La débil mental (Teatro)

Texto: Ariana Harwicz. Idea: Cristina Banegas. Adaptación: Cristina Banegas, Claudia Cantero e Ingrid Pelicori. Con Claudia Cantero e Ingrid Pelicori. Vestuario y escenografía: Pia Drugueri. Peinados y asesoramiento de maquillaje: Luar Pepe. Diseño sonoro y entrenamiento vocal: Carmen Baliero. Redes Sociales: D&D. Diseño De Iluminación: Fernanda Balcells y Eli Sirlin. Fotografía: Alejandra Lopez. Diseño gráfico: Laura “Chichi” Rosemberg. Asistencia de dirección: Ana Kowalczuk. Producción ejecutiva: Rosalía Celentano y Valentina Varela. Producción En Gira: Ale Garcia. Coreografía: Quillen Mut. Dirección: Carmen Baliero. Duración: 70 minutos.

Area 623. Pasco 623. Martes 20.30 h.

Hay puestas que son tan incómodas como ricas en sus planteos, más allá de la calidad técnica de las actuaciones, dirección, etc. La pluma de Ariana Harwicz es llevada a las tablas desde hace un tiempo. Ocurrió con el excelente unipersonal “Matate amor” (por el cual Erica Rivas ganó el premio Luisa Vehíl a Mejor Actríz) y la vigente “Precoz”, que hoy se puede volver a ver. Al día de hoy, una trilogía imperdible.

El caso que nos compete ahora es el de “La débil mental ”, con dirección de Carmen Baliero y l4as actuaciones de Ingrid Pelicori y Claudia Cantero que representan a una madre y una hija con una relación caótica. Los vaivenes de un vínculo difícil en el que nadie está a salvo de herida alguna a partir de los posicionamientos de cada una frente al mundo y a la otra. Una relación simbiótica que deja daños colaterales a sus almas. Cuentas pendientes que quedarán como “incobrables” en el balance de la vida.

El espacio despojado en el que se desarrollan los acontecimientos se condice con la verba arrolladora de las protagonistas. Una madre que no se reconoce como tal ni quiere serlo por más que la consecuencia de dicha condición esté frente suyo. Es más, se le planta, con una conducta refractaria. Como no podía ser de otra manera, ambas se aman y se odian. Se necesitan y se toleran, pero ¿se respetan? Siempre teniendo en cuenta la diferencia que hay entre ambos términos. Comparten el mismo espacio, con los cuerpos próximos por lo que la claustrofobia y la saturación del ambiente empieza a sentirse en los cuerpos de quienes son testigos de este intercambio furioso.

La crudeza de las palabras trasciende lo sórdido para dar pie a una poética alejada de los cánones establecidos. No es condición sine qua non que deba mantener un caríz de sensibilidad determinado. Es más, puede indagar por otros caminos sin que le quite un ápice de poesía.

La mirada femenina es fuerte y descarnada. Saca a la palestra miedos y fortalezas en tanto modelos en pugna. La construcción de individualidades fuertes en marcos desfavorables a sus existencias al tiempo que la sociedad exige lo que no se puede obtener. El “amor romántico” queda jaqueado en relación con el “deber ser” y la mirada externa. Inclusive, la interna en tanto ellas tienen conciencia de lo que expresan y la forma en que lo hacen.

El papel de los hombres es por demás relevante, en tanto presencia y ausencia y como se manifiestan ambas. La presencia inquietante de ese objeto de deseo se instala como otra cuña más en sus vidas y las consecuencias que puede tener a futuro.

Al principio habíamos dicho que era una puesta “incomoda”. ¿Por qué? Por el simple hecho que es llevado a través de un frenesí escénico en el que no todos los espectadores van a comprender. La visceralidad de las actuaciones de la consagrada dupla Pelicori-Cantero, tensiona el ambiente al máximo. Cada una de sus palabras y expresiones, lleva un texto de una gran profundidad en sus múltiples planteos. Es ahí donde esa montaña rusa invisible pero bien palpable, cuenta con un nivel de exigencia importante. No sería nada raro ver a un espectador sentado en la punta de la silla, atento a cada movimiento que ocurre, para después retraerse al mismo. Y así, sucesivamente.

La iluminación y la escenografía crean esa atmósfera sofocante que sirve a los propósitos de la dirección que decide no bajar la velocidad –a lo sumo, un “rebaje”- en que se enmarcó la puesta. Es una decisión arriesgada -que se aplaude- en tanto no hay descanso pero que implica una creación de sentido importante.

De alguna manera, podría ser una especie de “complemento” (u otro Lado A) a la mencionada “Precoz” en tanto cantidad de personajes, la relación entre ambos y el posicionamiento frente a un espacio exterior hostil. La diferencia, quizás, es como se paran las dos parejas filiales ante los acontecimientos y la manera en que se les hace frente.

Termina la función y se escucha una especie de exhalación profunda, previa al aplauso sostenido por lo visto. El viaje concluyó y tuvo varias paradas en las que la rapidez no implica que se haya tomado los temas a la ligera. Por el contrario, debido a esa seriedad, surge la necesidad de “bajar”. Con una puesta fuerte y poderosa, “La débil mental” no deja cimiento sin sacudir de estructuras anquilosadas. Llamese crianza, educación o normas sociales. Todo entra en el debate posfunción el cual certificará la calidad de visto (y vivido) minutos antes.

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