Sergio Martínez: Una maravilla de campeón

El boxeo es el arte de pegar y no dejar que te golpeen. Lo que parece una verdad de Perogrullo también va acompañada de lo que siempre se requiere para diferenciar a los grandes de los que serán leyenda: el corazón, la capacidad para sobreponerse a situaciones complicadas. Como amante del boxeo, he visto a lo largo de los años como el talento –cada vez más escaso en cantidad- siempre iba ligado al poco apego al gimnasio, como en los casos del malogrado Uby Sacco, Gustavo Ballas o Pablo Chacón, verdaderos artistas arriba del cuadrilátero.


Campeón mundial superwelter y mediano, Sergio Gabriel “Maravilla” Martínez era considerado en el 2010 como el «Boxeador del año» asi como poseedor del «KO del año» por un cross de izquierda de antología que puso a Paul Williams en brazos de Morfeo. 

El pasado sábado, tenía una pelea de difícil desarrollo contra Sergei Dzinziriuk, campeón invicto ucraniano la categoría de los 72 kgs. Si bien tenía todo bajo control, con un boxeo vistoso y efectivo, no estaba teniendo el “brillo” que se le exigía si bien había hecho visitar la lona a su rival en dos ocasiones. Para el séptimo round, en pleno cambio de aire, el tozudo hijo de Kiev, de avance constante pero sin muchas ideas, cortó a Martínez en el párpado, abriéndole una herida bastante molesta. ¿Qué ocurrió? El campeón argentino puso en la lona a Dzinziriuk antes que ocurriera lo no deseado como que le paren la pelea por el tajo o que todo el excelente trabajo realizado, se vaya por la borda. Tomó al ucraniano por las astas y puso fin al combate pero ¿qué queremos destacar de todo este relato? El hecho que Maravilla Martinez es un tipo que trabaja su talento para desarrollarlo hasta su máxima expresión. Porque el brillo no solo lo da un KO espectacular sino esa clase que tienen los pocos elegidos de sobreponerse a una situación acuciante para elevarse por sobre dicha contingencia con éxito. Esto fue lo que hizo Martínez.


En un momento de la transmisión, el relator Walter Nelson dijo “ojala que Martínez tuviera diez años menos para disfrutarlo más tiempo”. Es cierto que hoy tiene treinta y seis años, una edad un tanto avanzada para un boxeador pero con diez años menos, no tendría la experiencia, la sabiduría y el aplomo para manejar los vaivenes de un combate con la sapiencia con que lo hace. El ejemplo que da Martínez no se refiere solo a su excelente preparación para afrontar cada combate  y su talento natural sino también a la seriedad con que fue construyendo su carrera. Por eso, cuando dice que cree que va a noquear a tal o cual rival, no queda como una pedantería tan típica de algunos pugilistas sino en el conocimiento cabal de su entrenamiento y en el deseo de no caer en una falsa modestia.

Si tenemos que recordar a los ídolos del boxeo argentino surgen nombres como Justo Suarez, José María Gatica u Oscar Natalio “Ringo” Bonavena. Una gran paradoja es que una afición como la argentina, tan voraz en torno al resultado, donde el fín justifica los medios, los tres mencionados nunca fueron campeones del mundo. Ahí es donde una figura como la de Maravilla Martínez aparece, codeándose con los grandes del mundo del boxeo.
Seguramente, a él no le gustará que lo pongan como ejemplo pero más allá de que lo es –todos los chicos que recién empiezan en el boxeo o cualquier deporte deberían tenerlo como un referente asi como adolescentes y adultos que hablan más de lo que entienden-, hay que agradecerle que ha logrado que más de uno se quede hasta tarde para disfrutar de un combate de boxeo en el cual la depurada técnica, la preparación y el corazón están en su punto máximo. Y por sobre todas las cosas, el volver a disfrutar del buen boxeo. 

Decirte “gracias” es poco por todo lo que brindás –y enseñas- desde arriba de un cuadrilátero. Gracias…..totales y sonó la campana.    

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