Marilina Bertoldi: La Jefa

Por Nancy Romina Gregof *


Una remera que diga, una remera que ya dice y una pregunta que va, vuelve, va otra vez: ¿quién carajo es Marilina Bertoldi? -click-. 
Me tomo el atrevimiento de pensar- mentira. Esto no es pensamiento sino una escucha y un pulsar- y decir que a lo largo de 2018-2019 esa pregunta se fue respondiendo con hechos. Con música. Con fechas y la utilización de las redes sociales como canal de expresión/comunicación directa con su público -pasto para los medios masivos de (in)comunicación-. 
En el denominador común de las producciones de las masculinidades las preguntas por el «quién» vienen -parece- después del acontecimiento artístico. Te guste o no.. En este caso, frente a premiaciones, o mejor, frente a la supuesta máxima premiación de la música «nacional» -el Gardel de oro 2018- el ojo de la tormenta tuvo nombre, voz y un cuerpo de mujer.

De artista revelación (2017) a disco del año (2018) y el Gardel de Oro hay muchas postas. Me gusta pensar en un tránsito por los paisajes de lo posible. Como dicen los Babasónicos «no existe un mundo donde todos piensen como vos/ acostumbrate/desde cuándo sabés/ quién es cada quién/ no vine a criticar a nadie/ vine a transformarlos/ vine a provocarlos/vine a despojarlos/a festejarlos de una vez/ por todas» («Un pálpito, 2018). Y si en el fondo todo habla de uno mismo -como dice esa gloriosa canción- el caso de Marilina Bertoldi explota la negación a la caracterización enajenada de su persona y género en el universo masculino del rock argentino. Algo así como: «ves como ven como miran distantes/ y a los bocados te los tiran atrás/ ves como ven como miran distantes y a las bombitas te las tiran atrás/es como miran/ como actuan tan distantes/ pero a las bombas te las tiran atrás/se hacen los capos mirando tan distantes/ pero los las bombas te las tiran atrás/ ay como les duele comerse el viaje/se enojan / solos vayan por allá/ay como les duele comerse el viaje/se enojan /solos vayan con mamá» , tal como afirma en «Tito volvé».

A pesar de los intentos de banalización tanto de su música como de su perspectiva feminista, Bertoldi emerge como parte de un gran colectivo de artistas que son parte de la narrativa actual del rock argentino: Paula Maffia, Lucy Patané, Barbi Recanati, Lula Bertoldi, Juana Chang[1]son algunos ejemplos ineludibles. Muchas de estas sujetas, que hacen camino a distancia del mainstream y de los grandes sellos, cuentan con una trayectoria de discos y décadas encima. Los premios y los lugares de visibilidad que tienen en el escenario musical actual ha sido fruto de debate y de polémica al cuestionar la perspectiva e historización dominante masculina-patriarcal del rock argentino. No se trata solo de «la música», hablamos -sí- de las configuraciones en torno a la poiesismusical y su ejecución efectiva, perfomance de un poder hacer, decir y crear que se ha construído al margen de las tramas héteronormativas.

Rebote: Como claramente señala Noelia Adamo (2019)[2]: «La música, como tantos otros productos del arte y de la cultura, ayuda a la construcción de identidades etarias, sociales, de clase, y también de género, revelando que en las sociedades occidentales tenemos interiorizados y naturalizados ciertos valores vinculados a estas construcciones. Así como hablamos de música culta o popular, también se escucha hablar de música para mujeres o para varones.» Su interesante trabajo en torno a las mujeres en el universo del heavy metal aporta una respuesta posible al interrogante entorno al efecto de incertidumbre respecto a Marilina Bertoldi ya que, tanto en el heavy metal como como en el rock argentino, podemos pensar que la música «En su contexto de circulación social, glorifica el dominio del poder del varón y la subordinación de la mujer, forma parte de la hereronomía que produce y reproduce una serie de estrategias, símbolos y prácticas vinculadas a la dominación masculina.» (Adamo, 2018)

Marilina Bertoldi cuenta con seis discos editados hasta el momento, cuatro como solista y dos con su anterior banda «Marilina Connor Questa», disuelta en el año 2015. Su álbum «Prender un fuego» (2018) le abrió la puerta a espacios de difusión mediante una ola de escucha en Spotify y Youtube. Antes de las salida del disco, temas como «Racat» fueron adelantando lo que sería su tono musical y lírico. Ya en 2016  «Sexo con modelos», un disco mucho más «clásico» en el orden de la sonoridad «rockera», la había catapultado a la realización de múltiples shows, al galardón de artista revelación y a deliciosas entrevistas, como la de «El visionario», en donde es posible observar algunos de los caminos y gestos que se desarrollarían en su quehacer artístico durante el 2019. ¿A qué me refiero con esto? 
A la respuesta que ella da cuando le preguntan por el escándalo del título de su segundo disco. A las declaraciones, por IG, cuando la nombran artista del año «después de 20 años» de que ninguna otra «mujer» lo fuera (la única premiada, hasta ese momento, había sido Mercedes Sosa). 
Entonces Marilina apunta y dispara: «Hoy (el premio), lo gana una lesbiana» seguido un guiño y un beso. ¿Acaso pudo eludir lo que suelo llamar -personalmente-«la marca del ganado»? (una consideración héteronormativa de consumo de los cuerpos clasificados «femeninos», en donde no importa su producción artística, expresiva o profesional, la designación genérica de «mujer» las vuelve carne de cañón, placeres y asaditos. Carne).   

Cabeceo: media sanción a la Ley sobre Cupo Femenino y Acceso de Artistas mujeres a los Eventos Musicales en 2019, que establece un mínimo de 30% de mujeres para los espectáculos de música en vivo. Es decir, la desigualdad de género en la escena musical en vías de hacerse Ley o cómo patear el tablero cultural héterocis. Vuelvo a Marilina cantante, música, compositora; al año pasado y su gira «solo set», su participación en el escenario principal de la Marcha del Orgullo LGBTIQ, la portada de la Rolling Stone. Ella y el ruido que hace una mujer que toca, que canta, que compone, clarificado en el concepto de displayer: «A la hora de pensar en mujeres que hacen música, es interesante el análisis de Lucy Green (Green, 2001), quien introduce la noción de display(exhibición). Dice que la interpretación musical forma parte de una exhibición en las que dos posiciones están en juego, la del intérprete o displayery la del espectador, y que entre estas subjetividades se establece una relación de poder mediada por la máscara.» (Adamo, 2018) Canciones como «Sexo con modelos» (2016), «Reaccionar» (2016), «Deshacer» y la ya emblemática «¿O no?» (2018) presentan poéticas del desenmascaramiento, que llevan a otros interrogantes -solapados pero no por eso menos urgentes en las tripas del “mercado musical”-: «veo las hojas sobre el mar/pero sé que ahí termina todo/ hizo fuego y te quemás/ yo quiero saber/ cuál es tu precio/ tu precio/ tu precio («Techo», 2018)

Paso un día por el Centro Cultural Konex, espacio en donde los festivales de variadas grupas/grupos «del momento» suelen confluir, y leo el epíteto que resume el lugar que tiene Bertoldi en la actualidad local musical: «La nueva jefa del rock nacional». En la foto, Marilina luce un traje oficinesco, muy a tono con sus looks queer que se apropian de los códigos masculinizantes para parodiarlos y habitarlos en el desencastre, operación de una estética de la incomodidad que va dejando huella. 
La poética de Bertoldi, interpelativa y juguetona, sin vuelos poéticos a gran escala, prosaica, pragmática, se ríe de su género -cuerpx/musical-. En «Correte» dice “canto/todo lo que creo cantando/que es nada más que/convencernos de lo que pensamos/ y si no hay amor/ que no haya un carajo/ hay cuánto más me vas a hacer pensar en lo que ya hablamos/vos nada más merecés/ vos nada más merecés”. Gol: Escuchar. Y deshacer.




[1]    Ver entrevistas a varias de estas artistas en www.elcaleidoscopiodelucy.com.ar. Recomiendo también el libro de crónicas “Las cosas que te digo/no repitas jamás” (2018), de Emiliano Scaricaciottoli y Mauro Pietrillo, Buenos Aires, Ediciones Disconario, que ofrece diálogos con Juana Chang, Lula Bertoldi, Lu Noise, Silvina Harris y Paula Maffía.(https://bit.ly/2HmJq8b)
[2]    Recomiendo la lectura íntegra del gran artículo de Noelia Adamo titulado “Mujeres metálicas. Reflexiones a la mujer en el heavy metal argentino” en E. Scaricaciottoli (Comp.) Parricidas. Buenos Aires, Ediciones La parte Maldita, 2018. https://www.elcaleidoscopiodelucy.com.ar/2018/12/libro-parricidas-mapa-rabioso-del-metal.html


* Nancy Romina Gregof (FFyL -UBA-) es docente y escritora. Publicó notas en la revista Madhouse. Forma parte del grupo de investigación que está preparando el libro «La campana de la división. Escribir sobre las ruinas del rock argentino (2001-2015)» de próxima publicación, en 2020

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