Un viaje al interior de una relación compleja
Una adaptación del cuento “Nada de todo eso”, de Samanta Schweblin. Actúan: Mirta Busnelli, Maria Merlino y Vanesa Maja. Adaptación: Mariana Obersztern. Música original: Ulises Conti. Diseño de vestuario: Betiana Temkin. Video: R. Moreno. Diseño de iluminación: Gonzalo Córdova. Diseño de escenografía: Mariana Obersztern. Realización de escenografía: Santiago Rey. Diseño gráfico: Leandro Ibarra. Fotos: Alejandra Lopez. Asistencia de dirección: Sonia Riobo. Producción ejecutiva: Romina Ciera. Producción artística: Maria Merlino, Romina Chepe. Dirección de producción: Romina Chepe. Dirección: Mariana Obersztern. Duración: 65 minutos
Dumont 4040. Santos Dumont 4040. Domingos, 18 h
Por Mariana Turiaci
Una madre y su hija salen con el auto a mirar casas. A veces opinan sobre la decoración, o cambian de lugar un objeto de la fachada. ¿Qué se esconde en ese gesto? ¿Qué cuestiones se ocultan y se develan? “Ese bow-window no es americano”, adaptación teatral del cuento “Nada de todo esto” de Samanta Schweblin, pone en escena ese vínculo tan complejo y particular a la vez.
Desde que el padre las abandonó dejando las llaves del coche sobre una pila de revistas, ambas se embarcan todos los días en ese hábito de recorrer calles y avenidas de diferentes barrios. ¿Qué buscan en esos hogares ajenos? ¿Qué les falta en el suyo? Este delicado equilibrio se va a alterar la tarde en que queden atascadas en el jardín de una casa. A partir de ese momento, se desarrolla una puesta cargada de tensión donde cada gesto esconde un mensaje íntimo, inquietante y peculiar.
Por momentos una especie de road movie, en otros, un absurdo donde nada parece ser lo que es, la obra corre los límites entre lo cotidiano y lo siniestro inspirando en el espectador incomodidad y tensión. O quizá solo nos muestre lo inquietante de la vida diaria. Lo que se esconde entre diálogos aparentemente mundanos. Aquello que late debajo de cada gesto y se pretende ocultar detrás de unos anteojos negros. Una madre que parece haber quedado suspendida en el tiempo y una hija arrastrada por la voluntad de su progenitora. Inclusive, convirtiéndose en ocasiones, en madre de aquella, sin la posibilidad de seguir su propio camino.
La adaptación de Mariana Obersztern resulta fiel al original y se destaca por los sutiles juegos en los niveles de interlocución que potencian la teatralidad del texto. Su dirección se basa en una puesta despojada donde cada objeto tiene una presencia contundente. Las actuaciones brillan no por la grandilocuencia sino por la contención de estados emocionales intensos. Esa economía de recursos junto con la proyección de imágenes en blanco y negro crean una atmósfera cinematográficamente onírica en la cual todo puede estallar en cualquier momento. Mirta Busnelli y María Merlino, cada una con su impronta y sus matices, construyen un complejo vínculo entre madre y e hija atravesado por la soledad, las ausencias, los reproches mudos y el hastío. Por su parte, Vanesa Maja es la dueña de la casa vandalizada, personaje que interpreta con absoluta maestría y solidez.
“Ese bow window no es americano” atraviesa diversas temáticas: la soledad, el abandono, las pérdidas, el tedio de la vida urbana, el vacío. Pero hay uno ineludible: el vínculo (siempre complejo) entre una madre y su hija. Entre silencios y diálogos imposibles, odiándose y amándose al mismo tiempo, cada paseo en auto es un viaje al interior de una relación claustrofóbica donde no hay ni habrá salida.