El V Festival Temporada Alta cerró con “Rey Lear”


Tal como dice una vieja canción, “Todo concluye al fin…” y la quinta edición del Festival Temporada Alta, no es la excepción a la regla. Tras doce días de febril actividad teatral, le tocó a “Rey Lear” de Rodrigo García y dirigida por Emilio García Wehbi ponerle el punto final al encuentro.

La noche del jueves 16 encontró a la sala México de Timbre 4 absolutamente completa. El escenario con los actores presentes, enfundados en vestidos de época, que pasarán a mejor vida apenas se inicia la puesta. Desde ese preciso instante se inicia un “tour de forcé” con monólogos tan sentidos como corrosivos en su verba e interpretación.

Es menester aclarar que García toma solo una parte de la obra shakespereana (Lear, Cordelia, Regan y Goneril) centrándose en la familia propiamente dicha a la cual utilizará como pivote para descargar todas sus ideas.

Estructurado en ese juego entre lo procaz y lo culto, el texto es una creación constante de sentido que dialoga con el espectador al cual provoca con sus afirmaciones. La verborragia constante se intercala con citas que se escriben en un pizarrón al costado del escenario. Un escenario con un castillo inflable se intercala con una banda de rock y los amplificadores sonando a pleno. Remeras que forman una segunda piel, escritas con diversas frases forman parte de un vestuario que mutará a lo largo de la puesta.

Si bien el alimento está en primer plano, juega su significado en relación directa con el poder y la concepción de familia. La transmisión de dicho poder y el saber a través del tiempo para establecer los saberes que serán fundamentales en el devenir de la sociedad, siempre bajo la atenta mirada de Foucault.

La virulencia gana su lugar en la puesta tanto en el sonido como en los hechos. La voz grita textos ponzoñosos que irán ganando en virulencia llegando a que la comida vuele por los aires, en una catarsis cercana al potlatch de moderna actualidad y resignificación constante. Igualmente, esto no quita ni un ápice el humor que también tiene la obra que permite su referencia constante. Más aún cuando hay tortazos que parten en distintas direcciones. Alguno lo relacionará con Los Tres Chiflados mientras que otro le encuentre un significado más “profundo” (¿). Ambos estarán en la línea correcta, más aún si van surgiendo nuevas interpretaciones. En esta índole, no es una obra cerrada sino que, por el contrario, disfruta abriendo nuevos interrogantes y siendo molesta en la forma de abordar al espectador.

El elenco pone todo su oficio para llevar adelante una puesta que requiere concentración y trabajo constante. Igualmente, la gran Maricel Alvarez vuelve a demostrar su calidad y carisma sobre el escenario. En este caso, subiendo la apuesta al cantar en inglés y francés, sorprendiendo a más de uno por su exacta interpretación.

El aplauso cerrado corona la función de una puesta que dividirá aguas entre los espectadores. Pero ¿que mejor que eso? ¿Acaso el teatro no debe provocar algo en quienes van a ver? Justamente por eso, el interrogante queda abierto a todo tipo de discusión, lo cual, hoy en día, se agradece.

De esta manera, finalizó la quinta edición del Festival Temporada Alta, en Timbre 4. Desde ya, estaremos esperando la cuenta regresiva para que el año que viene, se lleve a cabo este oasis de teatro en pleno verano porteño.

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