El otro, el mismo
De Hanna Schygulla, sobre textos de Jorge Luis Borges. Versión: Hanna Schygulla y Andrea Bonelli. Con Andrea Bonelli. Piano: Shino Ohnaga. Cello: Cristina Titi Chiappero. Coordinación de producción CTBA: Juliana Ortiz. Producción técnica CTBA: Carolina García. Coordinación técnica de escenario CTBA: Federico Cerone y Magalí Garrido. Coordinación de producción: Maxime Seugé y Jonathan Saks. Asesoramiento de imagen: Julián Solís Morales. Asesoramiento coreográfico: Dalilah Spritz. Asistente de escenografía: Florencia Tutusaus. Vestuario original (Jean Paul Gaultier): Hanna Schygulla. Diseño de peinado: Diego Impagliazzo. Filmación París: Juan Sebastian Torales. Diseño y programación de sonido y video: Ivan Grigoriev. Dirección musical: Julian Vat. Diseño de iluminación: Eli Sirlin. Diseño de escenografía: Oria Puppo. Colaboración artística: Melisa Hermida. Música original y arreglos: Peter Ludwig. Producción: Collado-Bonelli. Dirección: Hanna Schygulla. Colaboran con este espectáculo el Instituto Goethe (Madrid), el Teatro Pérez Galdós y Euroescena. Duración: 75 minutos
Teatro San Martín, Sala Cunill Cabanellas. Av. Corrientes 1530. Miércoles a domingos, 19.30 hs
Es indudable que la figura de Jorge Luis Borges siempre será un faro que ilumine no solo a la literatura sino también a la cultura argentina. Por tal motivo, los homenajes suelen ser complejos desde el punto de vista en que se los realiza. Cual, de todas las facetas del reconocido escritor, desea mostrarse y de qué forma.
En este caso, es la enorme Hanna Schygulla la que concibe un espectáculo sensible, que toma cuentos breves de Borges que son intervenidos por tangos sutilmente arreglados e interpretados con maestría. Además, lo presenta desde una pantalla en la que, como si fuera un pase de antorcha, se lo entrega a Andrea Bonelli, con quien la une una sentida amistad.
La puesta es cautivante. Desde el inicio con el perturbador “Encuentro con el enemigo” -gema que hoy se resignifica por la relación entre los protagonistas-, queda en claro la esencia de lo que se va a ver. Un recorte especial del exquisito universo de Georgie pero extensible al resto en tanto su pluma inspirada. Es de esos espectáculos aptos para quienes desconocen la obra de Borges como para quienes ya la conocen. Atrapa desde distintos ángulos. La selección misma de textos es una toma de decisión respecto a su rica pluma. Por eso, no extraña que se certifique esa verdad no escrita que afirma que “Borges vio todo antes que nadie” en relación -por ejemplo- a los mundos paralelos y vuelos a través de los tiempos.
Ataviada con traje gris oscuro, Andrea Bonelli se hace presente en el escenario con ese aire de quien sabe perfectamente que va a hacer y de qué manera. Es quien tiene la sartén por el mango, con la plena conciencia de quien tiene los cuatro ases en la manga. Transita el espacio con gracia y seguridad. Cuenta, recita y canta. Todo lo hace bien. Voz clara, alma y corazón puestos a disposición de la prosa de Borges. Inclusive la mención al encuentro con María Kodama que se realizó para llevar a cabo esta idea, tiene su propio espacio.
Asimismo, el sublime cruce de música y palabras es fundamental para la concepción completa de setenta y cinco minutos de puro arte borgeano. La dupla musical conformada por Shino Ohnaga en piano y Cristina Titi Chiappero en cello, realiza un trabajo estupendo. Tangos populares interpretados con sensibilidad y destreza, en especial los momentos instrumentales, que invitan a cerrar los ojos y viajar a mundos varios montados en una música estupenda.
Llega el final y estalla un caluroso aplauso. Es la cereza del postre de una puesta de alta calidad cuyos efectos se verán con el correr del tiempo. Será cuando se empiece (o vuelva) a buscar «El Aleph» o «Ficciones» para continuar la indagación a un mundo fascinante en el cual la entrada es gratis. La salida…vemos. Dudo que haya un deseo de partida.