Noches Romanas (Teatro)

Dos en la ciudad
De Franco D’ Alessandro. Versión y dirección: Oscar Barney Finn. Con Virginia Innocenti y Osmar Nuñez. Vestuario: Mini Zuccheri. Escenografía: Alejandro Mateo. Diseño de luces: David Seldes y Eli Sirlin. Música: Diego Vila. Fotografía: Estudio Heinrich Sanguinetti. Asistente de producción: Javier Huaró. Asistencia de dirección: Mónica Benavidez. Producción general: Martin Garcia y Georgina Rey.

Centro Cultural de la Cooperación. Av Corrientes 1543. Jueves, Viernes y Sábado, 20 hs.



Amor y amistad, enmarcadas en dos personalidades tan fascinantes como fuertes. Ellos dos, que eran Tennessee Williams y Anna Magnani, compartían pensamientos y sentires en encuentros signados por el temperamento y las búsquedas de ambos, tanto a nivel personal como profesional. De esta manera, el texto atrapará con diálogos excelentes, en los que el cine y el teatro brindarán el marco de acontecimientos que signaron sus respectivas existencias. 

Pasarán por el tamiz de una puesta exacta, los amores, miedos y debilidades de ambos, que encontrarán en el otro, ese refugio en el cual desnudar sus penas. La escenografía es amplia y blanca, lo cual permite el desplazamiento de ambos actores, generalmente ataviados con ropas negras, con lo cual, la combinación es exacta. Los diálogos dan cuenta de momentos claves en la vida de ambos talentos asi como la similitud que en cuestiones como la familia, el amor y la lealtad. De esta manera, se pasa del amante siciliano de Williams a la decepción que fue Roberto Rossellini que dejó a Magnani para casarse con Ingrid Bergman o la presencia de la familia a través de Luca, el hijo de Magnani que tenía poliomielitis y Rose, la hermana de Williams sometida a una lobotomía por sus problemas psicológicos.


Como no podía ser de otra manera, los excesos también golpean a la pareja a través de las pastillas y el alcohol, al mismo tiempo que la carrera de ambos llega a un cenit que empieza a disminuir con el paso del tiempo. Allí es donde el lado referencial de la puesta buscará el guiño con el espectador, conocedor de las carreras de los protagonistas. De tal forma, sonrisas cómplices surgirán cuando Magnani acuse de “traidor” por alguna declaración de más, realizada por Williams o los pormenores previos al trabajo conjunto de ambos en “La Rosa Tatuada” (por la que ganó un Oscar) y “El hombre de la piel de víbora”.
Los encuentros entre ambos eran una especie de oasis en el que cada uno buscaba la contención y el amor necesarios que solo los amigos pueden brindar, aunque a veces, salten chispas por el cruce de espadas debido a algún disenso.  


Las actuaciones son soberbias, aunque cada una en su respectivo matiz. Virginia Innocenti es una Anna Magnani temperamental, que ama y odia con la misma pasión con la que es capaz de abrazar a su amigo en momentos de tristeza o tener en su mente a Luca, su hijo. No obstante, su registro no cae en exageraciones sino que es exacto, logrando una composición sin fisuras, creíble y querible en partes iguales. Por su parte, Osmar Nuñez se sumerge en Tennessee para captar a un personaje al cual dota de humanidad y sensibilidad haciendo de la sutileza, su estandarte.

“Noches Romanas” es un homenaje tanto al teatro como al cine, al llevar a dos de sus máximos exponentes con una puesta altamente recomendable.

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