Festival TABA 2018. Día 1

Cataluña y México abrieron el juego con dos puestas intrigantes 

¡Se largó la sexta edición del Festival Temporada Alta de Buenos Aires (TABA)! Los signos de admiración surgen del deseo ferviente de poder ver algo que sacuda la modorra de este comienzo de 2018. Frente a direcciones/puestas que atrasan años, uno quiere ilusionarse con ver algo que conmueva y provoque algo más que un bostezo.
Por tal motivo, el doblete realizado en el primer día del TABA nos mantuvo en vilo con dos propuestas que merecen verse y son absolutamente destacables, desde lugares distintos. Nos referimos a “Pluja” y “Lo único que necesita una gran actriz, es una gran obra y las ganas de triunfar”.


En el caso de la catalana “Pluja”, nos sumergimos en un mundo de proximidad entre los artistas y espectadores. Esa conjunción enriquecedora que, cuando se produce, es única. Diversos lenguajes se combinan para crear un mundo de ensueño al que se ingresa a partir de dejar a un costado toda esa “adulta madurez” que termina siendo una armadura contra cualquier tipo de sensibilidad que nos saque de nuestro eje, en este moderno y tecnológico siglo XXI. Desde el momento en que hace la analogía de la distancia del planeta Tierra al sol, en relación a la forma en que íbamos a ver lo que acontecería en los siguientes minutos, cambia el chip interno de los presentes para ponerse en modo “sentir”.
Guillem Albà abre el juego de una puesta encantadora, de un carácter lúdico y ameno, que entabla un diálogo inmediato con el espectador. Las dulces y certeras melodías de piano, muy bien interpretadas por Clara Peya, inician un viaje donde la poética y el humor van de la mano, en perfecta sincronía. La iluminación crea climas de ensueño donde los títeres y la gestualidad de Albà construirán sentidos relatos a partir de pequeñas y contundente acciones. Titeres caminantes o nadando en aguas luminosas se funden con la música y la creación de diversas sensaciones. Todo en el tiempo justo, donde todo está en su lugar.


Pluja es una puesta artesanalmente conmovedora que apela a la imaginación más pura que tiene cada uno, en su niño interior. Una lluvia de teatro que limpia y refresca el espíritu.

Terminada la primera función, nos quedamos en la sede Boedo de Timbre 4 para la segunda puesta de la noche. Un poco de aguardiente no viene mal y ayuda –aunque no lo crean- a paliar el calor.


Con la mexicana “Lo único que necesita una gran actriz, es una gran obra y las ganas de triunfar” entramos en un tour de forcéque, en un principio, es como un buen vaso de vodka. El primer vaso quema pero el segundo pasa tranquilo. Algo similar ocurre con la obra. Visceral y con las dos actrices llevando la obra al límite de la percepción, le exige al espectador que se relacione con ella. Que no sea cómodo e intente comprender lo que ocurre en ese pequeño recinto en el que dos mujeres llevan el axioma “te amo, te odio, dame más” a alto volumen y hacia otros confines. Con “Las criadas” de Genet sobrevolando el escenario, indaga sobre el mundo y las relaciones humanas. El cómo se llevan adelante los vínculos. Esa necesidad de verbalización constante de lo que se siente con un “otro” que refleja y refracta a nuestras propias personalidades plasmadas en aquél. Tampoco es casual que se tome una obra de teatro (y en particular, la elegida), partiendo del marco de sensibilidades a flor de piel y egos diversos que tiene el ambiente artístico. Esto, será llevado hacia otros ámbitos. 
El desarrollo irá desde la forma en que  se relacionan las personas, los deseos personales y también la agresividad de las relaciones. Del “sos una gran actriz” al insulto por las características fisonómicas se pasa en menos de un segundo. Más de uno se extrañará al respecto pero ¿Qué tan diferente son las relaciones e intercambios en tiempos de whatsapp, instagram y twitter?
El olor, el lenguaje, el tacto y la necesidad constante de tener otro para comunicarse es importante en la construcción de sentido de la obra. 

Diana Magallón García y Mari Carmen Ruiz ponen sus cuerpos en escena, despojados de todo artificio junto a sus voces. Estas no paran y si lo hacen, será ese “retroceso para tomar impulso”. Arrasan y te llevan puesto. La creación de sentido es constante. Desde el marco de un camarín en el que escucha «¿Acaso hay que estudiar para actuar?» hasta ese espacio/no-lugar, que las recibe al finalizar el día. La escenografía y la iluminación conforman un tandem de precisión y calidad para el desarrollo de la puesta.

Así como la tormenta se presenta con la furia a cuesta, llegará a su fín de la manera que tiene que hacerlo. Será en el preciso instante que la experiencia ha llegado a su fín que uno se queda sorprendido, pasmado y hasta cansado por lo vivido. De más está decir que destacamos esto último porque, ¿qué sentido tiene ir a ver una expresión artística que viene completamente diluida y apta para el consumo inmediato?  Ninguno.

Por este motivo, las dos obras mencionadas exigen un poco más al espectador. Les piden, como dirían en fútbol, “hacer sociedades”, “tirar paredes” juntos en el ámbito del teatro. Pero para hacerlo y llevar todo a buen puerto, necesita del compromiso de ambos. Desde el escenario, está garantizado y desde la platea, al entrar y dejarse llevar por estos códigos, disfrutará de un momento cautivante de teatro. 

“Pluja» 

Con Guillem Albà y Clara Peya.  Creación: Marc Angelet, Andreu Martínez, Clara Peya – Guillem Albà. Dirección: Guillem Albà. Dirección musical: Clara Peya. Dramaturgia: Marc Angelet. Coreografía: Ariadna Peya. Duración: 40 minutos.

Viernes 2 y sábado 3 de febrero, 20.30 hs y domingo 4 de febrero, 18.30 hs. Timbre 4. Sala Boedo. 

“Lo único que necesita una gran actriz, es una gran obra y las ganas de triunfar”. 

Con Diana Magallón García y Mari Carmen Ruiz. Dirección: Damián Cervantes. Compañía: Vaca 35, Teatro en grupo. Duración: 50 minutos.

Viernes 2 y sábado 3 de febrero, 21.30 hs. Timbre 4. Sala Boedo.

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