Juan Pablo Lepore: “Hacemos un cine muy artesanal, con mucha dedicación”.

Acaba de estrenar “Las brigadistas”, un revelador documental que retrata la travesía de un grupo de estudiantes y graduadas de medicina que viajan a Salta a brindar asistencia sanitaria a comunidades originarias. Juan Pablo Lépore abre su corazón para detallar la concepción de su film mientras analiza la influencia de la política, los medios y los empresarios en pos del crecimiento de un capitalismo salvaje que está destrozando a la sociedad como al planeta.

– Juan Pablo, contame sobre el origen de “Las brigadistas”.

– Surge de saber que pasaba con la mortandad de niñxs en el norte argentino y las enfermedades que estaban asociadas al avance de la frontera agrícola. Vengo investigando sobre estos temas hace tiempo y al conocer que se estaba llevando adelante un grupo interdisciplinario de voluntarixs para el Chaco Salteño, me sume a registrar con mi equipo de filmación las experiencias de esta brigada que hace años se vienen realizando.

– ¿Cuánto tiempo te llevó hacerla?

– El primer proceso de filmación fue corto, ya que se registró todo en dos semanas. Luego fui reuniendo materiales de otras brigadas, archivos varios y armé el guion de montaje para darle sentido a todos esas secuencias inconexas. Finalmente, en un tercer viaje, se completó el registro audiovisual. Tengo esa modalidad de filmar en varios momentos discontinuados en el tiempo. Seguir el tema e ir haciendo maquetas de montaje hasta llegar a un primer corte que presenté al INCAA para poder conseguir el apoyo a la postproducción. Con esos recursos pudimos hacerle el color, sonido, animaciones y llegar a la copia final para festivales y exhibición.  

– ¿Te quedó mucho “crudo” afuera? Al respecto, te consulto por el montaje ya que, imagino, volver a ver las imágenes debe tener una resignificación importante.

– El montaje se fue realizando en distintas etapas. Con el primer rodaje armé una estructura del documental que luego se fue ampliando con las sucesivas etapas de registro posterior. A diferencia de otros documentales anteriores, en los que he dejando mucho material afuera, en este proyecto no ha sobrado casi nada. Se aprovecho todo al máximo para poder contar estos temas tan urgentes. Al tener varios cortes previos, siempre volví a ver el material con distintas personas que me ayudaron a completar el montaje fino o más sutil.

– En la música, se dice que la producción de un disco se termina abandonando porque si no sigue produciendo in eternum. En cine, ¿pasa lo mismo con el montaje y la edición?

-Sí. Al tener varias versiones, tiene que haber un punto donde uno se sienta satisfecho con el proceso de resignificación de secuencias y re-elaboración del montaje. Su estructura y el agregar nuevas aristas, enfoques y entrevistas. Siempre se puede seguir trabajándolo. Por eso, hago el montaje de todas mis películas con gente amiga que me ayuda. El programa de edición lo manejo yo porque me gusta estar en cada detalle, cada fragmento, cada sonido. Es un cine muy artesanal y con mucha dedicación el que hacemos. Un trabajo a conciencia tratando de estar a la altura de las circunstancias ya que los temas son complejos y siento que eso no lo puedo delegar.

– ¿En qué te “modificó” la filmación, con todo lo que presenciaste?

– Fue muy shockeante, en su momento, lo que estábamos presenciando. Ves las consecuencias directas, en primera persona de lo pasa cuando se desmonta y fumiga de forma masiva a la población. Ves la muerte de niñxs, las enfermedades y a las doctoras y profesionales voluntarias haciendo lo imposible al luchar contra gigantes con muy poco. Sólo con su amor y las ganas de cambiar esa realidad. Esto te da fuerzas y es lo que quise transmitir en la película, pese a que el enemigo es enorme y con mucho poder.

– Es cierto.

– Igualmente, la organización desde abajo puede vencer e ir desarmando esa bomba que estalla en cada fumigación. La gente es bombardeada por venenos como en Vietnam con el agente naranja de Monsanto. Lo peligroso es normalizar esa situación porque cuando eso pasa, ya no nos duele ni genera nada. Nos volvemos insensibles. Es ahí donde el cine hace su trabajo al volver a poner el foco en lo que ocurre y que estamos a tiempo de cambiar.

-La situación de las comunidades originarias siempre fue mala, con mucha discriminación de por medio. ¿Fue peor lo que viste?

– Si. Siempre los discriminaron pero ahora tenían una cámara para poder exponer su punto de vista. Es poder ofrecer algo de justicia, por lo menos desde el arte y la comunicación. Esperemos que, con el tiempo, y sumado a muchas voces que puedan exponer estas verdades, se vayan generando cambios en lo cultural. Esta película es un paso más en esa dirección, para gritar verdades y visibilizar lo que quieren negar.

La cruda realidad

– La política se ve con el derrotero de los gobernadores salteños Juan Carlos Romero y Juan Manuel Urtubey en sus acciones respecto al suministro de agua. ¿Mejoró o empeoró ahora la situación?

– A la gente le siguen cobrando el agua como si el servicio fuera normal. Tenemos un Estado ausente. Le están privando de un derecho universal como el agua y nadie se hace cargo. Se han acostumbrado a que las cosas sean de esa forma y si la gente se queja, ahi recién actúan. Le pueden mandar un camión cisterna, pero la boleta la deben pagar igual, tengan agua o no.

– Visibilizas la deforestación de los bosques y el flagelo de los agrotóxicos.  Hay un cerco mediático al respecto….

– Hay una connivencia inescrupulosa de los gobiernos con las empresas para asegurar el avance del desmonte y la frontera agrícola. Son intereses muy poderosos que tienen comprado a los tres poderes. Entonces el pueblo carece de representación parlamentaria y de justicia; y si protestan, los reprimen. Los únicos medios que pueden denunciar esta situación son los medios alternativos, los demás están comprados por la pauta. Es una situación muy injusta, que pasa en Salta y en todas las provincias que tienen pueblos fumigados y envenenados. Son sacrificados por el avance del capitalismo salvaje, del extractivismo sojero.

–Hay un deseo palpable de destacar la importancia de la inversión en la salud y los beneficios de la acción colectiva. ¿Cómo se ubica la película en el contexto actual?

-El gobierno actual se caracteriza por querer hacer desaparecer el Estado en su conjunto, para favorecer el desarrollo de los capitales privados y que todo sea pago en nuestro país, tanto la salud como la educación. En ese sentido el documental apunta a que en un futuro haya políticas públicas que emanen desde las organizaciones sociales que ya están haciendo un trabajo territorial concreto. Llevar lo que se hace a pequeña escala, a todo el país, con abordajes interdisciplinarios que comprendan las multicausalidades de las enfermedades, asociadas al avance extractivista contaminante y destructivo.

– Hay directores que hablan de “denunciar” y otros, prefieren “mostrar”. Al respecto, ¿dónde tu ubicarías? ¿Cuál sería la diferencia?

– El documental expone una situación, una problemática. La desarrolla y plantea sus complejidades desde diferentes puntos de vista que van armando el relato desde una subjetividad emancipadora. La denuncia, sin mostrar una alternativa y te deja con una daga clavada en el corazón. Por eso, las protagonistas en mis películas, siempre son las organizaciones sociales, el pueblo organizado desde abajo. Desde ahí se plantean las salidas y las soluciones a las diferentes problemáticas.

Análisis y coyuntura

-Desde la filmación al estreno del documental transcurrió un tiempo en el que pasó de todo en el país. ¿Cómo ves “ese” paso del tiempo?

– Lamentablemente, la situación está peor. La pandemia y el gobierno fascista de Milei han recrudecido todo lo que se ve en el documental. El avance indiscriminado del desmonte y la frontera agrícola, la falta de políticas públicas, la desfinanciación del sistema hospitalario que ya estaba quebrado, las enfermedades y la muerte. Todo ha ido en aumento exponencial. El único límite concreto es la organización popular, exigiendo al Estado y realizando acciones directas en pos de evitar que todo siga peor. Por eso necesitamos de la ayuda de mucha gente, de todos y todas las que se quieran unir a las próximas brigadas. Quienes deseen hacerlo, lo pueden hacer entrando a este enlace y anotándose: https://linktr.ee/lasbrigadistas

-El documental presenta un debate importante en varios aspectos. ¿Crees se puede dar, de manera seria, en esta época de “posverdad”?

– Todo es difícil y complejo en estos tiempos. Las interpretaciones te dejan en una nebulosa donde la gente termina creyendo cualquier cosa, como lo que relata constantemente el gobierno represor y antidemocrático de Milei. Siempre apelo al espíritu crítico, a que cada unx saque sus propias conclusiones de lo que ocurre. Que tenga un pensamiento propio y contraste las diferentes fuentes que enuncian la “realidad”, ya que ésta misma es una construcción en constante cambio. No hay una única realidad inamovible y puede ser transformada por mas injusta que aparente ser.

– ¿El “porteñocentrismo” sigue siendo uno de los grandes escollos del país? Lo pregunto por el desconocimiento que hay en Buenos Aires respecto a lo que pasa en otros lugares del país.

– Eso me lo hizo saber mucha gente que se acercó a ver el documental. Hoy en día, es difícil poder ver más allá de lo que nos pasa en el marco de una doctrina del shock en la cual estamos inmersos. Por ende, el cine cumple también esa función de acercar puntos de vista distantes de lo que pasa a cada uno en su realidad cotidiana. Permite conectarnos con la solidaridad y la empatía que se transmite con el ejemplo de las brigadistas

– ¿Cómo ves la situación del cine argentino? 

– Catastrófica. Quieren llevar nuestra producción anual de doscientos estrenos a diez películas con mucho presupuesto, en las que trabajen siempre los mismos y “no molesten” ni toquen ningún tema que incomode al gobierno. Eso es la destrucción del cine argentino. Contra eso estamos luchando desde DOCA (Documentalistas de Argentina) y en conjunto con todas las asociaciones de cine.

Un Lepore personal

-Antes de “Las brigadistas”, habían pasado cuatro años de “La vuelta al campo”, tu último documental. ¿A qué se debió esa pausa, tras haber sacado tus producciones previas casi de manera consecutiva?

– Desde “La vuelta al campo” me tome el trabajo de darles otro enfoque a las películas subsiguientes, “Las brigadistas” y “La tierra explota”, que se encuentra en etapa de postproducción. Las tres tienen otros tiempos de producción porque incluyen en su desarrollo los festivales de cine y los fondos de fomento del INCAA. Las tres tuvieron el apoyo del Instituto, “La vuelta al campo” y “Las brigadistas” tuvieron el subsidio a la postproducción y “La tierra explota” nació desde su desarrollo. Pude completar todas las etapas junto a nuestro querido INCAA. Las cuatro primeras que las hice sin ningún apoyo económico y sin mandar a festivales.

– ¡Bien ahí!

– Las pude estrenar anualmente porque las trabajé casi en solitario y a tiempo completo, sin hacer presentaciones a fondos o festivales. Todas esas etapas dilatan mucho los tiempos de producción, pero al final se termina con un documental mucho mejor acabado y con un recorrido internacional. Fueron distintos momentos de mi vida en estos quince años desde que comencé a hacer documentales. Sin el INCAA, mis últimas tres películas no se hubieran podido hacer. Eso es lo que garantiza la pluralidad de voces y las múltiples miradas que no tienen una visión mercantilista del arte.

-Si te dan un formulario y te preguntan “profesión”, ¿qué pones?

– Soy documentalista, director, productor, montajista y guionista de cine documental.

-Si no eras documentalista ¿qué hubiera sido de tu vida?

– Antes de dedicarme al cine, tenía mi banda de punkrock. Arranqué de muy pibe a ver a Flema, Cadena Perpetua y 2 minutos a Cemento. Calculo que estaría girando con mi banda, no se por donde, pero siempre gritando “nunca seré policía”.

– Si por la puerta de tu casa llegase el Juan Pablo de 18 años, ¿qué le dirías? ¿Algún consejo o recomendación?

– ¡Me haces llorar…! Le diría que nunca afloje, que siga adelante, aunque tenga todo en contra. Aunque las cosas no salgan como uno espera y no sea perfecto lo que se crea, uno aprende haciendo, y en el camino se forja la experiencia y se afianzan los conocimientos. Pero que nunca deje de creer en la libertad, en la revolución, en hacer propias las injusticias ajenas, en la empatía que es el rasgo humano más noble, en la digna rabia, en la lucha por un mundo más justo. “Nunca dejes de creer y de crear”.

“Las brigadistas”. Cine Gaumont. Av Rivadavia 1635. Funciones diarias a las 20.45 h.

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