Las situaciones van y vienen, con el tiempo exacto para que la sorpresa de paso a otra que romperá los pensamientos y sensaciones creados con la primera. De esta manera, lo que empezará con multimedia pasará a una mesa de trabajo de lo que sería un programa de radio para, finalmente, llevar a cabo por medio de la acción, lo craneado en dicha mesa. Música, hombres sin cabeza, un robot con sentimientos y un caballo manso y tranquilo como Piero, que se perderá en el horizonte.
La danza y el movimiento ponen el sentido allí, donde el lenguaje no llega, para construir el hilo conductor de una reflexión poco ortodoxa, creativa y de buen gusto sobre ese lugar al que finalmente, después de un par de intentos fallidos, llegó Victor Sueyro. Este lado B, que alude a la vida y la muerte, como las dos caras de un vinilo lleno de música y danza, abre la puerta a pensar sobre la vida y el presente actual (del indicativo) sobre nuestras acciones y el uso de nuestro tiempo. Porque es finito y sería horrible quedarse con algo en el tintero, cuando tenés todo para aprovechar en este cuento (o comedia, o drama o lo que sea) llamado vida.