FIBA 2017: “La Partida”. Fútbol y danza en los márgenes

Autoría y dirección: Vero Cendoya. Música, dirección musical y diseño de sonido: Adele Madau. Con Natalia D’Annunzio, Linn Johansson, Tina Halford, Macarena Astudillo, Alik Santiago, Babu Cham, Elias De la Torre y Gastón La Torre. Diseño de vestuario: Kike Palma, Esther Muñoz y Viviane Calvitti. Producción: Vero Cendoya y Francesca Ceccotti. Coproducción: Fira de Teatre de Tarrega y Centro Coreográfic El Graner. Duración: 55’.

Lunes 16 de octubre. Manzana 30, Villa 20. A las 16 hs.

En esta onceava edición del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), las sedes llegan a ser treinta y ocho en los distintos confines de la Ciudad de Buenos Aires para albergar diversas propuestas. En algunos casos, se producen cruces tan ricos como atractivos. Tal es el caso de “La Partida”, una creación de la directora y coreógrafa catalana Verónica Cendoya en la que cruza al fútbol con la danza en lugares poco convencionales. Por tal motivo, ayer domingo 15, nos tomamos el colectivo 114 para ir al Club Atlético Virgen Inmaculada, ubicado en Mariano Acosta y Pasaje C, justo al lado de la capilla del mismo nombre.

Llegamos un rato antes del comienzo de la función, junto con Azucena Joffe, colega del portal Luna Teatral. Dos niñas y un chico juegan a la pelota en la entrada de la iglesia. El club y el barrio nos reciben con amabilidad. Compramos unas galletitas en un almacén y apenas abren la puerta de la cancha, nos sentamos en una grada -«la popu»- al costado. El clima es templado, con un calorcito ideal para ver una puesta que resulta intrigante a primera vista. ¿Fútbol y danza? ¿Hombres enfrentados, balón de por medio, con mujeres? Como buen futbolero y jugador de este deporte, uno se pregunta como se llevará esto a cabo.

Pasadas las 16 hs, sale el árbitro del cotejo para ver que estén dadas las condiciones para el inicio del cotejo. Justo enfrente de donde estamos ubicados, se ve a las hinchadas de los equipos que jugaran en el marco de la puesta. Color rojo y blanco (parecida a la del Athletic de Bilbao o el Atlético de Madrid) de un lado se enfrentan a quienes tienen remera blanca y negra. Mujeres y hombres respectivamente, juegan al futbol esperando el pitazo del colegiado.

De a poco, va llegando gente al club. Con sillas y “pufs” con forma de pelota, se sientan algunas familias. Varios chicos y chicas se sientan en el piso al borde de la cancha. Más de uno saca su celular y filma. Algunos mirarán desde arriba de un techo o a través de una ventana. Ese es el fenómeno del futbol que atrae multitudes. Más en este caso, en un partido entre los sexos y un árbitro de decisiones tomar, con una personalidad por demás particular.

Suena el pitazo inicial y la pelota inicia su recorrido. Con una música excelentemente pergeñada por Adele Madau, el partido se desarrolla con intensidad, captando la atención de los presentes. La música abarca distintos estilos, con una excelente selección de canciones y el violín interpretado por la misma Madau que brinda un ambiente tan atractivo como hipnótico. Los movimientos coreográficos son precisos. Con un mix de agilidad y gracia, la danza toma del fútbol algunos de sus movimientos. Por ejemplo, las “cortinas” que hacen los jugadores para habilitar a un compañero, las gambetas o el “aguantar” la pelota con el cuerpo frente a la marca del adversario.

Diversas razas, nacionalidades, religiones y sexos unidas a través un partido donde la sutileza de la danza y la pasión del fútbol se expresan de manera exacta. Pero en el marco de este partido tan particular, no dejan de ocurrir algunas incidencias propias de un partido profesional. Las discusiones con el árbitro y entre los jugadores, la relación con la hinchada, los goles o la interrupción del juego se llevan a cabo pero con poesía y una realidad que irá más allá del campo de juego. La lucha por los derechos de las mujeres se toca de manera tan poética como contundente. Trabajar y/o ser madre como si fuera la duda de Hamlet cuando en realidad es un derecho como tal. Con orgullo y sin culpas. ¡Y si hay que salir del campo para ser madre, se hará!

El machismo y los prejuicios juegan su propio partido. Será el árbitro quien se encargue de hacer un alegato en pos del respeto y la erradicación de la homofobia. Su reconocido uniforme negro pasará a tener colores más brillantes al tiempo que danzará en pos de esa igualdad tan deseada. El partido llega a su fin. El resultado principal es haber brindado un espectáculo de calidad, que busca mostrar y dar su punto de vista a flagelos que son parte de la sociedad, siendo la cancha –lamentablemente- un reflejo de la primera. Parafraseando al Más Grande de Todos en el universo de la redonda, “no manchemos la pelota” con el racismo, el prejuicio y la discriminación.

“La partida” es un partido de futbol-danza con sus reglas propias. Único en su estilo y concepción, abre los universos de la danza y el fútbol a todas y todos aquellos/as que vean en estas disciplinas, una nueva forma de enriquecerse a nivel personal asi como al acervo cultural de distintos pueblos.

Tras el partido, la prestigiosa coreógrafa argentina Andrea Castelli coordinó la charla con Verónica Cendoya, creadora de “La Partida” (foto de arriba). De a poco se acercó el elenco. El diálogo era interesante y permitió escuchar todas las voces de quienes formaron parte de la obra. Esto incluyó a los voluntarios –chicos del lugar donde se desarrolla la obra- que participaron en la organización y producción de la puesta en el lugar donde se desarrolló.

El clima es distendido y de curiosidad frente a lo vivido hace algunos minutos. Inclusive, algunos de los jugadores reciben el cariño de los chicos que vieron el partido. Risas y complicidad entre público y artistas.

Termina la función de “La partida”. De a poco se levantan las sillas tras la charla con el elenco. Llevar el teatro a los márgenes de la sociedad siempre es una apuesta al futuro de la cultura y al enriquecimiento personal y espiritual de la gente. El chico que se sentó junto a dos de los futbolistas-bailarines en la charla o esas niñas que miraban con asombro la plasticidad de esas mujeres con remeras a rayas en el marco de la danza son apuestas a futuro. Implica estar presente donde se necesita. Esta vez, con una obra de teatro de calidad. A futuro, esperemos que sea mediante la realización de políticas culturales serias. La cultura es una inversión –y no un gasto- para la calidad de vida de los habitantes de una ciudad o un país.

Lunes 16 de octubre. Manzana 30, Villa 20. A las 16 hs.

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