La Alegría de Copérnico (Teatro)

Mucho más que dos


Dramaturgia: Federico Ibarra. Con Coral Gabaglio y Federico Ibarra. Escenografía: Umbra Colombo, Coral Gabaglio y Federico Ibarra. Diseño de luces: Javier Rincón. Sonido: Maxi Burgos. Operación de luces: Daniel Aimi. Fotografía: Paula Maniglia. Diseño gráfico: Guadalupe Lobo. Asistencia de escenario: Jimena López y Rita Miranda. Producción ejecutiva: Jimena Veiga. Producción: Pili Ortiz. Dirección: Umbra Colombo.

Teatro El Popular. Chile 2076. Viernes, 21 hs.


En el marco del teatro porteño, hay puestas que, necesariamente, exigen un compromiso mayor al espectador. Más que nada, cuando utiliza la poesía como arma fundamental para la construcción de una puesta que irá decantando a través del paso del tiempo. Tal es el caso de “La Alegría de Copérnico”. En el medio de un basural, lleno de bolsas de consorcio, Copérnico busca alguna forma de salir al tiempo que Alegría es pasional y más próxima a las cuestiones referidas a los sentimientos. Entre ellos se establecerá una relación que mutará a través del tiempo, con diálogos ricos en alusiones a una vida cotidiana, vacía y “moderna”. Por ese motivo, es fundamental trascender la literalidad de las palabras y el contexto en el que se desarrollan los acontecimientos. ¿Acaso nadie se sintió en el medio de un montón de basura, buscando salir al tiempo que pedía por esa dosis de regocijo y felicidad? De esta manera, la puesta no brinda respuestas sino que abre preguntas a quien se anime a ver los interrogantes planteados. “Should I stay or should I go” preguntaban los Clash y este mismo planteo atraviesa la obra. ¿Quedarse o salir? ¿Búsqueda o estancamiento? ¿Riesgo o comodidad? Desde este lugar es como los mismos protagonistas van modificándose ante la situación planteada, ya sea endureciendo su posición o mutando en otra forma. Allí es cuando la falta de alegría termina transformando la situación en una paradoja debido a que se busca lo que se tiene pero sin percibirlo.


Si bien la puesta cuenta con una cuidada escenografía de bolsas de basura, es fundamental, en la concepción de los personajes, la movilidad de cada uno de ellos. Alegría se mueve constantemente en un mar de bolsas (¿Vidas pasadas? ¿Ilusiones rotas?), con una combinación de movimientos plásticos y cómicos. Se cae, se levanta, salta y nada entre los residuos, pero sin perder nunca la gracia. En cambio, Copérnico se mantiene erguido, serio alquimista que se muestra como una especie de Napoleón en Santa Elena, planeando batallas pero sin ejército.

Coral Gabaglio es una Alegría sublime y atrapante desde un personaje tierno e inquisidor en tanto pregunta desde el sano deseo de no resignarse ante un destino que no es de los más favorables. Federico Ibarra es un correcto Copérnico que busca, intenta pero no puede -¿quiere?- de ese mundo de bolsas y tinieblas donde siempre espera que pase –literalmente- algo que lo saque de ese lugar.


“La Alegría de Copérnico” es una puesta intrigante para aquél que quiera descubrir paso a paso, palabra por palabra, los mil matices de una obra de calidad.

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