Cine: «La bruja de Hitler».

El nazismo forma parte de un imaginario argentino que va más allá del hecho histórico de haber sido refugio a los genocidas de la esvástica. Ni hablar de la aceptación de estas ideas por los racistas vernáculos. Muchos de los asesinos se refugiaron en varias regiones del país, tal como la Patagonia. A partir de este dato, la dupla Virna Molina- Ernesto Ardito creó una fábula tan sinuosa como atrapante que toca temas por demás actuales.

Corre el año 1961 y los Krauss, residentes en el sur del país, reciben a una familia nazi, prófuga de la Justicia, que tiene un prontuario que va más allá de su participación activa en las masacres cometidas en la Segunda Guerra Mundial. La lente panóptica ve todo pero se centra en especial, en los niños y adolescentes que forman parte de la autodenominada «raza superior». Más aún porque serían “el futuro” de la misma. Gretel, Hans y Emma son los emergentes de una lógica filiar que sigue adelante sin hacer autocrítica alguna. Siempre con la convicción de un fanático.

Esta línea es el punto de partida de un film exigente en tanto visibiliza un silencio y una obediencia debida claustrofóbica, disfrazada de lealtad. Jóvenes testigos y víctimas de una violencia adulta multifacética. Amores prohibidos, el “deber ser” como designio a seguir y la rabia latente frente a lo visto, con la decisión propia de hacer algo (o no) al respecto.

La cámara muestra y refleja pero no juzga. La fábula creada arrasa como las olas de un mar encrespado con la diferencia que no “limpia” nada. Los pecados son parte de un ADN que no se quiere modificar. Es más, es esa identidad indisoluble. Que debe mantenerse pura, cueste lo que cueste. Literalmente hablando. Hete aquí que los horrores perpetrados por el nazismo persistan como un estigma en la sociedad. Esto, sumado la “normalidad” en que viven dentro de una burbuja inmaculada, impermeable al mundo exterior.  La resignificación de términos e ideas como “normalidad”, “lealtad”, “respeto” inquiere a la platea frente lo visto en la pantalla. Este proceso colisiona de frente ante todo el bagaje que tiene uno de fábrica y fue adquiriendo a través del tiempo.  

Otro de los puntos a destacar es la creación de sentido que realiza. Los diálogos son exactos en su cantidad y en su profundidad. Relevantes y reveladores. La paleta de colores contribuye a la atmósfera ominosa de los vínculos. No obstante, un montaje excepcional y la certera utilización de los silencios, constituyen el alma del film. Los climas creados, son más poderosos que cualquier palabra. Un universo onírico que termina siendo mucho más fuerte que la linealidad del relato. Desde allí, apunta a la universalidad de numerosos temas que van desde los valores con los que se cría a los hijos hasta el respeto a las diversidades, pasando por el peligroso resurgimiento de una derecha aggiornada, con slogans de sensiblera emotividad y la profundidad de una pileta vacía.

No será extraño que surja cierta “incomprensión” por parte del espectador que trata de “sacarle la ficha” a una película que, justamente, busca desmarcarse de todo tipo de definición. La riqueza del film está en la inteligencia de aprehender y abrirse a lo que rompe con la zona de confort de la audiencia en tanto debe internarse en el intrigante y enriquecedor desafío de lo desconocido.

“La bruja de Hitler” es de esas películas que, probablemente, al principio no capte la atención pero deja la puerta abierta a una segunda oportunidad a medida que se va desarrollando. De repente, sin quererlo, se está en el medio de una narración cautivante y corrosiva de la que no se sale indemne. El arte modifica, suma y enriquece, con todo lo que esto implica. La entrada a este universo es de una manera determinada; la salida…vemos.

Ficha técnica.

Guión y dirección: Virna Molina y Ernesto Ardito. Título en inglés: Hitler’s witch. Con Lucia Knecht, Victoria Lombardero Có, Ema Eraso Villarino, Ulises D’atri, Eleonora Dafcik, Heinz Krattiger, Malena Villarino, Ronaldo Giss e Isadora Ardito. Año: 2022. Duración: 117 min. Género: Ficción. País: Argentina. Lugar de rodaje: Bariloche, Río Negro. Fecha de rodaje: Abril/Mayo 2021. Idioma: español y alemán. Producción: Virna Molina y Ernesto Ardito. Jefa de producción: Natalia de la Vega. Asistencia de Dirección: Pablo Aparo. Dirección de fotografía: Fernando Molina. Cámara: Martín Turnes (ADF). Foquista: Aylén López. Gaffer: Danilo Galgano. Eléctrico: Milo Sánchez Bengtsson. Dirección de sonido: Diego Martínez Rivero. Sonido directo: Lara Baldino. Vestuario: Nika Ardito. Maquillaje: Mariela García. Escenografía: Ramairas Alvareidas y Fidela Carrasco. SET: Cámara Alexa Mini y Lentes Cooke Speed Panchro S2.

Funciones

Cinépolis Recoleta (14:30 y 17:10) y Cinépolis Avellaneda (13:40, 16:10 y 18:40)

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