“Frida. ¡Viva la vida!” (Teatro)

Más allá del poster

Dramaturgia: Humberto Robles. Actuación: Laura Azcurra. Peinados y maquillaje: Ana Paula Amaya. Diseño de arte: Sofía Davies. Diseño de luces: Horacio Novelle. Operación técnica y asistencia: Ailen Constantino. Fotografía: Nacho Lunadei. Diseño gráfico: Nahuel Lamoglia. Producción: Poncho Teatro. Producción general: Geluk. Dirección: Julia Morgado.

Teatro Picadero – Pje. Enrique Santos Discépolo 1857. Viernes, 22 h.

Suele haber personajes históricos que, a través del tiempo, logran un aura de aceptación que los transforma en íconos dignos de ser llevados en remeras, como mínimo. Esta masividad hace que, en ocasiones, se caiga en banalizaciones varias que invisibilizan la obra propiamente dicha del personaje en cuestión. Frida Kahlo es uno de ellos.

En este caso, la reconocida artista mexicana aparece preparando una cena en el Día de los Muertos. Una mesa ocupa el centro de la escena. Se ven vasos, cucharas y demás adminículos para cocinar. Un mameluco aparece colgado, en reemplazo de su amado Diego Rivera, es uno de los tantos personajes que forman parte de su universo.

A partir de una verborragia bien dosificada, Frida va y viene en los distintos hechos que han formado parte de su vida. Siempre con la poesía y elocuencia de quien ha hecho de la resiliencia una de sus banderas. Otra es el orgullo de pertenencia a su pueblo y sus ideas políticas, que mantiene a través del tiempo, sin callarse la boca. La reivindicación femenina y feminista es visible, como no podría ser de otra manera, pero no cae en lo didáctico ni en lo panfletario.

Igualmente, todo se sostiene por una Laura Azcurra de excepción. Con un estudio pormenorizado del personaje (¡hasta el acento mexicano suena natural!), logra una composición de calidad que va más allá del mito de Frida. Se la aprecia humana, con sus virtudes y defectos, miedos y fortalezas. Era bajarla del poster, con el carisma que le es propio.

Contestataria y talentosa, única e irrepetible, “Frida. Viva la vida!” visibiliza la vida y obra de una artista que ha sido encorsetada en un molde que, en ocasiones, termina conspirando contra su verdadero legado. De los mejores homenajes que ha recibido.

A pie de página.

En la función, justo delante nuestro, hubo un matrimonio adulto que, tras el pedido de apagar los celulares, hicieron caso omiso y comenzaron a sacar fotos. Ante el pedido de quienes estábamos sentados detrás y algún impacto en su butaca con el pie, aflojaron con su capricho. También ayudó mucho el que una asistente los señalase con un puntero láser. Sinceramente, harta la impunidad del colectivo denominado «público» para hacer lo que se le canta. Un combo indestructible de ignorancia, soberbia y falta de respeto. Una «futbolización» del público de teatro que, con el paso del tiempo, parece no tener fín. #Asco

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