Ayer sábado se pudo ver la segunda presentación en ocasión de esta onceava edición del FIBA (Festival Internacional de Buenos Aires). El viernes había sido el debut de la puesta que contó con el diálogo con el público, moderado por la prestigiosa periodista de cultura y espectáculos de Telam, Laura Ferré.
Tras el consabido apagón, las luces se van enciendo de a poco. Dos hombres de traje hablan en italiano con la boca atada previo a la irrupción de una tropilla de caballos salvajes dan cuenta de su libertad. Es el preludio de la vorágine de música, danza e imágenes que se vendrá. Un viaje onírico a través de los sueños. Varios idiomas se entremezclan. Un poco de inglés, otro de italiano y francés, también portugués, amén del castellano que es el que nos atraviesa.
El sueño como tema recurrente en medio de un mundo de hombres donde lo visceral y lo salvaje se manifiestan en primer plano. Dolor, pasión y visceralidad en el marco del frenesí bien dosificado y la inspiración en dos cuentos de Julio Cortazar (“Acefalía” y “Cuentos sin moraleja”) para plasmar en un video.
Las coreografías son de gran calidad y dan cuenta del virtuosismo de los bailarines que saben combinar la potencia física como la plasticidad y gracia de sus movimientos en los momentos que son requeridos. Tal es el caso de los vuelos de esas aves con rumbos desconocidos o la búsqueda de esa media naranja que atravesará cualquier tipo de prejuicio al respecto. Para tal fin, la música de Byrne le calza como anillo al dedo. Más aún cuando el ex Talking Heads se había adentrado en la experimentación con la música latina. La apertura hacia otros ritmos también permite el disfrutar de la mixtura con sonidos funkys, trompetas remixadas, guitarras flamencas o algún toque en la línea de Morcheeba.
Al día de hoy -dieciocho años después de su estreno-, quizás le sobren algunos minutos a la puesta. Además, alguno se enojará por el hecho que no haya traducción. Al respecto, preguntaremos si es necesario esto y diremos que si. No todos tienen acceso a aprender un idioma por lo que estaría bueno vivir la experiencia completa. Si queremos prescindir de la traducción, sacamos la vista de la pantalla pero al menos, hay que brindar esa oportunidad. Si el arte intenta ser inclusivo, no se le pueden escapar estos detalles que, por mínimos que parezcan, afectan a esa cuestión.
Esto no quita que sea toda una experiencia el presenciar “In spite of wishing and wanting”. El público se retira conforme con lo visto. Afuera, el viento arrecia poniendo en duda que el mes sea octubre.
Nuestra próxima cita con el FIBA será el próximo 20 de octubre para ver “Five easy pieces” en el Centro Cultural 25 de Mayo, a las 21.30 hs.