Secretos de padre e hija
Dramaturgia: Furio Bordon. Versión y dirección: Federico Luppi. Con Federico Luppi, Susana Hornos y Nehuen Zapata. Manipuladores: Gustavo Garavito. Vestuario y Escenografía: Nicolás Nanni. Iluminación: Adriana Antonutti. Peinados y Maquillaje: Néstor Burgos. Música: Ivan Nilson. Fotografía: Akira Patiño. Diseño gráfico: Sergio Calvo. Asistencia general: Tony Chavez y Eliana Sanchez. Asistencia de dirección: Milagros Plaza Díaz. Producción ejecutiva: Susana Hornos y Pablo Silva.
Teatro El Picadero. Enrique Santos Discepolo 1857. Domingos, 18.30, lunes, 21 hs.
Las relaciones entre padre e hija siempre fueron motivo de discordia. En este caso, Ana es una psicóloga infantil que recibe a su padre en su casa. Éste, un actor reconocido que ha transitado por todo lo que le puede brindar su profesión, aparece con la corona de Ricardo III, al tiempo que entabla un diálogo con su hija, después de mucho tiempo sin relacionarse. Es en el diálogo entre ellos donde reside la riqueza de una puesta con un fuerte contenido que alude no solo a la particularidad de la relación padre-hija sino también al abuso sexual y el abandono que sufren muchos niños por parte de los adultos. El diálogo entre ambos tendrá momentos de humor, más cercanos al sarcasmo, donde la ironía se hace presente para arreglar cuentas del pasado, donde hubo una noche en que se quebró definitivamente el vínculo entre padre e hija, motivando que ésta abandone definitivamente el teatro para volcarse en la psicología, con el fín de ayudar a niños con problemas emocionales en relación con sus padres.
En ese momento, se produce el quiebre en la puesta con la irrupción de un paciente de Ana que, abrumado por sus propios fantasmas, desea dar un último paso. La voz de este adolescente, en una especie de monólogo, será la que represente a esos niños de gritos mudos frente a un mundo de adultos que los maltrata de las más diversas maneras.
La puesta atrapa a partir de un texto muy bien versionado y dirigido por el propio Luppi, que mantiene la tensión todo el tiempo, sin caer en golpes bajos. Las actuaciones de Luppi y Susana Hornos sobrellevan con holgura la puesta en sus momentos iniciales y medio. La presencia escénica de Luppi es muy fuerte y su sapiencia le permite crear a un padre de varias aristas a descubrir, aunque esto esconda algún secreto no revelado. Por su parte, Susana Hornos es una grata sorpresa al dotar a su Ana, de esa sensibilidad que combina el dolor de no poder querer a un padre al que, en el fondo, ama y admira. No obstante, es un tanto forzada la forma en que aparece Nehuen Zapata, el adolescente en la obra. Además, no lo ayuda su tono “claro”, de “locutor” en la forma de decir su parlamento ni ciertos mohines que hacen que su personaje se aleje del conflicto y de su enojo.
“La noche del Angel” cuenta con diálogos intensos y fuertes que no toman a la ligera, temas –lamentablemente- muy en boga al día de la fecha.