El Bien (Teatro)

Hacer lo que es no debido y también el daño
 
Actuación: Verónica Pelaccini. Asistente: Sofía García Lazzarini. Iluminación: Facundo Estol. Escenografía y Vestuario: Cecilia Zuvialde. Texto y Dirección: Lautaro Vilo.

Cultural Morán. Pedro Morán 2147. Domingos, 20.30 h.

El tiempo pasa y los paradigmas cambian al igual que las costumbres. Ese “deber ser” que se ha metido como cuña en hombres y mujeres en tanto no se condice con sus propios deseos. Empiezan los malabarismos para mantener la esencia propia, de ansias personales a la par de seguir ciertas normas que deben cumplirse para ser una persona respetada/aceptada-en-la-sociedad.

Guadalupe es un buen ejemplo de esto. Mujer profesional, trabajadora, bella y madre con múltiples ocupaciones que intenta llevar a cabo. Hace “buena letra” en todo y vive para su familia aunque Sergio, su marido, sea un buen tipo pero sin empuje y absolutamente conformista.
 
Como suele ocurrir, todo lo que se posterga termina siendo una bomba con un sonoro tic-tac de fondo. Es lo que los mandatos logran cuando solo son eso, sin brindar alguna compensación realmente beneficiosa como para soportarlo. Paradójicamente, será su estable trabajo de agente inmobiliaria el que acerque a Guada a un escenario complicado aunque con esa adrenalina que hacía rato, no sentía. Más aún si pone su corazón en juego en pos de un futuro tan dudoso como intrigante.
 
El texto concebido por Lautaro Vilo es atrapante. Parte de una sencillez que no es tal, en tanto, se tiran algunas ideas
de manera solapada, como quien no quiere la cosa. La descripción de la vida de Guada termina siendo una crítica solapada a lo dicho en el primer párrafo. Quien esté sentado en la platea optará por tomar esto o quedarse únicamente con la anécdota sobre la cual gira la historia que, por cierto, es atractiva. El devenir de las acciones es dinámico, sin prisa pero sin pausa, hacia un final que pide una reflexión más pero sin perder la sonrisa cómplice. La escenografía y la iluminación colaboran con este propósito asi como un acertado vestuario que ayuda a la construcción de sentido que amerita un personaje tan rico como cercano..
Con una actuación tan precisa como delicada, Verónica Pelaccini vive un mundo de sensaciones que suben y bajan como una montaña rusa. Una Guadalupe reconocible para los espectadores, que se ve envuelta en una vorágine que la sobrepasa tanto como la atrae, cortesía del aburrimiento que implica el respeto de las normas sociales. ¿A cuántas Guadas conocemos? ¿O seremos nosotros mismos así?
 
Disfrutable de principio a fin, “El Bien” plantea el momento en que surgen las dudas por el acatamiento a rajatabla del manual-del-buen-habitante de esta sociedad del siglo XXI. Pertenecer tiene sus privilegios pero las contraindicaciones son muchas. Quizás, demasiadas.

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