El porvenir…que ya está por venir.
Dramaturgia: Joël Pommerat. Con Joaquín Alvarez de Toledo, Violeta Braguinsky, Rita Castro, Ema Cristiani, Alejo Echeverria Bo, Yago Quinto, Carmela Rivero, Bautista Sardi y Juan Tucat. Diseño de vestuario: Juana Aguer. Diseño de escenografía: Alex Tudisca. Asistencia artística: Joaquín Alvarez de Toledo. Diseño De Iluminación: Alejandro Le Roux. Fotografía: Malena Mónaco. Diseño gráfico: Manuel Mateu. Diseño sonoro: Bautista Sardi. Asistencia de dirección: Mora Segade. Producción: Vapor. Dirección: Cristian Drut.
Planta de Investigacion & Creacion Transversal. Inclán 2661. Viernes, 21 h.

Jóvenes y adolescentes en una época indeterminada. Guiños a la realidad aunque mirando a un futuro que llegó, hace rato. La construcción identitaria en el marco de un contexto en el que la tecnología impera. Es ese “yo” en formación constante, que se somete a comicio público y a dudas permanentes. Un contexto complejo, más aún en esa edad
Desde el mismo inicio, se plantea interrogantes y reflexiones que irán a distintos espacios de intercambio. Una joven es abordada por dos chicos con la pregunta “¿Vos sos un robot?”. La literalidad es la colectora que permite una salida fácil que mantiene riqueza reflexiva. Mejor aún sería si se empieza de decodificar todo lo que hay detrás de este cuadro de situación. Los chicos que gritan e insultan frente a quien se rebela a su capricho. Una postal de esta época, de liberotarismo machista permanente. Pero esto es solo la punta del iceberg.
La deshumanización de los vínculos queda bien definida en varios aspectos. El mundo de los adultos cuenta con una mirada ácida, en tanto y en cuanto mantiene un complejo de conciencia limpia como “educadores” y “referentes” de las futuras generaciones. Al mismo tiempo, son quienes se atrincheran en las viejas costumbres, sin ver la llegada de nuevos paradigmas y formas de vida. Paralelamente, en una sociedad egoísta y de poca reflexión de las barbaridades que acuña, la empatía y la solidaridad parecen palabras que mueren de melancolía en un diccionario al que nadie acude.
Por otra parte, los nuevos medios de comunicación, la dependencia en las redes sociales y la sexualidad vivida de forma diferente se manifiestan en una puesta corrosiva, con un ritmo incómodo tanto en su texto como en su desarrollo. La fragmentación con la que cuenta, -cortesía de la inquietante dirección de Cristian Drut-, se linkea automáticamente con la coyuntura actual de atención similar al de un capítulo de una serie de Netflix. La duración conspira contra esto aunque, en ocasiones, un recorte al respecto le brindaría una contundencia aún mayor a la que tiene.
En relación al elenco, el grupo Vapor lleva a cabo un trabajo lleno de adrenalina y pasión. Son jóvenes estudiantes de la UNA que dan rienda a su talento en una apelación constante a la realidad, de diversas maneras. Hay un futuro más que promisorio para las artes escénicas. La iluminación es acorde a lo requerido al igual que la escenografía.
“Cuentos y leyendas” es ponzoñosa, molesta pero también cautivante. Divisoria de aguas en todo sentido, abre el debate a como se están llevando adelante los vínculos entre las personas. Lo hace con la sabiduría y la crudeza que amerita una coyuntura atravesada por la violencia, fogoneada por autoridades que atrasan años en sus postulados.
la obra es excelente: te reís, lloras y reflexionas de príncipio a fin.