Ana Durán y Sonia Jaroslavsky: Cómo acercar el teatro a los adolescentes

Las periodistas y docentes Ana Durán y Sonia Jaroslavsky presentan el libro “Cómo formar jóvenes espectadores en la era digital” (Editorial Leviatán), libro que responde a varios años de trabajo e inquietudes frente al Programa de Formación de Espectadores del Ministerio de Educación de Ciudad.

Siempre se dijo que los adolescentes no se acercaban al teatro o que sus intereses iban solo para el lado del consumismo al que eran sometidos. Ana Durán y Sonia Jaroslavsky iniciaron el “Programa de Formación de Espectadores” al calor de una voluntad: acercar el inagotable teatro independiente de Buenos Aires a los adolescentes para que vean lo mejor de la cartelera porteña. ECDL habló con ambas profesionales sobre estos tópicos referidos al teatro, los adolescentes y al consumo en si.

– ¿Cómo surge la posibilidad de hacer el libro?

Ana Durán (a la derecha de la foto): Surge por dos subsidios de Proteatro, uno para investigar y otro para editar el libro. El de investigación tenía que ver con un momento en el que Sonia y yo nos dimos cuenta que estábamos haciendo muchas cosas pero no estábamos teniendo un sistema de evaluación, más que intuitivo, que nos permitiera pensar varias cosas. Como estamos haciendo lo que hacemos, o que alcance tiene. Hay mucha exigencia del afuera, con respecto a cuanto tienen, cuantos vuelven y números concretos que piden.

Sonia Jaroslavsky (a la izquierda): Cuando empezó el Instituto y después Proteatro y Prodanza, nos preguntaban “Volvieron los chicos al teatro después de venir al programa?”. Esa era la pregunta de “el espectador como consumidor”. Tenemos consumidores para el teatro?

-Una cuestión muy cuantitativa…

AD: A partir de la investigación, nos dimos cuenta que, realmente, se puede medir y que no. Si vuelven o no vuelven no se puede medir, años después, que vínculo va a tener. Pero también porque descubrimos con esta investigación también, el aspecto de la ciudadanía. Lo que el arte aporta al ciudadano, en términos democrático y del imaginario de los pibes. También nos sirvió mucho para saber como son los adolescentes que vienen, en que estado están. Darnos cuenta que en dos o tres años, eso que aprendimos, cambia, porque la sociedad no es estable.

SJ: La encuesta llega previa a Facebook. No estaba instalado.

-Ese es un quiebre.

SJ: Si y no entra en la encuesta y es importante.

AD: La primera parte, la de la investigación, la puso a Sonia a hacer un seminario en Flacso, sobre escuela media y políticas educativas en Latinoamérica y a mi a hacer la Maestría en Ciencias Sociales con orientación en Educación. Lo que nos llevó a estudiar bastante más fue el hecho de no entender a la Formación de Espectadores como un hecho aislado sino en un contexto. En realidad, como un campo de batalla con el desinterés de los artistas. Las preguntas que nos hacen son en relación a la profesionalización del arte, el rol del Estado (en qué medida, durante tantos años -y aún hoy-, se sigue lavando las manos), qué pasó con la familia –primera fuente de sociabilización- que durante muchos años acompañaba a que el pibe descubriera el mundo y como hubo un quiebre en eso.

-Es muy amplio el enfoque…

AD: Si. Que tensiones hay dentro de la escuela y en qué sentido la escuela escolarizó todo lo que toca. Después está el tema de la elite. Qué pasa con el teatro independiente que, en algún punto, es tan elitista como el público del Colón. Por más que no se manejen esos montos ni los tapados de piel o los coches con chofer, también hay una posición. Cualquier persona que venga de afuera y quiera descubrir como y donde se ve el teatro independiente (y qué ver), no lo sabe. No tiene la menor idea. Pero no solo con el teatro independiente. Ellos no saben que existe el Teatro Cervantes ni el Complejo del Teatro de Buenos Aires o el Teatro San Martin.

SJ: Y tampoco el Obelisco porque ya va más allá del teatro y es a toda la ciudad.

– ¿Cual sería la diferencia básica con el libro anterior?

SJ: Aquél es un proyecto de Formación de Espectadores que es el Laboratorio-Taller Ojos al Mundo, que se hizo en dos ediciones del FIBA. Es una producción de los alumnos. No es que nosotras somos autoras de ese libro sino que lo editamos. La idea era poner todas las producciones que hicieron los chicos en la redacción periodística que montamos en el FIBA. Fue la manera en que sistematizamos el trabajo de ocho años del Programa Formación de Espectadores que incluye “Ojos al mundo” y otro proyecto más nuevo, que sería “Escena Q” que sería una manera de emancipar aún más a los alumnos a que no estén tan agarrados de la escuela sino que empiecen a ser espectadores. Que salgan de la escuela para ir al teatro. Por eso los sábados van a ver obras de la cartelera con algún docente pero ya fuera del marco de la escuela.

– ¿Se formaría periodistas para el futuro?

AD: No es la misma idea del taller en el que tenían que hacer una producción periodística sino que la idea es que lleven al grupo una respuesta en relación a lo que vieron. Puede ser desde un videoclip que encontraron hasta un collage, un poema. Está vinculado al disfrute y a la producción, a ver y compartir ese espacio más que a la producción periodística en si o a algo escolarizado. Ver que tan complicado es esta salida al teatro y hasta que punto es un ritual tan preciso que un celular, un caramelo o un galletita, distrae.

SJ: Este año descubrimos con más fuerza que tenemos que empezar a instaurar el tema del aplauso en los adolescentes. Como, parece, ahora en los recitales, no se aplaude, los chicos no están acostumbrados a aplaudir cuando termina una obra de teatro.

AD: No consideran que la retribución del “me gusta” o “no me gusta” sea aplaudiendo.

SJ: Hay que volver a instalar este tipo de cosas que, para un teatrero, sería una locura explicar por la obviedad pero es lo que está sucediendo. Del celular ni hablar, que suene en las funciones sino por el hecho de estar mensajeando…

AD: Esa hiperactividad llegó para quedarse en los pibes. No es una patología sino una forma de ser como la tenían nuestros abuelos, nuestros padres y nosotros mismos. Entonces se trata de comprender y trabajar sobre eso, no en contra de eso.

– ¿Es difícil trabajar con adolescentes?

AD: Es una vocación. Es difícil trabajar con quien no tenes ganas de trabajar. Para mi, personalmente, es difícil trabajar con chicos de primaria e inicial porque no conozco sus códigos. Pero hay especialistas que lo hacen. Nosotros tenemos vocación por los adolescentes.

-Hay prejuicio con los adolescentes. “Están siempre con el celu”, “No te dan bola”.

AD: Hay grupos a los que le podés entrar y otros que no. Por ahí, no les entras en la primera y le entras en la tercera.

SJ: A veces, la dificultad no tiene que ver con que sean “adolescentes” sino con problemáticas diferentes. De donde viene la escuela, que situación social tienen esos chicos…

AD: Tan extrema como que el problema es que sea de una clase social muy baja o de una clase profesional o creen que se las saben todas.

-Bourdieu hablaba de “gente de clase baja que tiene dominios de clase alta”. Ustedes se toparon con eso?

AD: No tenemos un contacto tan cercano como para ver eso. Si nos pasó el ver un par de escuelas en las que les parecía –en el caso del cine, en teatro no pasó nunca-, que lo que les mostramos, ya lo habían visto. Decían “esto ya lo vi” y era Fassbinder, por ejemplo. “Esto es una pavada” y eran tres que habían escuchado hablar de Fassbinder y el resto no. O “que me vas a enseñar vos?” pero esto no tiene que ver con algo personalizado nuestro sino con una desconfianza sistemática y ontológica de los pibes de lo que les va a dar la escuela municipal. La escuela no les va a dar cosas buenas sino porquerías. Ese prejuicio es muy difícil de romper.

SJ: En realidad, el problema más fuerte de los pibes está vinculado al consumo televisivo, a lo masivo. Siempre nos encontramos en las charla-debate con los artistas diciendo “vos estas en la tele?”, “no sos conocido”, “no tenés plata”. Eso pasa, de como baja lo que es el éxito la televisión y la sociedad. Un consumo de clase alta es, ponele, ir al MALBA  y eso ni siquiera existe en el menú. Por eso es muy importante habilitárselo de alguna manera.

-La legitimación a través de la televisión.

SJ: En danza, ni hablar. Cuando empezamos con el proyecto piloto en esa disciplina, en el 2010, tuvimos que bajar mucho las pretensiones que teníamos porque el único referente que había era “Bailando por un sueño” para ellos.

AD: Ni siquiera Julio Bocca que es de otra generación y más del 90% de los pibes es la primera vez que ve un espectáculo de danza. Todos bailamos pero dar ese espectáculo en una sala, era la primera vez.

SJ: Al tener ese referente, tenes que pensar toda la programación. Por ejemplo, habíamos programado un espectáculo, “Ilusión” de Leticia Mazur. Esto fue hace dos años. El referente era ese cuerpo bello y que no estaba muy tapado, pero enseguida se lo vinculaba con algo muy televisivo. Es muy difícil sacar a los pibes de ese código.

AD: Además, el tema de las hormonas…ni hablar

SJ: Todas esas encuestas que hacemos, de estar en contacto con los pibes, sirven que no podes programar cualquier cosa. Pero no es por una cuestión pacata sino por todas estas cuestiones. Para ir en contra de lo masivo, que tenes que proponer y proponer algo nuevo.

AD: Vamos a decirlo de manera más sencilla. Hay un culto por la belleza plastificada del cuerpo con un peso tan fuerte, que hace que los pibes -colonizados por la televisión- salgan diciendo “Que buena estaba la minita” en vez de “Que bueno estaba el espectáculo”. Va por ese lado. Además, hay un principio social muy injusto, relacionado con políticas culturales y educativas. La fiesta es para muy pocos. Para muchos es, en el mejor de los casos, Pol-ka, un producto que está bien actuado y trabaja con actores del teatro independiente. En el peor de los casos, es una porquería que te quema la cabeza. Igualmente, los pibes ven televisión pero son muy caseros. En un mayor porcentaje, no ven a Tinelli, sino ficciones como “Dulce amor”, “Graduados”. Hacen zapping pero no ven completo a Tinelli. Tienen más contacto con la computadora y con el Facebook.

– ¿Siguen manteniendo relación con ustedes los chicos, después de terminado el curso?

AD: No.

SJ: Tenemos diferentes acciones y ahora estamos repitiendo la experiencia. Queremos que la repitan porque una vez sola no alcanza. En ese repetir, te vas topando aunque no es lo habitual. Me he topado con gente de la secundaria para adultos que vieron millones  de obras con nosotras y era yo la coordinadora.

AD: La idea es personalizar con la experiencia más que con nosotras en particular.

-Digo porque, capaz, les quedó la iniciativa para seguir con esto…

AD: En principio sería a través de Escena Club. Igual tenemos que armar una estrategia vinculada con Twitter y Facebook. Algo que permita mayor confluencia. Son etapas. Ahora estamos en la etapa de evaluar y de la evaluación, decidimos que la cantidad de escuelas que hay, vamos a hacer un trabajo de profundización. Empezar a seguir al mismo grupo, en dos o tres años, como opera eso en ellos pero no como consumidores de teatro sino si les abre la cabeza al ser más curiosos, con otras experiencias artísticas. No importa si terminan viendo teatro, capaz que terminan viendo cine o aficionados a la danza, música o artes visuales, sino que no tengan el prurito de no acercarse porque no crean que sea para ellos o no les interese ver más allá de la cuadra en la que vive.

– ¿Cómo fue la relación con las autoridades del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires?

AD: Nosotros empezamos con Roxana Peraza, durante la gestión de Anibal Ibarra. Fue una iniciativa nuestra y la llevamos junto al INT. Nos hicieron unos contratos provisorios para ver que pasaba. Después, con los sucesivos gobiernos que le siguieron a lo de Ibarra, tuvimos cada año un ministro distinto pero empezamos a crecer, y una estabilidad. Anexamos cine, danza y tenemos, en algún momento, expectativas con música y artes visuales. Nos parece que estaría bueno añadir esto.

SJ: Eramos dos y ahora somos nueve.

AD: Fue, en realidad, con más altos que bajos. Hasta ahora fue todo crecimiento, con todas las dificultades que tiene el trabajar en el Ministerio de Educación, como la falta de insumos, la falta de computadoras, gráfica o determinadas cosas. En las últimas dos gestiones, en la primera pudimos seguir bien con nuestro trabajo pero ahora se está complicando un poco aunque no solo para nosotros. Estamos viendo que todos los programas socio-educativos que fueron aprobados para entrar en el Estatuto por la Legislatura, están sufriendo un importante descuido. No nosotros en particular sino aquellos de inclusión educativa, Maestros + Maestros,

SJ: Muchos programas, como los de teatro, ajedrez, medios en la escuela, inclusión. Todos los que eran SAP antes.

AD: Hay un cambio de rumbo que no sabemos bien hacia donde va. De todas maneras, tenemos cierta autonomía en el sentido que el programa tiene mucha fuerza y el alimento espiritual, que nos entusiasma, es el de los docentes y los chicos. Mientras eso siga funcionando, dependemos de los subsidios de Proteatro y Prodanza y los convenios con las distintas instituciones donde proyectamos cine. Asi que, siempre tuvimos en alguna medida, cierta independencia. Una pata en el Ministerio de Educación –somos agentes del Estado- y el programa se subsidia por el interés de la comunidad teatral y de la danza.

-Destacamos que el Programa de Formación de Espectadores no es lo mismo que el de Escuela de Espectadores.

AD: La Escuela de Espectadores viene de Dubatti y viene del texto de Anne Ubersfeld que se llama “Escuela de Espectadores”. Para nosotros, tiene un objetivo más elitista, que nos parece correcto que exista, no lo criticamos pero es otra línea, que es profundizar para gente que ya tiene acceso a la cultura, intelectualmente. Nuestro programa es muy diferente.

SJ: Es abrirle las puertas a una población que nunca tuvo acceso al teatro o un acceso mínimo. Además no paga nada ya que está todo en relación con el Ministerio de Educación. Esta sería la principal diferencia. Después nosotros creemos en el material pedagógico. Trabajamos con los docentes y la manera de vincular teatro con el docente y el aula.

AD: Contrariamente a lo que parece, “escuela” suena a escolar y la formación tiene que ver con un proceso. Es como salir de las milanesas y llegar al sushi o escuchar a Valeria Lynch y terminar con Maria Callas. No es por desvalorizar sino que está el proceso en el que uno va refinando el gusto. No dejando de lado la cultura popular sino que haya una apertura a otros sonidos, apreciar otros aromas y disfrutar otros colores. Hay excelentes actuaciones en televisión y otras que no; lo mismo que en el teatro independiente.

SJ: Tampoco es que nosotras abarcamos todo ya que no tomamos infantes, primaria ni universitarios. Cuantos más espacios pensados para el espectador haya, ya sea dentro o fuera del Ministerio, propiciado por salas o ONG, mejor aún porque falta hacer mucho todavía. Lo de Dubatti esta bueno pero en principio apunta a otro tipo de población.

– ¿Cómo fue la presentación del libro?

SJ: Fue el 18 en Museo del Libro y de la Lengua de la Biblioteca Nacional. Para nosotras era importante que sea en un espacio amable. Lo dirige María Pia López y esta bueno que, pese a ser un espacio de Nación, haya abierto las puertas a los pibes, siendo de Ciudad. Ocurrió que muchos espacios de Nación no nos abrieron las puertas por ser de Ciudad, desde que asumió el macrismo, estando nosotros en el medio. También estuvo Marcelo Urresti que siempre nos ayudó desde la Gino Germani y Ruben Szchumacher, que escribió el prólogo del libro.

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