Amadeus (Teatro)

El ying y el yang


De Peter Schaffer. Versión: Federico González Del Pino y Fernando Masllorens. Con Oscar Martínez, Rodrigo de la Serna, Verónica Pelaccini, León Bara, Guido Botto Fiora, Juan Carrasco, Gerardo Chendo, Ana Fontán, Diego Jaraz, Jorge Priano y Paula Trucchi. Diseño de vestuario: Mini Zuccheri. Diseño de escenografía: Alberto Negrín. Diseño de luces:    Albert Faura. Fotografía: Sisso Chouela. Comunicación visual: Gabriela Kogan. Asistencia de escenografía: Lucía Kazanietz y José Ponce Aragón. Asistencia de vestuario: FlorencIa Antacle. Asistencia de dirección: Sebastián Polito. Producción gráfica: Romina Juejati. Producción ejecutiva: Carla Carrieri y Damián Zaga. Producción: Eloisa Canton, Pablo Kompel y Bruno Pedemonti. Dirección de Producción: Ariel Stolier. Supervisión de sonido: Pablo Abal. Dirección técnica: Jorge Pérez. Dirección: Javier Daulte.

Teatro Metropolitan City. Av. Corrientes 1343. Miércoles, jueves y domingos, 20.30 hs; viernes, 21 hs y sábados, 19.45 y 22.30 hs


Vuelve la sempiterna rivalidad entre el genial Wolfgang Amadeus Mozart y el compositor de la corte del emperador Joseph II de Austria, Antonio Salieri. La puesta parte de la suposición que Salieri envidiaba tanto a Mozart que fue quien, a través de distintas tácticas, lo puso al borde del colapso, para finalmente, envenenarlo.


Con estas cartas sobre la mesa, se pone en escena un texto que cuenta con la particularidad de presentar a ambos protagonistas de manera muy esquemática. El Mozart que diagrama Peter Schaffer es un niño grande, infantil y burdo en sus acciones, para dar paso luego a un crecimiento obvio por el transcurrir del tiempo. No obstante, esto no afecta para nada la interpretación de Rodrigo de la Serna, en la piel del genio de la música. La manera en que De la Serna lleva a su Mozart a través del tiempo, es de gran calidad. Desde la frescura de sus primeras apariciones a la oscuridad que lo envuelve en sus últimos momentos, todo pasa, sucede y ocurre en la piel de De la Serna. Histrionismo en su exacta medida al tiempo que da cuenta de la decadencia que transita su personaje.

Por otra parte, Oscar Martínez da vida a un Salieri exacto, donde la envidia y los celos son palpables al mismo tiempo que la admiración por el talento inalcanzable del austríaco. Al igual que con De la Serna, Martínez hace vivir y sufrir a su personaje, al tiempo que es quien lleva el relato de la puesta en todo momento. Es quien cuenta lo que pasó y lo que él sintió, entrando y saliendo constantemente de la puesta, para relatar lo acontecido. Martínez lleva la intriga y el dramatismo de las situaciones a su máxima tensión. Su Salieri de dos caras es rico en los matices que presenta y su lucha interna por el camino que ha decidido transitar. 

Si bien el texto fue adaptado, con el fin de ganar agilidad en su desarrollo, lograría un grado mayor de dinamismo con algunos minutos menos. Paradójicamente, en una obra basada en la historia de uno de los grandes genios de la música, se escucha poca música, salvo en algunos momentos, pero con un carácter meramente ilustrativo.

La puesta cuenta con un elenco sólido, con nombres de probada sapiencia pero que están supeditados al peso que tiene la puesta en las dos figuras centrales.

La escenografía cuenta con un amplio diseño –sería el interior de un piano- que permite el cambio de ambientes con pocos movimientos. Lo único que ocupará el centro de la escena, en algún momento, será un piano que sube y baja en el medio del escenario. El vestuario es de muy buena factura, poniendo en tiempo y espacio el devenir de los hechos.


“Amadeus” cumple con lo prometido a partir de las actuaciones de Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna. 

PD: Estaría bueno aflojar un poco con los títulos grandilocuentes como «La historia más atrapante de todos los tiempos» o «el acontecimiento teatral del año». Es entendible la necesidad de los productores de «vender» las obras al público pero ya cansa ver lo mismo en varias puestas que, pareciera, terminan imponiendose más por «portación de camiseta» (o de bombardeo publicitario) que por otras cuestiones.

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