Imágenes paganas
Con Eduardo Misch. Músicos: Joaquin Chiban y Federico Santisteban. Vestuario: Silvina Pedernera. Diseño de escenografía y de luces: Norman Briski. Diseño sonoro: Pablo Largente y Martín Pavlovsky. Realización de escenografia: Guillermo Bechthold y Daniel Ferrandino. Realización de objetos: Deborah Pitcovsky y Marilyn Sila. Video: Juliana Appel y Ignacio Liang. Música original: Martín Pavlovsky. Operación de luces: Magui Luraschi. Operación de sonido: Pablo Largente. Maquinaria: Sergio Barattucci. Fotografía: Emanuel Melgarejo. Asistencia de dirección: Maria Pia Molina Brescia. Dirección general: Norman Briski.
Teatro El Caliban. Mexico 1428, PB “5”. Sábado, 21 hs.
Un hombre que está solo y espera. Habla y esboza situaciones y anécdotas, una detrás de la otra sin tener, aparentemente, ningún tipo de conexión. Solamente ese hombre es el hilo conductor que lleva adelante, textos e historias de variado calibre que reflejan no solo la anomia humana sino cierta aprehensión por las dificultades de la vida. Este hombre –que puede ser cualquiera y todos al mismo tiempo- llevará consigo el deseo de cambiar –o no- asi como resignarse –o no-, a los vaivenes de este mundo moderno.
Al respecto, la puesta misma hace eco de esa zona difícil de transito –y acceso- que es la vida misma al tener que bordear un foso de mecánico para sentarnos en la platea de la obra. De esta manera, el espacio es utilizado en su totalidad, con un muy buen diseño de iluminación que determina cada lugar donde se desarrollarán los hechos. Se mezclará la sensación de extrañeza y perplejidad ante lo que se está viendo al tiempo que la curiosidad y la atención irán ganando su partida al respecto. La ironía y el sarcasmo del texto tendrán su justo complemento a través de la voz y el cuerpo de Eduardo Misch. Su actuación asi como su plasticidad y rapidez de movimientos y cambios del ángulo de la acción es fundamental para que no decaiga el ritmo de la misma. De manera tal que, la sucesión de hechos, empiecen y terminen en un tiempo exacto y hagan eclosión en cada uno de los espectadores. El monólogo permite la fragmentación de los acontecimientos pero sin perder sensibilidad al respecto.La puesta no busca una “comprensión” en el sentido estricto de la palabra sino por medio de las sensaciones que transmite el personaje en cuestión, a través de situaciones fácilmente reconocidas por todos. Una entrevista, un llamado telefónico, el trato con una mascota pueden esconder mucho más que la linealidad que se establece en la relación en si. Disfraces y objetos serán parte de la puesta en tanto creación de sentido, al tiempo que un armario o el mismo foso serán los habitáculos donde se desarrollarán algunos de los hechos.
“El Barro se subleva” es corrosiva e inquisidora de situaciones tan arraigadas dentro de uno que, ni siquiera, se ponen en duda por la naturalización de las mismas. Y siempre es bueno algo que sacuda tu cabeza. Aún cuando implique un shock de realidad y poesía.