En el fondo (Teatro)

Inocencia interrumpida

Dramaturgia y Dirección: Pilar Ruiz. Con Verónica Cognioul Hanicq y Fabricio Mercado. Voz en off: Eva Guazzone Borghi y Gonzalo Ruiz. Diseño y realización de escenografía: Fabricio Mercado. Diseño de luces: Lucía Feijoo. Música y sonido: Damián Gómez. Fotografía: Sol Miraglia. Ilustración: Dolores Franza. Diseño gráfico: Juan Pablo Rodríguez. Supervisión Dramatúrgica: Ariel Barchilón. Asistencia de dirección: Teo Ibarzabal. Producción: Rocío Pérez Silva. 

Timbre 4. Boedo 640. Domingos, 19 hs. 


Flora y Pedro llegan a una habitación en la que, parece, vivió Flora, de muy niña. Él dice que ella cumple años ese día pero ella no lo sabe. Mejor dicho, no lo recuerda. ¿Cómo podría recordar algo de hace tanto tiempo?


Ellos escapan. Se aman, se pelean y se vuelven a amar. La pregunta surge ¿se aman realmente? ¿Su relación puede encuadrarse dentro de ese sentimiento llamado amor?
El tiempo va y viene. Ella ve un triciclo y tiene pincelazos de una infancia que no vivió como tal ya que le sacaron de su casa para empezar una vida de trabajo y vejación.

La puesta se centra en la relación de los dos personajes y su travesía a través del tiempo y el espacio, con hechos y actos que buscan tanto el perdón como cierta redención ante lo acontecido. Será un hecho fortuito –unas fotos del “lugar de trabajo” de Flora- el que amenace con  destruir esa especie de “hogar” tal como era la “casa” donde trabajaba Flora. El desplazamiento de los personajes, de la casa allanada a una que sería más “segura” los enmarca en un afuera hostil y opresivo, donde la violencia y su internalización forma parte de la vida misma. La necesidad de buscar un refugio dentro de un interior que podrá ser personal o conjunto, situación que se irá dirimiendo con el devenir de los hechos. El drama de la relación entre ellos será la punta del iceberg de una puesta que plantea una profunda reflexión que sacude, incluso, ciertas ideas preestablecidas y valores inculcados a través de los años por crianzas de neto corte machista. El victimario –a quien conoce bien su víctima- cambia su perspectiva cuando, con el paso de los años, la niña se transformó, exteriormente en una mujer depositaria de todo el amor (¿y la culpa?) que tenía.

El texto de Pilar Ruiz alude con madurez y seriedad no exenta de emotividad a la trata y la violencia de género. La creación de situaciones de fuerte contenido pero sin caer nunca en el golpe bajo serán una constante ya que no deja de ser elocuente en lo que se desea trasmitir. El llamado a la reflexión es categórico pero no a través de un discurso pedagógico o moralista. Aquí hay una historia sólida y contundente que se cuenta a través de Flora, en su vuelta a su casa materna pero con una vida rota y perdida. Una especie de “in your –fucking- face” que no pasa desapercibido y que logra sacudir con altura una situación lamentablemente cotidiana. Basta con ver los papelitos pegados en las paradas de los colectivos…

A través de exacta composición de Flora a cargo de Verónica Cognioul Hanicq, se plantearán preguntas sin respuestas –o que no quieren responderse- a estos flagelos. Una niña arrancada de su espacio y su familia y la “naturalización” de una conducta que incluye la disolución de su propia identidad en tanto ser independiente, se encarnan en esa mujer que sufre al tiempo que tiene la esperanza e inocencia de quien ve la mitad del vaso lleno. Incluso, aunque haya solamente un par de gotas de agua. Cognioul Hanicq dota a Flora de humanidad y sutileza, con pequeños gestos que denotan lo vivido. Su rostro serio y concentrado en contar con los dedos o su miedo a salir a la calle porque “se queman los pies” son perlas que brillan con luz propia en un ambiente de violencia y dolor.  La risa y la lágrima se intercalan en distintas sensaciones y sentimientos creando una fuerte tensión dramática que mete al espectador al tiempo que lo interpela al respecto. Cada vez que Flora relata sus desventuras con la crudeza de quien tiene fe donde ni la más optimista lo sería, se contrasta con la fragilidad de una mujer llena de silencios y golpes, y los miedos propios de niña buena e inocente.
En una mezcla de amante-carcelero, Fabricio Mercado será esa contraparte tan contradictoria como difícil de encarnar. Amor, odio, lealtad (palabras con las licencias que permite el contexto en el que se expresan) y un deseo por un futuro tan idílico como poco probable juegan dentro de la humanidad de un hombre cuya conducta será fruto de enconados debates.
Otro punto a destacar es el buen trabajo en el diseño de un espacio cerrado pero con una profunda intensidad, en línea directa con las actuaciones.

“En el fondo” es de esas obras de teatro que no pueden pasar desapercibidas en tanto y en cuanto su problemática tratada con seriedad en el marco de una puesta fuerte, atrapante y reflexiva.

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