Mundo de sensaciones
Dramaturgia y dirección: Susana Torres Molina. Con Emiliano Diaz, Silvia Dietrich, Gabriela Saidón y Santiago Schefer. Diseño de luces: Santiago Botet. Realización escenográfica: Eduardo Manfredi. Dramaturgista: María Mascheroni. Director asistente: Christian Lange.
Centro Cultural de la Cooperación. Av Corrientes 1543. Sábado, 21 hs y domingo, 20.15 hs.
Están los cuatro, allí, en el escenario. Como si fueran imanes y como tales, al tiempo que se atraen, se rechazan.
Así es la madre de noventa y cinco años, postrada en un geriátrico en relación con su hijo, que no sabe como proceder frente a su nonagenaria progenitora mientras deambula en su infelicidad personal. Una vecina que espera un hijo no querido mientras un relator cuenta lo que ocurre con la pasión de aquél que no interviene…hasta que lo hace. La finitud del tiempo humano, del hombre como ser, y su devenir, lejos de la dignidad poética que las buenas costumbres quieren inculcar, es el eje de esta puesta de Susana Torres Molina que encara con un elenco intenso, de fuerte compromiso actoral. El elenco lleva a cabo una tarea excelente al llevar a las tablas un texto poético, de manera urgente pero sin prisa. La forma en que las relaciones entre los personajes (que nunca terminan de establecerse) se construyen, indagaran en los lugares oscuros del alma ya que apuntan a móviles por demás transitados por cualquier ser humano. Amor, odio, el deber ser y el tiempo como juez implacable de lo que ocurre y ocurrirá, con la culpa que amerite el caso. Siempre dependiendo de la psiquis de cada individuo.
Así es la madre de noventa y cinco años, postrada en un geriátrico en relación con su hijo, que no sabe como proceder frente a su nonagenaria progenitora mientras deambula en su infelicidad personal. Una vecina que espera un hijo no querido mientras un relator cuenta lo que ocurre con la pasión de aquél que no interviene…hasta que lo hace. La finitud del tiempo humano, del hombre como ser, y su devenir, lejos de la dignidad poética que las buenas costumbres quieren inculcar, es el eje de esta puesta de Susana Torres Molina que encara con un elenco intenso, de fuerte compromiso actoral. El elenco lleva a cabo una tarea excelente al llevar a las tablas un texto poético, de manera urgente pero sin prisa. La forma en que las relaciones entre los personajes (que nunca terminan de establecerse) se construyen, indagaran en los lugares oscuros del alma ya que apuntan a móviles por demás transitados por cualquier ser humano. Amor, odio, el deber ser y el tiempo como juez implacable de lo que ocurre y ocurrirá, con la culpa que amerite el caso. Siempre dependiendo de la psiquis de cada individuo.
La decadencia y la inercia son esos enemigos del ser humano con los que es prácticamente imposible luchar a menos que se pague con una victoria pírrica, lo cual equivaldría a una agonía más larga ante lo inevitable. Allí es donde la sabia pluma de Torres Molina desanda un camino de poesía que no cae ni en golpes bajos ni en cuentos de reivindicaciones heroicas sino en una realidad cruda y cotidiana pero tratada con altura y conocimiento. Mordaz, lejos de solemnidades, y con un toque de sutil humor, las palabras brotan de los personajes con precisión quirúrgica.
“Estática” da cuenta de la versatilidad y sapiencia de la dramaturgia de Susana Torres Molina, con un elenco jugado en una interpretación intensa y oscuramente lumínica.
MUY INTERESANTE Y ATRACTIVO
DESPIERTA MUCHA CURIOSIDAD.