Siempre se lo consideró a Andrew Loog Oldham, el Brian Epstein de los Rolling Stones. Bueno, algo de cierto hay ya que trabajó con el manager de los Beatles un tiempo. O por lo menos, lo conoció y tuvo algunos encuentros laborales con él. La cita “o por lo menos” forma parte de la segunda lectura que ofrece “Rolling Stoned” (Random House Mondadori), la autobiografía (o algo así) de Andrew Loog Oldham que retrata los primeros años 60, a través de su mirada y con muy buen gusto en la pintura de época que hace.
Pero hay que tener en cuenta el detalle que todo es visto por Oldham, desde su visión, tal como lo veía (y recuerda ahora) lo ocurrido en aquellos años, cuando contaba con diecinueve años. De esa manera, no cae mal ni pretencioso que se refiera a personajes más que célebres con un Mick, Keith, John y Paul y tire alguna frase como “Le dí a Mick Jagger un definición rápida de la fama” o “Keith me apostó a que no manejaba todo nuestro camino de vuelta a Hampstead a contramano”.
El relato es animado y dinámico, con anécdotas que permiten no solo conocer a aquellos a quienes se refiere Oldham sino también al mismo autor del libro, con citas estratégicamente ubicadas y que se notan que son sinceras debido a que, en muchos casos, de ser ciertas, no lo dejarían muy bien parado. Al respecto, su relación con su madre Celia, la fama y las drogas son temas a considerar. Muy valiente –y también con buen olfato comercial- fue su decisión de incluir testimonios que lo califican (y se califica a si mismo) como maníaco depresivo, paranoico, adicto a las drogas como a la fama asi como hechos con distintos grados de violencia.
Recordemos que Oldham estuvo con los Stones desde sus diecinueve hasta los veintitrés años, período que incluyó la explosión de la banda junto con canciones emblemáticas como “As Tears Go By” (que cantó originalmente Marianne Faithfull, una modelo que terminó siendo novia de Jagger), “Under my Thumb”, “Let’s Spend the Night Together”, “The Last Time”, “Mother’s Little Helper” y “(I Can’t Get No) Satisfaction”.
Haste ese momento, se dedicó a ser un agente de prensa (o algo asi) que le conseguía notas a gente con la que no trabajaba y directamente, desconocía. De esa manera, trabajó para Bob Dylan o Phil Spector, que terminaría siendo su gurú en lo que a producción musical se refiere. Al percibir como se establecía la relación de complicidad, amistad y negocios entre el artista y el manager, tal como los Beatles y Brian Epstein, Oldham buscó su propia banda en la cual pudiese despuntar esa vitalidad que él tenía y les sirviese para catapultarlos a la fama. Muy rica es su descripción de cómo se iba metiendo en los círculos de prensa para hablar con los periodistas sin siquiera tener una oficina o tarjetas. Solo enfrentando los temas y con mucha autoconfianza, por no decir caradurismo. La forma en que su confianza y su desfachatez a partir del exitoso modelo Beatle lo inspiró para darle a sus chicos, la imagen que sería complementaria –y que él admira- de los cuatro de Liverpool.
Todo lo que el fan de los Stones espera, lo va a encontrar. De la anécdota de cómo la casualidad hizo que Lennon y Mc Cartney escribieran “I wanna be your man” para que los Stones tuviesen un single (“Les expliqué que no tenía nada para que los Stones grabaran en su próximo simple. Me sonrieron y me dijeron que no me preocupara (…) Una vez en el salón, los muchachos se pusieron a trabajar y le mostraron la canción a los Stones. Si, nos dieron un hit”) hasta el encierro al que sometió a Jagger y Richards hasta que compongan una canción (“Una noche les dije a Mick y a Keith que me iba a comer a lo de mamá, que los dejaba encerrados en el departamento. Vivíamos los tres juntos. Y les dije que a mi regreso esperaba que tuvieran una canción, y que era mejor que la tuvieran si esperaban algo de comida”). La forma en que va describiendo a cada uno de los personajes es rica y no exenta de recelo o desconfianza para aquellos con los que no tenía buena relación. Brian Jones es el caso más paradigmático.
Otro punto a destacar es la forma en que reivindica a la influencia que tuvieron artistas, gangsters y demás personajes importantes en la vida de Andrew con la particularidad que eran homosexuales que ocultaban su condición en esos años ya que, en Inglaterra, se lo consideraba un crimen. La ambigüedad era parte del misterio y del charme con el que el manager de los Stones se manejaba y le inculcaba a sus muchachos (“Mick entiende perfectamente la ambigüedad. Como lo hace David Bowie. O James Dean. Es una ventaja. No tienen que vivir así, pero aumentan la capacidad de significar más cosas para más gente”).
Para los más melómanos, está detallada parte de lo que fue Inmediate Records, una compañía discográfica creada por Andrew Loog y que tuvo entre sus artístas más destacados a John Mayall, Fleetwood Mac o los Small Faces. Hay dos recopilaciones que se recomiendan que andan dando vueltas por ahí que se llaman “Anthology of British Blues” Vol 1 & 2.
La moda es un tema recurrente en a lo largo del libro ya que Oldham siempre estuvo interesado en verse bien. Al respecto, cuenta su experiencia cuando trabajó en Bazaar, la boutique de Mary Quant en King’s Road. Sus alusiones a este mundo podrán sorprender a aquél que busque la quinta pata al aspecto musical pero Inglaterra, en los 60, era música y también algunas cosas mas.
A diferencia de la mayoría de los libros, “Rolling Stoned” no trae fotos lo cual nos hace pensar que no hay ningún motivo para distraernos de su lectura ni que Andrew tampoco quería “sacar chapa” en fotos con sus amigos famosos. Es, justamente, esa lectura atenta la que termina redituando ciento por ciento el material que fue utilizado para la publicación del libro. Como no podía ser de otra manera, el último capítulo se dedica a una mirada introspectiva con respecto a lo que siente Oldham al día de hoy con respecto al rock. Una mirada en la que cierto cinismo y decepción se entremezclan con la resignación de aquél que ha visto a todos, creando y arriesgándose en pos de mejorar en pos de su arte y que, ahora, son víctimas de los personajes que han creado de si mismo, con las regalías del caso. Y ahí figuran todos aunque en distintas frecuencias. Por un lado, los Stones; por otro, Paul Mc Cartney y por otro, Bob Dylan («un concierto en sí mismo») y nuestro Charly García. Opiniones son opiniones y la de Andrew merece ser leída y analizada aunque muchos no acuerden con ella –que no es mi caso particular-.
De lectura obligatoria para todo aquél que ama el rock inglés y sobre todo, una década que volvió a poner al mundo en el meridiano de la creatividad absoluta, “Rolling Stoned” es el manifiesto de un chico de buena educación y locuras varias, que fue testigo privilegiado de lo que ocurrió en esa Londres que le ponía el ritmo al planeta. Andrew Loog Oldham logró lo que pocos pueden: contar hechos de los cuales participó pero sin caer en el elogio exagerado ni en la indulgencia que el tiempo brinda a aquellos nombres que brillan con luz propia.
Buenisimo el libro!!! y por suerte, no apto para rolingas sino para verdaderos fans de los Stones! Excelente reseña del libro, hecha con respeto y por alguien, que al menos leyo y escucho a los Stones!
Gracias
Marcos de Devoto
Muy bueno el libro, lo encontré en la galería de una librería por accidente. No sabía acerca de su edición. Solo sabía de los libros stoned y 2stoned, que no tenían ediciones traducidas.
cual es la diferencia entre stoned y 2stoned con rolling stoned??? por favor alguien que me lo aclare porque yo tengo este ultimo, graciass!