográfico que se presenció.

Viernes 20 de abril. Village Recoleta. Sala 8 A las 15 hs
Domingo 22 de Abril. Espacio INCAA Cine Gaumont. A las 17.45 hs



The Acid House

The 90’s back

Guión: Irvine Welsh. Dirección: Paul Mc Guigan. Con Stephen McCole, Maurice Roëves, Ewen Bremner, Kevin McKidd, Martin Clunes. Dirección de arte: Rohan Banyard, Jean Kerr. Musica: Dan Mudford. Productor: David Muir y Alex Usborne. Produccion ejecutiva: Colin Pons. Edición: Andrew Hulme. Compañia productora: Picture Palace North, Umbrella Productions Limited. Director de fotografía: Alasdair Walker. Idiomas: Inglés. Color: Color. Minutos: 111. Año: 1998. Formato: 35mm. Pais: Reino Unido

En la sección “Britannia Lado B”, siempre hay films que da gusto volver a ver, o ver por primera vez ya que el paso del tiempo los pone en su lugar. En el caso de “The acid house”, volvemos a esa Inglaterra de los años 90, donde el futbol, las drogas y la música se juntaban en un combo explosivo que derivó –en el rock- en el retorno del dominio británico. Bandas como Oasis, Blur, Pulp tomaban por asalto las radios y lo más “indie” pasaba a ser lo más escuchado. La cultura del “lad” (chabón) inglés –encarnada por los hermanos Gallagher-, se expandió hacia otros espacios. Tal cual fue lo que ocurrió en el cine.


Las tres historias que forman parte de “The Acid House” combinan las tres características mencionadas en el comienzo del párrafo anterior. Ambientada en Escocia, las historias se desarrollan en los barrios bajos, con la marginalidad a flor de piel, que buscan algo de reivindicación en el alcohol, el ácido y en las parejas.
Cada historia empieza y finaliza aunque hay un nexo entre las tres. Un joven pierde todo en un lapso pequeño de tiempo hasta que un Dios borracho y mal hablado le da la posibilidad de vengarse y ser víctima de la ira del Todopoderoso.  Así las cosas, una pareja se casa pero el amor deja su lugar a los excesos y a la violencia. El final llega con un intercambio de personalidades donde el ácido es un protagonista fundamental de la historia.
Probablemente, la tercera historia sea la más interesante. Hilarante y con un delirio propio de un “trip”, tiene a Ewen Bremmer como protagonista central con un Coco que podría ser el primo del Spud que saltó a la fama en “Trainspotting”. La utilización del color acerca la película a un video de Blur de la época en que el cruce de las influencias era moneda corriente.

Como salió en paralelo con “Trainspotting” que arrasó en las taquillas, “The acid house” quedó un tanto relegada, como si fuera la prima lejana de la primera. Eso no quita que sea de calidad. El guión de Irvine Welsh era de calidad aunque esa “desprolijidad” para las tres historias de no unirlas de manera más visible o desarrollar alguna con mayor consistencia para que sea un “largo”, es la que permite mantener la frescura de las mismas. Al día de hoy, con treinta años encima, mantiene el descaro y la insolencia de ese 1998. En tiempos de adictiva tecnología, ver como eran los “códigos” de otra época, permiten ver con cierta nostalgia y romanticismo aquello que era lo impúdico, que había que combatir. A veces, el remedio puede ser peor que la enfermedad ya que no solo la potencia sino que crea otras nuevas….y peores.

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