“La memoria que somos” (Teatro)

Retazos de existencia que nos constituyen

Dramaturgia: Compañía Las Berlinesas. Con Mariana Del Pozo y Corina Sztryk. Diseño de escenografía: Julieta Capece. Diseño sonoro: Federico Marino. Realización escenográfica: Julieta Capece y Juan Teodoro. Redes Sociales: Juana Tabares. Diseño De Iluminación: Soledad Ianni. Fotografía: Constanza Niscovolos. Diseño gráfico: Laura Tavacca. Asesoramiento En Comunicación: Fer Blanco. Producción: Compañía Las Berlinesas. Co-producción: Moscú Teatro. Dirección: Lali Fischer y Luciana Taverna. Duración: 65 minutos

Moscú Teatro. Ramirez de Velasco 535. Sábado, 19 h.

Por Mariana Turiaci

¿Qué es la memoria? Podría haber tantas respuestas a esta pregunta como personas en el mundo. Para cada uno, podrá representar algo diferente pero lo cierto es que la memoria inevitablemente nos constituye como seres humanos.

Sobre este tema navega una puesta que todos los sábados a la tarde, emociona a más de un espectador en Moscú Teatro. Aquí, Mariana y Corina son dos amigas que, desde hace más de 20 años, comparten la Navidad. Crecieron juntas y, de alguna manera, también son familia. El gran inconveniente surge cuando una de ellas pierde la receta de la Periquita, una histórica torta que solía preparar su abuela para las fiestas, un verdadero clásico de esas fechas. A partir de acá ambas comenzarán un viaje por los recovecos de la memoria que las llevará desde la infancia hasta el presente.

En ese recorrido aparecerán sus padres, las abuelas, los juegos de la niñez, las anécdotas del barrio entrelazándose en una dinámica lúdica en que los personajes parecen estar jugando como cuando eran pequeñas. Pero, alejándose de una mirada puramente nostálgica, rememoran situaciones de su vida adulta construyendo así una trama de recuerdos que forman parte de quiénes son hoy.

La puesta minimalista sorprende a medida que pasan los minutos. El armario que está ubicado en un costado del escenario, se irá convirtiendo en una pieza fundamental del relato. Los objetos que salen de allí cuentan la historia. La cartera de mamá con su misticismo y olor a cuero característico, el tapado de las salidas nocturnas, el delantal de la abuela, el teléfono de línea cuyos números aún se recuerdan. La memoria está ahí, en esa materialidad que ha constituido la vida cotidiana.

El trabajo de las actrices se destaca por una gran conexión entre ellas. Hay entrega y emocionalidad a flor de piel que provocan la empatía de la platea. Imposible no identificarse con sus anécdotas que, en parte y salvando las distancias, son las de todos los presentes. La excelente dirección se vislumbra en el ritmo preciso para cada momento: veloz en algunos, pausado en otros y en el recorrido de los cuerpos y las voces en el espacio. El texto resalta por su belleza contando con su propia poética, situaciones que tocan las fibras más íntimas.

La memoria tiene sus vericuetos. A veces es difícil recordar y en otras, no queremos hacerlo porque nos duele. En algunas situaciones, basta una palabra, un aroma o un objeto para que la imagen asociada aparezca. La memoria es también luz y oscuridad. Es parte constitutiva de nuestra identidad, es pasado, presente y futuro. Es la vida misma y las experiencias que nos han marcado. Alegría y tristeza, dolor y nostalgia, se inscribe en el cuerpo, en los olores, en las texturas, en los sonidos, en cada uno de los sentidos. Es todo esto y mucho más. «La memoria que somos» lo lleva a escena de tal forma que salimos transformados. 

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