Abismarse (Teatro)

Mente, corazón y música 

Idea y dirección general: Analía Rosenberg. Asesoramiento en dramaturgia y dirección actoral: Claudia Carbonell. Músicos: Rodrigo Soko en flauta traversa, Emma Chacón Oribe en violonchelo, Emanuel Gaggino en percusión y Analía Rosenberg: piano, acordeón y composición. Voz: Bárbara Togander. Danza: Jack Syzard. Dibujos: Adrián Lirman. Fotografía: Mariana Cirulli. Diseño y realización de vestuario: Guido Lapadula. Realización escenográfica: Mariana Cirulli y María Maidana Corpus. Realización y edición de videos: Melina Franco. Edición y mezcla de audios en off: Rodrigo Soko. Diseño de luces: Gustavo Dimas García. Diseño de sonido: Santi Lesca. Producción general: Abismarse. Asistencia de producción: Virginia Mazzarella. Diseño gráfico: Débora Akershtein.

Centro Cultural Rector Ricardo Rojas. Sala Batato Barea. Av Corrientes 2038. Sábados, 22 hs.

Estados de ánimo. Ira, alienación y furia. Amor y desamor. Resignificación constante a través de la música que atraviesa una puesta que juega con distintos lenguajes como la literatura y el teatro.
Con una maestra de ceremonias de voz privilegiada como la sublime Bárbara Togander, la puesta creada por la inquieta y talentosa Analía Rosenberg navega por las aguas de la mente humana con mix exacto de sensibilidad y pensamiento al servicio del arte.

La interpretación musical es tan hipnótica como cautivante y lleva de paseo a todo aquél que ose dejarse llevar por los compases de un cuarteto aceitado en sus mínimos detalles.
Será ahí donde el contenido de cada uno de los estados del hombre hace eclosión en un auditorio curioso y desorientado que deberá dejar los prejuicios en la puerta de su sentir y dejarse llevar por una montaña rusa de sensaciones y una música arrolladora. Los estados de ánimos dominan la puesta y establecen un diálogo cuyo nexo es el excelente bailarín Jack Syzard. En su figura jugaran los destinos del individuo a través de la racionalidad propia del cerebro con la naturaleza salvaje propia de cada uno. Sentir y pensar pero, por sobre todas las cosas, percibir. La percepción frente a un horizonte de expectativas a ser aprehendido desde la platea.  Fotografía, pintura, multimedia se funden en una propuesta tan atractiva como absorbente. 

Cada uno de los músicos tiene su momento para lucirse. Su relación con los instrumentos es una excelente combinación de virtuosismo y pasión, en la que cada intervención es un tsunami sonoro, que golpea en el pecho pero sin ser abrasivo. Igualmente, el todo es más que la suma de las partes. Por eso, ese virtuosismo musical gira siempre en pos de una idea colectiva.

La mano de Claudia Carbonell se aprecia en la fuerte presencia escénica de los músicos y el sutil aporte desde la actuación. Es menester recordar que Carbonell y Rosenberg habían trabajado juntas en puestas como “El diablo pellizca” y, sobre todo, la excelente “Bajo once metros de cemento”, por las que ganó el Premio Argentores 2013 y 2011, por la realización de su música original.

Analía Rosenberg creó una puesta atrapante y rica que, no en vano, fue declarada de interés cultural por el GCBA y  beneficiado con la Ley de Mecenazgo. “Abismarse” arrasa tanto desde la fuerza como desde la sutileza. Estimado lector, subase a esta montaña rusa. No tenga miedo. A lo sumo, caerá en los brazos de un torbellino musical de gran calidad, disfrutable de principio a fín.

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