Amar, temer, partir (Teatro)

Cuerpo, tiempo y música, en perfecta armonía 

Idea, coreografía e interpretación: Luciana Castro Sampayo, Bárbara Gurevich, Micaela Pierani Méndez, Rosario Ruete. Texto: Verónica Abbattista. Músicos: Florencia Bordolini y Santiago Greco. Escenografía y diseño de luces: Marcelo López Carilo. Realización escenográfica: Andrés Livy y Esteban Siderakis. Música original: Mariano Pirato Mazza. Stage Manager: Federico Stegmayer. Fotografía: Fuentes Fernández. Fotografías y Alejandra Rovira De Alaska. Diseño gráfico: Estudio Papier. Asistencia de escenario: Edu Anderson, Cristian Cabrera, Sebastián Diez Nouche, Esteban Siderakis y Federico Tiglio​. Asistente de producción: Luly Trasmonte. Producción ejecutiva: Karin Höhn. Dirección de arte: Marcelo López Carilo. Dirección: Chakatá Cía Argentina De Tap.


El Galpón de Guevara. Guevara 302. Sábado, 23 hs.

David Lebón, en un clásico del rock argentino, cantaba que “El tiempo es veloz/Tu vida esencial/El cuerpo en mis manos”. Esa referencia al cuerpo y el tiempo tiene mucho que ver con la primera puesta de Chakatá, Compañía Argentina de Tap como creación grupal.


 Aquí, el cuerpo de cuatro mujeres se relaciona a través de la danza, la música y las palabras con diversos espacios y situaciones en diferentes momentos de su cotidianeidad. Cada una tendrá su lugar, recortado en un escenario tan grande como excelentemente aprovechado. El cuerpo como instrumento musical a través del baile y la percusión. El tiempo que trasciende a todos y como se va resignificando en su devenir a través de la creación de momentos muy bien creados por una poética musical de calidad. Buscar un recuerdo en un viejo cajón, un abrigo que vuela solitario a rumbos desconocidos serán postales oníricas de precisa emotividad, de esas que conmueven y no empalagan.

El texto se basa en los tres verbos del título para crear una dramaturgia etérea que servirá para montar las escenas en las que se desarrollará la puesta. Sugerencias a través de la palabra de instantes determinados en la vida de cuatro mujeres que se extiende a cada uno de los presentes. ¿Quién no amó ni ha temido a una situación? ¿O viajó a algún lugar donde el destino es tan desconocido como atrapante?
Pero el punto a destacar es que el texto no es una mera excusa para el lucimiento de Luciana Castro Sampayo, Bárbara Gurevich, Rosario Ruete y Micaela Pierani Méndez, las cuatro excelentes bailarinas en su técnica de tap. Por el contrario, es un todo en el que la suma de las diversas partes lo enriquecen en la creación de una puesta sublime. Será Pierani Mendez la voz que lleva el hilo de un relato que podrá resonar de diversas maneras, de acuerdo a cada uno de los espectadores.

El tap se da la mano con variados géneros musicales, yendo más allá de los límites del zapateo americano para incursionar con una cumbia o algo de funk. Es una especie de mecanismo de figura-fondo en relación con lo que se ve y lo que se escucha. Dejarse llevar por esos cuadros oníricos de precisa emotividad o la banda de sonido que es, en si mismo, un espectáculo aparte. Es el tipo de fusión que enriquece y expande límites, mucho más que repetir una coreografía y usar el tap en pocas ocasiones para terminar cantando un estribillo tan pegadizo como vacio.
Para que esto no ocurra, es fundamental la creatividad de Mariano Pirato Mazza en la música original de la puesta. La interpretación en vivo de Florencia Bordolini y Santiago Greco plasma en vivo esas ideas con la dosis exacta de virtuosismo y sensibilidad. Una guitarra con diversos sonidos, una máquina de ritmos o un loop en un determinado momento serán algunos de los artilugios que se utilizarán para crear esa pared de sonido sobre la cual el despliegue de Castro Sampayo, Gurevich, Ruete y Pierani Méndez será excelso.

El desarrollo armónico y veloz –que no es lo mismo que rápido- hacen que el tiempo desaparezca ante una puesta cautivante, de esas que hacen que la atención este puesta en cada una de las variadas realidades que se plantean. La escenografía es tan exacta como descriptiva, donde todo está en su preciso lugar. La iluminación será un factor esencial para la creación de diversos climas que propone la obra.

“Amar, temer, partir” es de esas puestas que mixturan virtuosísimo y sensibilidad al tiempo que, más de uno, se irá con una sonrisa cómplice o reflexiva sobre lo visto…..además, de unas ganas locas de bailar.

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