La importancia de lo invisible
Dramaturgia y dirección: Sofia Wilhelmi. Con Javier Pedersoli, Agustín León Pruzzo, Ezequiel Tronconi, Francisco Prim y Claudio Mattos. Vestuario: Marina Claypole. Diseño del espacio: José Escobar. Asistencia de dirección: Natalia García. Fotografía: Lau Castro. Diseño de luces: Diego Becker. Fotos de escena: Malena Martínez Riva. Diseño gráfico e ilustración: Petre. FX: Aixa Miller.
El Camarín de las Musas. Mario Bravo 960. Viernes 22.30 hs. y sábado 20 hs.

El contexto del 2001, los ahorros de quien necesita el dinero para paliar una situación extrema del amor de su vida. Ese comienzo, un tanto desconcertante con respecto al devenir de la puesta, es la puerta de ingreso a una vorágine de humor junto con un toque de ironía y reflexión sobre los hechos. Es el puntapié inicial a una puesta que escamotea y esconde sus cartas en los primeros minutos para después enarbolar una armonía y dinamismo sumamente atrapante.
El texto pergeñado por Sofía Wilhelmi tiene la gran ventaja de hacer protagonista todo aquello que no se ve. Se palpa, se siente, como fantasmas de cuerpo presente los cuales juegan e inquieren sobre su propia condición y visibilidad. La metáfora de la enfermedad de una mujer, que dialoga con un ambiente de malestar y caída social. Esa diferencia entre el “afuera” hostil y el “adentro”, de mayor conocimiento –no exento de conflicto y hostilidad, pero “conocido” por los protagonistas- que se ve en la puesta. Esto, intercalado con un mix de comedia y romance, junto con un toque de suspenso y thriller.
El elenco es sumamente parejo en su conformación y calidad al tiempo que refleja con ironía, distintas visiones fácilmente reconocibles, tanto de la sociedad como del particular mundo del teatro.
La escenografía, basada en un placard largo que hace las veces de puertas de ingreso y egreso al escenario, va más allá de su literal utilización. El dinamismo que le brinda a la puesta, se extiende a la metáfora que gira sobre aquello que está latente. Lo que no se dice pero que está presente. El amor que tiene sus límites, la venganza y unos límites tan difusos pero que llegan a impactar a aquél que desee adentrarse en el análisis de los personajes. El ego y el status enfrentándose tanto a quienes poseen otras virtudes pero que no los pueden alimentar en tanto su propia constitución.
La dirección, a cargo de la propia Wilhelmi, imprime un ritmo veloz, bien dosificado para que sea rápido pero que no abrume.
“Clara” es de esas puestas que, tras el sostenido aplauso final, le brinda al espectador una puesta de ochenta minutos de puro teatro, donde el disfrute se siente a través de la risa sincera y el agradecimiento ante lo visto.