El diario de Adán y Eva (Teatro)

Clásico contemporáneo


De Mark Twain. Dramaturgia: Miguel Angel Solá, Blanca Oteyza y Manuel González Gil. Con Miguel Ángel Solá y Paula Cancio. Música: Martin Bianchedi. Arreglos Musicales: Gerardo Gardelín. Vestuario: Pepe Uría. Escenografía: Jaime Nin Uría. Fotografía: Gabriel Machado para Machado – Cicala, Morassut. Diseño Gráfico: Lía Parsons. Asistente de Dirección: Juan Gabriel Yacar. Coros: Clara Terán. Realización de Escenografía: Manuel Medina, Miguel Afranchino, Carlos Formaglio y equipo. Realización de Vestuario Eloisa: Patricia Terán. Realización Vestuario Dalmacio: Personalithy. Diseño y Realización de Peluca Dalmacio: Mauro Gastón. Diseño y Realización Aplique Eloisa: Alejandro Granado. Cuidado de Pelucas: Rodolfo Romano y Daniel Ledesma. Diseño de Luces: Manuel Gonzalez Gil – Juan Ignacio Adriano. Operador de Luces: Alejo Fanego. Operador de Sonido: Daniel Giménez. Maquinista de Compañía: Lucas Matías Carísimo. Ayudante de Vestuario: Patricia Rodríguez. Producción: Jaime Nin UrÍa, Manuel González Gil. Dirección: Manuel González Gil


Teatro Apolo. Av. Corrientes 1372. Viernes, sábados y domingos, 20 hs.


Hay puestas que trascienden a través del tiempo y llegan al status de “clásico” sin que esto implique algo negativo. Por el contrario, se mantiene vigente a través del tiempo con un aura de excelencia. Tal es el caso de “El diario de Adán y Eva” que vuelve a presentarse en Buenos Aires con Miguel Angel Solá y Paula Cancio en sus roles principales.

No vamos a entrar en comparaciones a través del tiempo que no vienen al caso sino que nos centraremos en la puesta que hemos visto. Por tal motivo, ir al teatro a dejarse llevar por la experiencia de una puesta tan abarcadora en varios aspectos, es fantástico.


La puesta toma dos momentos determinados como la última vez que Dalmacio y Eloísa hacen “El diario de Adán y Eva” y el reportaje que le hace Adriana a un octagenario Dalmacio en el programa de radio que ella conduce. Ambos momentos separados con las reflexiones de los actores que realizan entre acto y acto  mientras desarrollan “El diario…”. Con la situación planteada de esta manera, se abre un abanico de sensaciones tan diversas como enriquecedoras que van desde el homenaje al radioteatro como a la reivindicación de la palabra empeñada del que hace gala Dalmacio en la entrevista con Adriana donde la tensión latente entre ellos se verá coronada con emoción de lo imprevisto.  


Una escenografía simple y efectiva creará tres espacios diferentes donde se desarrollarán los acontecimientos. La iluminación será fundamental al respecto al tiempo que el vestuario –en sintonía plena con la escenografía- brindará indicios precisos respecto de los personajes en cuestión.


Si bien dura menos que en temporadas anteriores, el tiempo pasa sin que uno se percate del mismo. Es simplemente la sensación atrapante de estar en presencia de un momento único de teatro. El disfrute es completo y más aún si se lo puede linkear con alguna situación en particular.

La atmósfera que se genera es subyugante y atractiva, de intenso amor que combina la distancia que atraviesa a los personajes en cuestión pero manteniendo esa intimidad entre aquellos que se aman, más allá del amor de pareja y/o amistad que pueden tener. A partir de ahí, será esa pareja de actores que lleva adelante el libro de Mark Twain, la que se haga carne del primer amor de la humanidad, tal como Adán y Eva. El amor en presente y pasado, con un futuro tan incierto como intrigante. Por tal motivo, no es extraño escuchar el silencio de una platea que escucha y siente cada verso, interrumpido quizás, por alguna lágrima que puja por salir a la libertad.


La química entre Miguel Angel Solá y Paula Cancio es perfecta. Más allá que ambos sean pareja en la vida real, eso no implica que pueda trasladarse al escenario. Cada uno, desde el personaje que tiene combina la risa y la reflexión. No obstante, es Solá quien lleva adelante la puesta con una actuación sublime.


“El diario de Adán y Eva” es una puesta imperdible que, desde el momento en que termina y uno la deja decantar dentro de su propio ser, la podrá resignificar de tal manera…….que a la semana siguiente, no sería extraño ir a verla de nuevo.

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