Iluminada y eterna.
Dramaturgia y dirección: Martina Cabanas Collell. Con Federico Buso y Magela Zanotta. Locutor: Jorge Gentile. Diseño de Iluminación: Txell Cabanas. Diseño de Escenografía: Ana Chung Oré. Fotografía: Gerardo Serre y Franco Verdoia. Diseño Gráfico: Franco Verdoia. Asistencia de Dirección: Camila Fische, Nuria Orellana Ortega. Producción Ejecutiva: Zoilo Garcés. Prensa: Adriana Schottlender. Redes Sociales: Juani Romero @lacurva.teatro. Relaciones Públicas: Karina Hepner
Espacio Callejón. Humahuaca 3759. Domingos, 17 h.

Hay temas que, en ocasiones, suelen tener “mala prensa” o se los mira de costado. Tal es el caso del amor. En su momento, el mismísimo Paul Mc Cartney hizo su descargo al respecto. “Pensas que el mundo tuvo suficiente de tontas canciones de amor. Pero miro alrededor y no lo veo asi. Hay gente que quiere llenar el mundo de tontas canciones de amor. ¿Qué tendría de malo eso? Así que, ahí voy de nuevo. Te amo”.
Algo de eso hay en la historia de Ángel, un hombre que vive con su tortuga, a la espera de su amada Teresa. Igualmente, la que llega es Lina, una abogada en pleno divorcio a la que se le quedó el auto y necesita ayuda. Será en el encuentro entre estos dos seres, de corazón roto, que se establecerá un vínculo de comprensión ante las desventuras de la vida. Lo realmente notorio es el optimismo de Ángel, dotado de una paciencia tan eterna como conmovedora, ante el próximo arribo de su amada.
El texto concebido por Martina Cabanas Collel goza de esa contundencia que brinda la simpleza de la escritura precisa. Con la poética de imágenes y situaciones por demás reconocibles, toma por asalto a los espectadores. Nadie puede sentirse no interpelado por ese sentimiento tan genuino de espera por la persona a quien uno ama. Los miedos y las ansias por abrazar, besar o simplemente, mirarla a los ojos. Será allí donde se manifieste la potencia de lo escrito. Una implosión tan única como personal en los presentes.
La escenografía, tan austera como certera es consecuente con un texto que se abre de a poco. Se muestra, prácticamente, en sincronía con los hechos de la vida de este hombre, más allá que su conducta sea un tanto sinuosa en su relación con la realidad. Allí, será la iluminación la que marque el ritmo del compás teatral. La química entre la dupla actoral es más que palpable, potenciada por una dirección exacta, que deja que el humor también tenga su momento.
Las emotivas actuaciones de Federico Buso y de Magela Zanotta son la cereza del postre. Zanotta es de esas actrices sólidas, que siempre están “bien” y brillan cuando la puesta acompaña su talento. Es lo que ocurre en esta ocasión. Su “Lina” es un mundo de sensaciones con pies que va y viene, buscando su destino frente a una separación en ciernes y una –quizás- nueva oportunidad en su vida. En cambio, Federico Buso se luce al llevar adelante dos personajes desencontrados aunque con una conexión tan fuerte que trasciende el tiempo y el espacio.
Cautivante de principio a fín, “La curva del tiempo” se convierte en un oasis de sensatez y sentimientos en formato teatral. En tiempos de liberotarismo, en que la crueldad y el egoísmo parecen estar de moda, cada momento en que el amor sea puesto en primer plano, merece disfrutarse.