La ley del deseo
De Héctor Levy-Daniel. Con Marcelo Nacci, Milagros Almeida, Ricardo Cerone, Alejo Mango, Nacho Vavassori y Amanda Bond. Diseño de escenografía y vestuario: Gabriella Gerdelics. Diseño de iluminación: Ricardo Sica. Música original: Edu Zvetelman. Producción ejecutiva Cristina Sisca. Diseño gráfico y Fotografía: Camila Levy-Daniel. Asistente de dirección: Stefanía Franco Turyk. Dirección general: Héctor Levy-Daniel. Duración: 70 minutos.
Teatro del Pueblo. Lavalle 3636, CABA. Sábado, 17.30 h.
Las redes sociales nos permiten tener al mundo al alcance de la mano, con la vidriera de la pantalla. Todo como si se tratase de la lámpara maravillosa de Aladino. De acuerdo a nuestras interacciones traducidos en clics, el algoritmo nos presenta un menú apetitoso de preferencias y caprichos, para satisfacer a nuestro antojo. La pirámide de Maslow que intentaba explicar la jerarquización de las necesidades básicas y complejas, fracasa ante el desarrollo arrollador y sofisticado de las tecnologías. Esto, mas allá de la inteligencia artificial.
Algo de esto hay en la nueva y atrapante creación de Héctor Levy-Daniel que gira alrededor del Dr. Fausto, una especie de “héroe de pueblo”. Un ser que despierta admiración por sus virtudes y sentido de la justicia. Una suerte de Juan Salvo, de “El Eternauta”. Parafraseando a Germán Oesterheld, el único héroe válido es el héroe en grupo, nunca individual. Las circunstancias personales del protagonista se ven envueltas en una tragedia atravesada por sueños y pesadillas.
Los pactos demoníacos de toda índole están a la orden del día. Los filtros de eterna juventud ofertados en las redes, por ejemplo otorgan un efecto ilusorio e inmediato de felicidad. Aquel divino tesoro inmortalizado por Dorian Gray. Sin lugar a dudas, el deseo motoriza la existencia. La etimología dictamina que proviene del latín «desidium» que significa ociosidad, deseo, libido. Es aquí cuando la riqueza del texto permite linkeos varios. Tal como si se estuviese en presencia de un Dante perdido en los círculos del Infierno que busca incansablemente a su Beatrice.
La escenografía es austera y elocuente, permitiendo tanto la creación de sentido como la posibilidad de aprehender los mundos vividos por los personajes. La dirección y el texto de Héctor Levy-Daniel crea una puesta de orden armonioso., como si fuese un ballet que permite el lucimiento de cada integrante. El elenco, de probada calidad, está a la altura de este importante desafío interpretativo. Cada uno de los actores simboliza a un epítome. Es la rectitud de Fausto (Marcelo Nacci), la astucia de Mefistófeles (Ricardo Cerone) y el amor romántico e ideal de Helena (Milagros Almeida). Conviven la humildad del minero (Nacho Vavassori), el sufrimiento (Amanda Bond) y la frialdad del empresario (Alejo Mango) ante el avance del capitalismo salvaje.
“Fausto en Valle Oliva” impulsa la reflexión sobre el devenir y el presente. Siempre teniendo bien en claro las prioridades y el no desviarse de lo realmente importante. De más está decir que cada paso es una toma de decisión. La importancia de la misma es vital para la existencia.
Por Cecilia Inés Villarreal