Beirut Boulevard (Teatro)

No fun


Dramaturgia: Gonzalo Senestrari. Con Enrique Cragnolino, Martín Crespo, Nadia Crosa, Camila Garófalo, Verónica Intile, Gonzalo Senestrari y Marcelo Vacas. Escenografía y Iluminación: Pablo Calmet. Fotografía: Martín Crespo. Asistencia de dirección: Sonia Fernández Vázquez. Dirección: Martín Crespo y Gonzalo Senestrari.

La Tertulia. Gallo 826. Viernes, 23.30 hs.


Primera imagen, Tony con sus amigos Francesco y Regina sentados alrededor de la mesa del living. Una luz cae sobre sus cabezas para iluminar la escena pero fracasando para con sus existencias. En el fondo, se ve la barra de un bar y al costado derecho, el diván del consultorio de un psicólogo. A ambos costados, dos barandas y un teléfono público. Cada uno de estos ambientes tendrá su momento –que serán varios-.


La puesta gira en torno a historias entrelazadas que atravesarán a los siete personajes. Un joven se entera que tiene HIV, un psicólogo gay que no sabe como seguir con su vida al tiempo que una paciente le cuenta su derrumbe personal son algunos de los personajes que darán vida a un texto de muy buena factura. Aborda con igual sagacidad las cuestiones personales asi como ideas más universales referidas al amor, al deseo y la represión de los sentimientos en tanto mandato social. Porque los individuos viven en sociedades que dictan las reglas a seguir para ser considerado un “ser social” acorde. El dicho “pertenecer tiene sus beneficios” es de una veracidad absolutamente tajante. Más aún cuando se deba renunciar a su propia individualidad para seguir estas reglas.

Igualmente, cada uno de los personajes tendrá su momento de “libertad” al cual acceden como si fuera un fruto prohibido, por el cual pagarán con su propia infelicidad. Es paradójico que siempre aquél que salga del molde –ya sea por acción, omisión o represión- sea el que sale más lastimado.


Gonzalo Senestrari creó seres que, de alguna u otra manera, salen (o intentan salir –aún inconscientemente) de estas situaciones. Para tal fin, no se priva de bucear en las aguas turbulentas del HIV, el amor no correspondido, homosexualidad reprimida entre tantas ideas que se sirven de manera cruda y fuerte. La puesta es atrapante en su desarrollo con sutiles momentos de comicidad que cortan con el ambiente de tensión que atraviesa el aire. Cada palabra y silencio tendrán el filo de una navaja con daños que pueden llegar a ser terribles.

A partir de un imaginativo diseño del espacio, la obra es dinámica y ágil. Los hechos se suceden sin prisa pero sin pausa, de manera armónica. Una escenografía mínima y exacta para cada uno de los cuatro lugares será más que suficiente para ubicarnos en tiempo y espacio. La iluminación será fundamental ya que marcará con precisión suiza el lugar donde acontece la acción, dotándola de un sentido personal desde la propia intensidad de aquella. Las actuaciones son precisas porque son viscerales sin caer en el grito o el golpe pero dotadas de gran humanidad, lejos de lagrimas forzadas o golpes bajos.  


“Beirut Boulevard” es como esos discos de una buena cantidad de canciones –actos- que conforman una pieza de gran calidad, donde la riqueza del hilo conductor no solo permiten el disfrute completo sino que invita a volver a verla ante la incertidumbre de haberse perdido algún detalle o frase relevante.

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