Jardín Fantástico (Teatro)

Un terreno fértil para crecer
 
Texto y dirección: Agostina Luz López. Con Antonia Brill Perrotta, Catalina Burak, Sofía Guerschuny Pesci, Giulia Heras, Jacinta Perez Berch, Carolina Paula Rojas, Catalina Pietra, Noah Salamanca Tola, María Luz Silva y Lina Ziccarello. Vestuario: Mariu Fermani. Arte: Mariana Tirantte. Asistente de arte: Imanol López. Luces: Leandro Orellano. Video: Vladimir Durán y Maximiliano Passarelli. Asistencia de video: Sofía Martínez Durán. Fotos: Ignacio Iasparra y Mariana Papagni. Foto de afiche: Mariana Papagni. Diseño gráfico: Catalina Perez Andrade. Asistencia de dirección y colaboración dramatúrgica: Ana Montes. Producción: Poppy Murray.

Zelaya. Zelaya 3134. Sábados y domingos, 18 hs.
 

La adolescencia suele ser un territorio poco explorado por el teatro. Inclusive, es una franja etaria en la que –pareciera- no hay muchas alternativas que las interpele. Desde ese lugar, “Jardín fantástico” parte de esta etapa de la vida para crear una puesta bucólicamente sensible y poderosa.
Como si fuera una de esas fábulas que generaciones previas leía/escuchaba, Agostina Luz López la lleva a la práctica en un lugar como Zelaya, que le calza como anillo al dedo. Desde el momento en que el público ingresa a este espacio, se ve envuelto en un ambiente intrigante. Ese pasillo pleno de vegetación esconde más de un secreto. Las jóvenes que surcan esa escena natural tienen mucho por decir. Cada palabra parte desde su personalísimo universo, lleno de preguntas, dudas y por qué no decirlo, ilusiones.
 
Si bien los recorridos en formato teatral se han puesto de moda con resultados diversos, en este caso, es tan preciso como necesario. El desplazamiento al que se invita, logra que el espectador viaje por distintas sensaciones que impactan de diversa manera, dependiendo de su permeabilidad a nuevas experiencias. Dicho esto, teniendo en cuenta el desarrollo armónico y delicado de las acciones, los diálogos y silencios logran su cometido. La reflexión aristotélica del inicio del paseo, arriba de un árbol de numerosas ramas, es una metáfora de la misma existencia, que se abre con esas incógnitas previas a encarar el ingreso a la caverna de la propia vida.   
La construcción de sentido es constante. El mito de Narciso reflejado en una pileta lo vuelve poéticamente real, que va más allá de sumergirse en el mismo. Una habitación linkea con la infancia mientras pide retrasar un poco el paso inexorable del tiempo para cobijarse con los recuerdos propios que, todavía, habitan cada ser.
Hete aquí que el golpe de poesía impacta con el triple de contundencia. Jóvenes que disparan ideas y reflexiones sin prisa pero sin pausa, con los silencios exactamente ubicados. La creación de imágenes es constante ya sea dormidas alrededor de una pileta o como frutos crecientes de un árbol que puede remitir tanto a la Antigua Grecia como a una película de Sofia Coppola.
Las actuaciones privilegian el todo más que la suma de las partes, en pos de un objetivo colectivo de obtener una pieza disfrutable de principio a fin. El impacto variará de acuerdo a las vivencias de los espectadores así con la identificación con las actrices.
 
“Jardín fantástico” hace honor a su nombre. Es más, la resignificación de lo percibido continuará después de haber dejado Zelaya, trascendiendo cualquier tipo de límite de edad. La mente y el corazón abierto serán pilares fundamentales para que la puesta pergeñada por Agostina Luz López encuentren terreno fértil para crecer.

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